miércoles, 25 de octubre de 2023

Diario. 25 de octubre de 2023

 miércoles, 25 de octubre de 2023

8:15

Oficio de lectura y laudes en casa de Pupé y Jaime. 

8:45

Hacen su entrada en el comedor Pupé, Jaime y Urraquita. Esta última está apestada y ha contagiado a su padre. 

Desayunamos con unos lacitos de hojaldre que compré en Don Pepito de la Mancha. 

Quiero ir a visitar a Arantxa. Le mando un wasap y me dice que no está en casa, que ya ha empezado a trabajar. Me felicito. 

Pastilla rosada.  

9:15

Jaime y yo  nos despedimos de Pupé. Pupé se despide de Urraquita. Jaime, Urraquita y yo bajamos en el ascensor. Contengo la respiración temeroso de apestarme también yo. 

Ya en la calle, respiro, me despido de Jaime que va a llevar a Urraquita a la guardería, foco principal, al parecer, de la peste. Yo me acerco a la parroquia de Santa Mónica. 

Hay dos sagrarios: uno en la capilla del santísimo y otro en el presbiterio. En la iglesia, unas veinte personas miran fijamente al sagrario. En la capilla del santísimo solamente un ser humano mira al sagrario. Entro en la capilla y hago mi vista al santísimo. 

9:45

Salgo para Alicante en mi lujoso Seat León. Como es miércoles pongo la homilía titulada En el taller de José. 

Varios kiilómetros de obras nos obligan a circular lentamente por un solo carril. 

11:50

Paro en La Roda. En Juanito compro dos quesos: uno para doña Nati y Paco, otro para Teresa. Pido para mí, por favor, una Coca-Cola y una tapa de queso. Que si quiero una ración o media. Que media, por favor. 

Cabe mí, unos esposos piden la cuenta, pagan y se despiden de mí con una sonrisa, como si nos conociéramos de toda la vida. Les devuelvo la sonrisa. ¡Qué amables!

Aprovecho para contestar algunos wasaps. 

12:15

Ángelus.

Reanudo mi viaje. Misterios dolorosos.

14.45

Llego a Torrellano. Voy a comer a Juanito. Está cerrado. Voy a comer a Areca. Como.

15:45

Ya en La Torre, siento la imperiosa necesidad de sentarme en el sillón de la abuela Paquita y cerrar los ojos.

16:15

Abro los ojos y miro el reloj. 

Saco el ordenador de mi maletita y me aplico a anotar los gastos del viaje. 

Tiro los tiques.

Riego los jazmineros.

16:43

Salgo para San Miguel. 

17:30

Llego a San Miguel. Teresa está con los niños de catequesis. Registro los libros para la misa, me revisto y llevo a los niños a nuestro maravilloso confesonario para darles una mini catequesis sobre el sacramento de la penitencia. 

18:00

Misa votiva de san José porque es miércoles. 

18:30

Teresa me muestra los progresos de la limpieza del altar. Tiene unas manchas antiguas que parecen restos de papel celo o de cinta aislante. Hay que ir quitándolas con alcohol y una cuchilla. 

Hacemos planes para confeccionar un frontal de altar. 

Le hago entrega solemne del queso que he comprado en Juanito. Lo agradece. No hay de qué. 

19:00

Voy a la casa abadía y deshago mi maletita. 

Vísperas. 

19:30

Voy a Más y Más. 

Me encuentro con Mariano que me presenta a su nuera. 

20:00

Voy a ver a doña Nati —muac, muac— y a Paco —afectuoso entrelazamiento de manos—. Les hago entrega solemne del queso que he comprado en Juanito. Un brillo, como de codicia, ilumina sus ojos y doña Nati se apresura a esconderlo en la nevera. Me ofrecen un güisqui. Lo acepto. Charlamos. 

20:45

Nos despedimos. Voy a la iglesia. Quiero rezar completas pero… ¿dónde está mi teléfono? Quiero apagar las luces de la iglesia y cerrrarla pero… Acaba de entrar una señora pequeñita con un perro no pequeño en brazos y está encendiendo unas velas. 

Voy a la casa parroquial rezando fervorosamente un padrenuestro a san Antonio. Hallo mi teléfono en mi despacho. Me felicito y, con él, vuelvo a la iglesia para rezar completas. Abro la App de la Conferencia episcopal. Completas. Ahora sí: apago las luces y cierro la iglesia. 


P.D.

Un recuerdo de ayer que no consigné en mi diario de ayer. 

Después de cenar, cuando fui con Heidi y Armin a buscar el coche, el aparcamiento del Auditorio Nacional estaba cerrado. Un cartelito indicaba que se podía entrar por otra puerta. Tuvimos que caminar no poco para dar con ella. Por fin la hallamos y entramos. En la caja no había cajero. Un cartelito indicaba que había que pagar en el cajero automático. Fuimos al cajero automático. Un cartelito indicaba que no se podía pagar con tarjeta y pedía comprensión y disculpas. Metí el tique y un letrerito luminoso me indicó que debía pagar 17 dólares y 20 centavos. Metí un billete de diez y me lo escupió. Volví a meterlo dándole la vuelta y nada. Lo intenté poniéndolo del revés y nada. 

Estábamos en eso cuando oí voces a mis espaldas. Eran un hombre y una mujer. Me pareció que él, bastante fríamente, le recriminaba algo a ella. Por fin la máquina aceptó el billete. Tenía qe meter otro y, otra vez, me lo delvovió. Armin y Heidi se reían mucho. Yo estaba algo agobiado. A mis espaldas el hombre seguía diciendo cosas que sonaban a frías recriminaciones. La mujer callaba y observaba el comportamiento de la máquina. La máquina aceptó, por fin, el segundo billete. Respiré aliviado, me dio el cambio, me apresuré a recogerlo y me devolvió el tique. 

Armin —que aprovecha cualquier ocasión para trabar conversación con todo el mundo y que no era consciente de la tensión que había entre el hombre y la mujer — se volvió hacia ellos y les dijo: «todo es muy complicado». 

La mujer empezó a hablar. Armin debió pensar que estaba respondiendo a su comentario y, sin duda, estaba respondiendo a su comentario. Pero a mí me pareció que estaba respondiendo también a las frías recriminaciones de su acompañante. Hablaba con voz serena y amable: «Sí, todo es muy complicado. Lo complicamos nosotros. Si quisiéramos, podríamos hacernos la vida más fácil».

Yo me alejaba ya, algo impaciente por encontrar mi lujoso Seat León. A mis espaldas oía a Armin que seguía conversando con los desconocidos. No sé de qué. 

Al recordarlo ahora, pienso que Armin, con su carácter extravertido, facilita bastante la comunicación. Dios lo bendiga. 

Heidi es muy distinta. Habla poco. Quiere mucho a Armin. Dios la bendiga. 

Solamente discuten cuando Armin dice que ella es más lista que él y ella lo mira como se mira a un tonto, y él insiste. 

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