viernes, 20 de abril de 2012

Programa Pastoral y manifiesto de las ovejas.

Viernes 20 de abril de 2012

Sirve para quien está al frente de la Iglesia Universal, para los metropolitanos, para los obispos diocesanos y sus vicarios de zona, para los arcedianos y arciprestes, para los párrocos y para todo aquel que preferiría dimitir de la sociedad y marcharse al desierto pero -sin saber cómo ni por qué- ha de gobernar cualquier empresa o familia.

Lo puso en práctica el amable san Agustín:

Corregir a los indisciplinados, confortar a los pusilánimes, sostener a los débiles, refutar a los adversarios, guardarse de los insidiosos, instruir a los ignorantes, estimular a los indolentes, aplacar a los pendencieros, moderar a los ambiciosos, animar a los desalentados, apaciguar a los contendientes, ayudar a los pobres, liberar a los oprimidos, mostrar aprobación a los buenos, tolerar a los malos y [¡pobre de mí!] amar a todos.
(Sermo 340, 3: PL 38, 1484)

NOSOTROS:
Los indisciplinados: No somos malos pero propendemos a ir por libre. 
Los pusilánimes: Por todas partes vemos obstáculos insalvables y enormes dificultades.
Los débiles: Diversos achaques debidos a nuestra constitución física y psíquica, a la edad y a otras causas nos impiden caminar al ritmo de los más fuertes.
Los adversarios: Razonamos las cosas. No siempre atendemos a razones. 
Los insidiosos: Tampoco somos malos del todo, pero nos sentimos irresistiblemente inclinados a sembrar cizaña. 
Los ignorantes: Cuando alguien nos pregunta contestamos no sé. O no contestamos. A veces ni entendemos la pregunta.
Los indolentes: No nos gusta que nos llamen vagos pero, a decir verdad, lo somos. 
Los pendencieros: Tenemos un bajo nivel de mansedumbre. Esa y no otra es la razón de que andemos siempre a la gresca.
Los ambiciosos: Siempre aspiramos a más, pero no siempre aspiramos a lo mejor y, no raras veces, nuestras aspiraciones no se corresponden con nuestro talento.
Los desalentados: Lo único que nos pasa es que, a veces, sentimos que ya no podemos más.
Los contendientes: Tenemos una buena razón para pleitear pero el diablo u otras causas hacen que nuestros contrincantes piensen lo mismo.
Los pobres: Vivimos de la caridad del prójimo.
Los oprimidos: Nuestra triste situación hay que achacarla a alguien o a algo que es más fuerte que nosotros y nos puede.
Los buenos: Cumplimos con paciencia y abnegación todos nuestros deberes y no nos importa nada que, por eso, nos llamen tontos o fracasados. Más aún, nos divierte y le reímos la gracia al gracioso.
Los malos: En realidad no somos malos. Es que hemos descubierto que para ser bueno hay que ser muy bueno y preferimos que el esfuerzo lo hagan otros.
NECESITAMOS UN PASTOR
que nos corrija
que nos conforte
que nos sostenga
que nos refute
que se guarde de nosotros
que nos instruya
que nos estimule
que nos aplaque
que nos modere
que nos anime
que nos apacigüe
que nos ayude
que nos libere
que nos muestre aprobación
que nos tolere
y que nos ame a todos.
PERO LO NECESITAMOS ¡YA!

lunes, 9 de abril de 2012

Cosas del diablo.

He salido de casa con media hora de retraso y me he caído con mi maleta por las escaleras que son de mármol de Novelda, mucho más duro y menos poético que el Carrara. Primero me he caído yo, y luego la maleta me ha caído encima, como en los dibujos animados pero sin gracia. No he visto las estrellas como en los dibujos animados pero he recordado -del golpe- que no llevaba dinero. He ido a la CAM y luego he bajado la cuestecita que lleva al garaje y he comprobado que mi FF no estaba en el garaje y he recordado que lo había aparcado en la esquina, cuestecita arriba. 
De san Miguel he salido con hora y media de retraso, a eso de las siete y media. Pero, gracias a Dios y a san Miguel he llegado a mi predio en solo media hora, a las 20:00.

Mi plan para la semana.

Si Dios quiere saldré hoy a eso de las 18:00 por una carretera vecinal que serpentea entre olorosos bosques y, diez minutos después, entraré en la AP-7. Antes de entrar en la AP-7 me encomendaré a san Miguel para guíe mis pasos hacia el sur -donde pone "Cartagena"- y no hacia el norte, donde pone "Alicante". Con La ayuda de Dios y de san Miguel entraré en la AP-7 en dirección a Cartagena -como he dicho- a eso de las 18:10. Empezaré entonces a desgranar los misterios gloriosos del Santo Rosario y calculo que a eso de las 18:30 -recitadas las Letanías Lauretanas y las preces por las necesidades de la Iglesia y del Estado, por las buenas intenciones del señor obispo de la diócesis y por las benditas ánimas del purgatorio- hallaré una indicación que me permita salir de la AP-7 hacia El Algar -quod est interpretatur "banco de algas"-. Si todo sale según mis previsiones, a eso de las 18:45 habré llegado a mi destino.
Ahora diré algo sobre mi destino.
Es un lugar situado en algún punto entre El Algar y el Cabo de Palos donde se halla uno de los numerosos  predios familiares. Álzase allí un caserón en el que las originales inspiraciones de Alvar Aalto parecen haber tocado el corazón de un arquitecto local de tan feliz manera que el conjunto parece un organismo más que un edificio pero al huésped no le cabe la menor duda de que no está en Finlandia sino cerca del Cabo de Palos. Cuatro caminos salen del caserón y permiten recorrer el predio entre buganvillas, arriates de flores, verdes setos, huertos de naranjos jardincillos de cactus y otras maravillas. Uno de esos caminos -el segundo- conduce ante una ermita tan sencilla que resulta imposible rezar allí si uno no llega muy predispuesto a rezar.
Vuelvo a hablar de mis planes. 
A eso de las 18:48 entraré en el caserón y esperaré -en vano- que la servidumbre venga a ocuparse de mis maletas. Muy perplejo por ese desorden volveré a mi Ford Fiesta para arrastrar mis maletas hasta el caserón. Acto seguido me asomaré al oratorio para visitar al Santísimo encomendando a los amables feligreses de Torremendo y San Miguel de Salinas y a cuantos se han encomendado  a mis oraciones. Calculo que a eso de las 19:00 aparecerá alguien que me preguntará con estas o semejantes palabras: ¿Quien eres? Reprimiendo mi indignación -porque es Pascua- le explicaré que jamás doy mi nombre a un desconocido, miraré fijamente a sus ojos y guardaré silencio. (La última vez que me preguntaron ¿Quién eres? no fui tan amable). Si el preguntador se identifica y se muestra dispuesto a ayudarme a encontrar mi habitación -el caserón es grande- no dejaré de agradecer su amabilidad y hasta es posible que le dé alguna muestra de confianza. Cenaremos a las 9:00 en el comedor blanco que es un comedor blanco como su nombre indica. Charlaremos luego -distendidamente- por espacio de una media hora. Iremos al oratorio y -ya en silencio- habrá comenzado el pascual retiro del que saldré -muy mejorado, si Dios quiere- el sábado.
¿Quieren ustedes ver algo de la la Semana Santa en san Miguel?