viernes, 25 de febrero de 2011

¿Qué debe hacer un señor juez?

1. ¡Justicia!
2. ¡Aplicar la Ley!
Al parecer son las dos respuestas que dividen a la opinión pública. Los sostenedores de la primera opinión llaman "formalistas" a los otros mientras que estos otros llaman "justicieros" a los primeros. Y a partir de ahí todo es perplejidad.
Pero entonces consultamos a los sabios. Don Ignacio Gomá trata el asunto en un prestigioso foro y lo hace con su habitual ecuanimidad, claridad y contundencia. No les falta razón (viene a decir) a quienes dicen que la finalidad de la Ley es la Justicia (finalismo) ni a los que objetan que hay que atenerse a unas formas para hacer Justicia y que esas formas se llaman Ley (formalismo). O sea, que el señor juez debe hacer justicia aplicando la Ley.
Pero ¿qué ocurriría si de la aplicación de la Ley se derivase una injusticia?
¡Peliaguda cuestión! Sería (viene a decir don Ignacio) una injusticia "material" no "formal" y, por tanto, no imputable al señor juez que no es Dios, ni el legislador sino un hombre sometido a la Ley.
Don Ignacio rechaza el dogmatismo formalista (y simplista, añado) de quienes dicen que el señor juez es una especie de autómata llamado únicamente aplicar la plantilla de la Ley a la realidad y aprueba la resolución judicial que permitió a una madre menor de edad donar un "segmento hepático" a su hija Naroa salvando así su vida aunque la Ley es tajante cuando prohibe la extracción de órganos -para la donación, supongo- a los menores. Dejar morir a la niña porque su madre de diecisiete años todavía no tenía los dieciocho habría sido -dice don Ignacio y yo suscribo- un dogmatismo inaceptable. Así que, en ese caso, estuvo bien aplicar el sentido común y saltarse una norma a la torera para hacer justicia aplicando la Ley -la Constitución, por ejemplo- por encima de una norma.
¿Puede hacer esto siempre un señor juez? No -viene a decir don Ignacio-; y no se trata de dogmatismo formalista ni de discrecionalidad justiciera sino de "dosis". Supongo que la jurisprudencia tiene una dosis de iuris y otra de prudentia. Una dosis de formalismo y otra de finalismo.
Llegados a este punto ya no caben los gritos: ¡Justicia! ¡Ley!. Estamos hablando de "dosis", de "matices" y de cosas por el estilo.

martes, 1 de febrero de 2011

Nueva Revista (de política, cultura y arte).

Hoy, como es martes, he estado en la Biblioteca Sacerdotal. Nos han servido un aperitivo normal y una comida rara: fabada con trozos de chorizo -de primero- y ensalada de tomate y tortilla de patata de segundo.
Durante el aperitivo he dicho algo acerca de la Iglesia de la Luz de Tadao Ando, pero creo que nadie me ha oído. Durante la comida don J.M. y yo hemos compartido la mesa del comedor de intelectuales y hemos analizado El sombrero de tres picos, de Pedro Antonio de Alarcón -con la fabada-, y otros temas de actualidad -con la tortilla y la ensalada-. En el comedor de sabios se oían risas y don R.M. defendía al Real Madrid (creo que los demás son del Barsa).
Los sabios han acaparado la tertulia y yo me he quedado profundamente dormido. Me han despertado mis propios ronquidos justo en el momento en que alguien decía: ¿Imaginan ustedes lo que pasaría si llegase a demostrase que el Apocalipsis se escribió antes del año setenta?
Iba yo a echar mano de mi HTC, -para anotar esa pregunta que da para un libro- cuando he recordado que mi HTC ya no obra en mi poder.
Después de la tertulia me he acercado al revistero: ¡Oh! -he exclamado, aunque nadie me ha oído, al encontrar allí el número 131 de la Nueva Revista-.
La Nueva Revista tiene ya más de veinte años, pero sigue llamándose "Nueva Revista" por la misma razón por la que que sigue llamándose "Historia Contemporánea" a Waterloo o "matrimonio" a cualquier ayuntamiento. Una vez que se le ha dado un nombre a algo, es muy difícil quitárselo.
En la portada podía leerse -en números y letras rojos-: 22 ESCRITORES ESPAÑOLES DEL SIGLO 21.
Hojeándola la he  ojeado y me ha bastado para saber que en la primera parte había poesías de quince poetas y, en la segunda, relatos de siete relatores -¿o relatadores? ¿o poetas?-. 15+7=22. ¡Oh!
Entre los relatos, uno de don Enrique García Máiquez que habla de lo que puede verse en un espejo. Entre los poemas uno de don Enrique Andrés Ruiz, con este verso -el 42-: -La verdad está en ti, junto al deseo.
Luego me he vuelto a casa y me he zampado el número 131 de la Nueva Revista sin que el sonido de mi HTC interrumpiera mi atenta lectura.