lunes, 19 de abril de 2021

Hans Küng. Descanse en paz.

SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

DECLARACIÓN

SOBRE DOS OBRAS DEL PROFESOR HANS KÜNG

La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, cumpliendo su deber de promover y tutelar la doctrina de la fe y de las costumbres en toda la Iglesia, ha sometido a examen dos obras del profesor Hans Küng, Die Kirche (La Iglesia) y Unfehlbar? Eine Anfrage (¿Infalible?, Una pregunta), que han sido publicados en diversas lenguas. En dos cartas, fechadas respectivamente el 6 de mayo de 1971 y el 12 de julio de 1971, la Congregación comunicó al autor las dificultades que había encontrado en sus opiniones y le rogó que explicase por escrito cómo esas opiniones no contradecían la doctrina católica. Por medio de una carta del 4 de julio de 1973 la Congregación ofreció al Prof. Küng una nueva oportunidad de explicar sus ideas mediante un diálogo. Con carta del 4 de septiembre de 1974, el Prof. Küng renunció también a esta oportunidad. Por otra parte, no probó con sus respuestas que algunas opiniones suyas sobre la Iglesia no contradijeran a la doctrina católica, sino que continuó manteniéndolas incluso después de la publicación de la declaración Mysterium Ecclesiae.

Por tanto, para que no queden dudas sobre la doctrina que la Iglesia Católica profesa y para que no quede ofuscada de ningún modo la fe de los cristianos, esta Sagrada Congregación, recordando la doctrina del Magisterio expuesta en la declaración Mysterium Ecclesiae, declara:

En las mencionadas obras del Prof. Hans Küng se contienen algunas opiniones que, en diverso grado, se oponen a la doctrina de la Iglesia Católica que debe ser mantenida por todos los fieles. Señalamos solamente las siguientes, de mayor importancia, prescindiendo por el momento de un juicio sobre otras opiniones que el Prof. Küng defiende.

La opinión que, por lo menos, pone en duda el mismo dogma de fe de la infalibilidad de la Iglesia y la reduce a una cierta indefectibilidad fundamental de la Iglesia en la verdad, con la posibilidad de errar en las sentencias que el Magisterio de la Iglesia enseña que han de ser mantenidas de modo definitivo, contradice la doctrina definida por el Concilio Vaticano I y confirmada por el Concilio Vaticano II.

Otro error que compromete gravemente la doctrina del Prof. Küng está en su opinión sobre el Magisterio de la Iglesia. En realidad, el autor no se atiene al concepto genuino del Magisterio auténtico, según el cual los obispos son en la Iglesia «los maestros auténticos, es decir, investidos con la autoridad de Cristo, que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de creerse y aplicarse a la vida»[1]; pues «la función de interpretar auténticamente la palabra de Dios, escrita o transmitida oralmente, sólo ha sido confiada al Magisterio vivo de la Iglesia»[2].

La opinión sugerida por el Prof. Küng en el libro Die Kirche (La Iglesia) y según la cual la Eucaristía puede ser consagrada válidamente, al menos en casos de necesidad, por los bautizados que no tienen el orden sacerdotal, tampoco puede armonizarse con la doctrina de los Concilios Lateranense IV y Vaticano II.

Sin embargo, a pesar de la gravedad de estas opiniones, dado que el mismo autor, en su carta del 4 de septiembre, no excluye en absoluto poder armonizar, tras un tiempo adecuado de profundo estudio, las propias opiniones con la doctrina del Magisterio auténtico de la Iglesia, esta Sagrada Congregación, por mandato del sumo pontífice Pablo VI, amonesta por el momento al Prof. Hans Küng a no continuar enseñando dichas opiniones, y le recuerda que la autoridad eclesiástica le ha confiado la autoridad de enseñar sagrada teología según el espíritu de la doctrina de la Iglesia y no, en cambio, opiniones que destruyen esta doctrina o la ponen en duda.

Se ruega a los obispos de Alemania y de otros lugares donde sea particularmente necesario, sobre todo allí donde se sostienen las mencionadas opiniones en las facultades teológicas, en los seminarios y en los centros de formación católica o sacerdotal, que procuren instruir oportunamente a los fieles acerca de la doctrina de la Iglesia, de la declaración Mysterium Ecclesiae, así como también sobre la presente declaración.

Los sacerdotes, los predicadores del Evangelio, los profesores y los catequistas tienen el deber de profesar fielmente la doctrina de la Iglesia sobre estos puntos y de exponerla a los demás.

Finalmente, se ruega de nuevo a los teólogos que investiguen y expongan el Misterio de la Iglesia y los demás misterios de la fe en obediencia a la misma fe y en orden a la auténtica edificación de la Iglesia.

El papa Pablo VI, en audiencia concedida al infrascrito Prefecto de dicha Congregación, el 14 de febrero de 1975, aprobó y mandó publicar esta declaración, que concluye por el momento la actuación de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en este asunto.

Roma, en la sede de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de febrero de 1975.

FRANJO Card. ŠEPER, 

Prefecto


X JÉRÓME HAMER, O.P.

Arzobispo titular de Lorium

Secretario

[1] Lumen Gentium, n. 25.

[2] Dei Verbum, n. 10.

domingo, 18 de abril de 2021

«Las suplicantes» de Esquilo. De refugiados y de reyes.

 

Las hijas de Dánao han rechazado casarse con sus primos, los hijos de Egipto, razón por la cual han tenido que huir al exilio con su padre. Así han llegado al reino de los argivos. Muy bien. 

¡Que la semilla de mi augusta madre / del lecho del varón, oh, oh / pueda escapar sin bodas y sin yugo. 

Dánao les pide prudencia y les aconseja que se refugien en el templo —más fuerte que una torre es una altar, escudo indestructible— y que suban a él sosteniendo piadosamente con la mano izquierda / las blancas ramas, signo suplicante. 

Cuando se encuentren con sus huéspedes han de hablar y proceder con toda humildad. Dánao lo dice así:

Dirigid, cual conviene a vuestro huésped

palabras reverentes, suplicantes,

llenas de angustia y le informáis al punto

que este destierro vuestro no es por sangre.

No acompañe la audacia a las palabras 

ante todo; que vanidad ninguna

en vuestros rostros de modesta frente,

en vuestros calmos ojos, se refleje.

Debes saber ceder: que eres extraña

y fugitiva y necesitas de ellos.

Que lengua audaz al débil no le cuadra. 

¡Excelentes consejos! ¿No?

Descubren que el templo está dedicado a Poseidon y a Hermes. Justo entonces aparece Pelasgo, el rey de los argivos, en su carro con una escolta armada.  Muy bien. 

Cuando las danaides, cuyo aspecto es más bien descuidado, le dicen que son argivas, a Pelasgo le cuesta creerlo. Ellas, para demostrar que lo son, someten al rey a un cuestionario que es como un juego de adivinanzas que se extiende a lo largo de tres paginas con este ritmo:

DANAIDES: ¿No dicen que fue Ido, en esta tierra, sacerdotisa de Hera?

REY: Lo fue, y la tradición se ha difundido. 

D: ¿Y que, siendo mortal, la poseyó el gran Zeus?

R: Y que Hera lo supo y se afligió no poco.

D: ¿Como acabó la divinal porfía?

Así tres paginas deliciosas hasta que convencen al rey de que son argivas precisamente porque son hijas de Dánao. Y, cuando el rey les pregunta qué quieren, responden ellas: De los Egipcios nunca ser esclavas. 

Aquí está el drama. ¿qué hará el rey? ¿Qué harías tú, amable lector? ¿Te harías defensor las Danaides enfrentando a tu pueblo a la ira de Egipto? ¿Qué has dicho? ¿Que debe hacerse un referendum porque es asunto que interesa al pueblo? Pues ¡eso mismo dice el rey de los argivos! No haré promesa alguna sin consultar los hechos con mi pueblo. 

Pero ¿qué harías si las Danaides suplicaran?

El estado eres tú, tú eres el pueblo;

Señor no sometido a juez alguno.

Tú eres rey del altar, del hogar de esta tierra.

Sólo con el sufragio de tu frente

y sólo con el cetro de tu trono

tú lo decides todo. ¡Evita el sacrilegio!

No, no voy a copiar aquí las treinta y pico páginas que quedan. Solamente dire que teme el rey que digan de él: Honrando a extraños la ciudad perdiste. Aunque bien sabe el rey que esas suplicantes de aspecto descuidado son argivas. 

Por eso replican las suplicantes:

Si todo está con equidad pesado

¿para qué ese temor de hacer justicia?

Y aquí lo dejo.

—¡Don Javier, don Javier! ¡Díganos cómo acaba!

—No.

Palabras oigo nada hospitalarias.

Sí. Nada en exceso, incluso con los dioses. Honra la castidad más que tu vida. 

miércoles, 14 de abril de 2021

Decálogo del buen ciudadano. Victor Lapuente.


Se aborda aquí el problema de la polarización y del enfrentamiento en una sociedad que ha perdido los vínculos religiosos y patrióticos. 

El libro está maravillosamente escrito; abunda en anécdotas sabrosas, comentarios ingeniosos y reflexiones luminosas y nos anima a tratar de entender al prójimo evitando convertir al adversario en enemigo a abatir. 

A uno le dan ganas de conocer al autor a quien se imagina como un hombre excelente, muy culto, sensible y amable.

Deja claro que, de la religión, le interesa su función social, no sus dogmas. Si no lo he entendido mal, para él —como para el don Manuel Bueno Mártir  de Unamuno— el Evangelio es una colección de cuentos hermosos que pueden hacer mucho bien a la gente sencilla y en la que la gente culta puede encontrar inspiración poética y cierta sabiduría humana tradicional bellamente expresada. Y, si no lo he entendido mal, propone que las religiones tradicionales sigan cumpliendo su función social para que la política pueda mantenerse en los límites de la razón y de la sensatez. 

Lo que no acabo de ver claro es cómo una colección de cuentos hermosos y antiguos puede contribuir a la cohesión de una sociedad que, por una parte, no encuentra en ellos nada más que inspiración poética y sabiduría humana y, por otra, tiene a su disposición muchas otras colecciones —antiguas y nuevas—  de relatos hermosos. 

En cualquier caso, según ese esquema, una Iglesia que predicase el Evangelio como Palabra de Dios y a Cristo como único Redentor de los hombres y no como uno entre tantos arquetipos míticos en el panteón de la literatura de género religioso, sería percibida como una piedra en el zapato para la cohesión social. Don Víctor lo dice mucho mejor, claro. 

Hay un solo punto sobre el que me ha parecido que don Víctor Lapuente pasa de forma —¿como diría yo?— menos elegante. En un momento se pregunta «¿por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes?». Y él, que con toda razón nos anima a tener en cuenta los argumentos de los demás y a evitar hasta las microagresiones, lo explica así: se debe a la actitud misógina de la actual jerarquía eclessiástica. 

He disfrutado y aprendido mucho con esta lectura. 

martes, 13 de abril de 2021

Sound of Metal

        La he visto esta tarde, apremiado por los cientos de cartas que pedían mi opinión sobre ella. 

Cuando le preguntaron a Benedicto XVI —muy aficionado a la música— que si le gustaba el rock, respondió, con su amabilidad habitual, algo así como: «lo encuentro, tal vez, un tanto dionisíaco». Expresó perfectamente lo que yo no habría sabido expresar. Yo habría dicho, tal vez, que me parece un ruido infernal. La película empieza así: con un batería cubierto de tatuajes y una chica que… ¿canta? Bueno, que grita cosas obsecenas. Todo muy dionisíaco y, eso sí, muy espectacular. 

Enseguida nos enteramos de que el batería se ha quedado sordo, cosa que no nos extraña nada, y comienza una historia impresionante que nos habla del silencio y de lo que el silencio puede crear. 

No hay moralina ni moraleja en esta película. Tampoco hay preciosismo, manierismo ni nada de eso y —otro gran mérito— no le sobra ni un minuto.

El título parece hacer referencia al sonido de Obús que es el sonido de la música, de las voces humanas o de las campanas tal como lo percibe un corazón atormentado y roto. 

He dicho.  

domingo, 11 de abril de 2021

El cielo sobre Berlín

Sábado, 10 de abril de 2021

 A 

J.V.P.,  experto en cine 

que está interesadísimo  en conocer 

mi opinión sobre esta película.


A


 R.B.V

recién nacido en Oxford. 


No la había visto. La he visto esta tarde. 

Der Himmel über Berlin se estrenó en 1987, dos años antes de la caída del muro. Muy bien. 

La dirigió el famosísimo Wim Wenders. Muy bien.

Tiene dos partes: una en blanco y negro con algunos destellos puntuales de color y otra en color con puntuales brumas de blanco y negro.

Primera parte en blanco y negro con puntuales destellos de color:

Aquí conoceréis a dos ángeles —Damiel y Cassiel— que ejercen su ministerio protector y benéfico en Berlín. 

Observan a los hombres no con desprecio —como los demonios— sino con una mezcla de ternura angelical y de sorpresa infantil. 

En sus ratos libres disfrutan contándose lo que han aprendido entre los hijos de los hombres y entonces —en una escena inolvidable en la que ambos conversan en un descapotable—  comprendemos la diferencia entre Damiel y Cassiel. 

Cassiel ha anotado en su diario cosas como estas: «El Sol ha salido a las 7:22 y se pondrá a las 16:28. La luna saldrá a las 19.04 y subirá el nivel de las aguas del Havel y del Spree. Hace veinte años se estrelló en Spandau un caza soviético. Hace 50 años se celebraron los Juegos Olímpicos…» Damiel lo interrumpe señalando con un gesto a una pareja de enamorados. Ese gesto describe a Damiel. Pero Cassiel sigue leyendo sus anotaciones: «En el paseo de Lilienthal un hombre ha detenido el paso y, por encima del hombro, ha mirado al vacío. Un empleado de correos que iba a jubilarse ha pegado sellos de coleccionista en sus cartas de despedida y luego, en la Mariannenplatz ha charlado en inglés —y lo ha hecho con soltura a pesar de que no lo hablaba desde el colegio— con un soldado americano. Un recluso de la cárcel  de Plötzensee, antes de lanzarse de cabeza contra un muro ha gritado: ‘Ahora’. En la estación del metro del zoo el revisor, en vez de decir el nombre de la estación ha anunciado: ‘Tierra de fuego’. En las Rehbergen un anciano leía la Odisea a un niño que escuchaba sin pestañear». 

Son las observaciones de alguien que mira el mundo desde cerca  -con ingenio- y desde fuera. 

«Y tú ¿qué me cuentas?» — pregunta Cassiel a Damiel en esta escena inolvidable filmada en blanco y negro. 

Y Damiel, que empieza leyendo sus notas, acaba hablando de memoria o —como dicen los ingleses— «de corazón». Y la cámara nos muestra a un hombre que lleva en brazos a un bebé y a una mujer que va a su lado. Y dice Damiel: «Una mujer ha cerrado el paraguas bajo la lluvia para mojarse. Un niño ha explicado cómo crecen los helechos y ha asombrado a su profesor. Una invidente ha palpado su rejol al notar mi presencia». Y la cámara nos muestra el rostro de Damiel que parece un hombre aunque es un ángel que sueña con ver el mundo desde dentro. 

Son las observaciones de alguien que quiere ver el mundo desde sus entrañas. 

En esta escena inolvidable, el famosísimo Wim Wenders y la cara de Damiel nos explican todo. 

Dice Damiel mientras el famosísimo Wim nos muestra su cara como de ensueño o contemplación: «Es maravilloso ser un ángel y ver las almas de los hombres y observar lo que sienten. Pero para saber de los hombres hay que ser hombre y no basta toda la inteligencia angélica como no basta ninguna inteligencia creada para saber qué es Dios porque sin experiencia de Dios la Teología se queda tan corta como la Antropología, la filantropía o la filatelia se quedan cortas siempre para explicar lo que es un ser humano». 

Reconozco que estas palabras de Damiel las he traducido con cierta libertad. Pero debo decir que los que han doblado la película y los que han puesto los subtítulos en castellano han sido mucho más perezosos que yo porque ni siquiera se han puesto de acuerdo para que el audio y los subtítulos en castellano dijeran lo mismo. 

En fin, que Damiel anda enamorado. ¿De quién? De una chica que es  francesa y trapecista de un circo. 

En esta primera parte —en blanco y negro— no solamente aparecen los ángeles. También aparecen los hombres. Muchos son niños. Hay un hombre triste que es poeta. Otro que se está muriendo. Una prostituta… Todos tienen su ángel. 

        Segunda parte en color con neblinas puntuales en blanco y negro: 

No hay que destripar las películas. ¿Puede un ángel hacerse hombre por amor a una mujer?

    ¿Puede haber ángeles en un concierto de Nick Cave & The Bad Seeds



Don J.V. P. arde en deseos de conocer mi opinión sobre esta película. Los expertos en cine son muy impacientes. 



Me ha encantado. ¡Gracias, Jaime!

viernes, 9 de abril de 2021

Hablando de cine con los expertos y discrepando a veces de ellos

A don José Luis Garci:

porque se admira y nos enseña a mirar.

¡Qué grande es el cine!

Son muchos los expertos en cine (EEC) que me han preguntado alguna vez: «¿Cuáles son sus películas favoritas, oh don Javier (DJ)?». 

Voy a hacer aquí la lista justificada de todas ellas eligiendo una por década y dando voz a los EEC. 


Felices años veinte


DJ: De esos años solamente recuerdo una: El acorazado Potemkin, Serguei Eisenstein. (1925). Reconozco que, cuando la vi en Pamplona —hace cosa de cuarenta años —bostecé no poco y aposta. Por estas faltas pido perdón y penitencia a los que hace cuarenta años intentaban desasanarme. Ahora soy capaz de apreciar todo el drama en la famosa escena de la escalera.

EEC: Pues esa película es, en efecto, muy buena. Si usted bostezó cuando la vio por primera vez era usted, en efecto, un asno. Y si lo hizo aposta hace ahora bien en pedir perdón y penitencia. Pero si solamente recuerda esa de los felices años veinte, entonces no es usted un ECC.

DJ: Totalmente de acuerdo con ustedes en todo. 


Tristes años treinta


Sopa de ganso de Leo McCarey con los hermanos Marx. Claro que Blancanieves (1937) película de la infancia que vi en el cine Benlliure tampoco estaba mal. 

ECC: Dejando a un lado el hecho de que usted ha prometido elegir una película de cada década y el hecho de que ha elegido dos de los años treinta, nosotros, los EEC, podríamos elegir otras pero no podemos objetar nada a su elección porque son, sí, dos magníficas películas. 

DJ: Gracias, EEC, por su lógica y por su amabilidad. ¡Gracias!


Años cuarenta


DJ: Seré breve: La Belle et la Bete (La bella y la bestia) de Jean Cocteau (1946). Sobre todo cuando la bestia, ya convertida en príncipe, pregunta a la bella: «¿Tienes miedo?» Y ella le responde: «Me gusta tener miedo cuando estoy contigo».  Dumbo y Bamby ya no me emocionan tanto como me emocionaron en su día.

EEC:No es una mala elección pero tampoco es la mejor de esos años. 

DJ: Decidan ustedes sobre las mejores. Siempre aprendo de ustedes. Aquí hablo de mis favoritas. ¡Gracias!

Años cincuenta


DJ:  Sé que a muchos puede parecerles raro que un cura elija entre todas las pelis de los cincuenta una historia romántica como An Affair to Remember (Algo para recordar) de Leo McCarey (1957). Los EEC y los curas que la hayan visto lo entenderán. 

EEC: Pero —¡alma de cántaro!— en aquella década prodigiosa Elia Kazan hizo La ley de Silencio en la que aparece un cura que queda muy bien. Y Fritz Lang dirigió Mientras Nueva York duerme y Más allá de la duda. ¿Insiste usted en su absurda elección?

DJ: No es absurda mi elección. Insisto. Y ustedes saben por qué. 


Años sesenta


DJ: Como nací en 1960 he puesto una especial atención en las películas que se produjeron en esa década y me quedo con otra de LeoMcCarey El diablo nunca duerme. Antes de que me crucifiquen por semejante elección trataré de justificarla: va de unos misioneros católicos en China que resultan de lo más rídiculo. Y acaba bien. Me siento identificado con esos misioneros ridículos y me encantaría acabar como ellos. 

EEC: No hace usted sino echar lodo sobre su —quizá sobrevalorado— buen gusto cinematográfico. Y no se refugie en su calidad de cura. Hay curas cultos. No hace falta que sean EEC como nosotros. Todos ellos, si les dan a elegir, prefieren a Elia Kazan que consagró los sesenta con Wilde River Esplendor en la hierba y América, América. 

DJ: ¡Oh sí! ¡Elia Kazan! ¡Qué genio! Y ¡qué maravillosas esas tres películas de los sesenta! Pero, por eso mismo, me quedo con la de LeoMcCarey que no perdió su buen humor ni en los años sesenta.


Años setenta


DJ: Me quedo con la segunda parte de El Padrino. 

EEC: Pues no es mala elección para alguien como usted tan lleno de prejuicios.

DJ: Son, precisamente, mis prejuicios los que me hacen elegir las mejores películas de cada década y los que me han granjeado justa fama de infalible en la materia. He dicho. Aunque, ahora que lo pienso, me ha encantado otra película que vi hace poco y que es del mismo año que El Padrino. Se trata de Jeremiah Johnson (Las aventuras de J. Johnson) de Sydney Pollack (1972).


Años ochenta


DJ: Aquí no cabe la menor duda ni la menor discusión y no voy dar voz a los EEC. La mejor película de esos años es de Sidney Lumet (1988) y se intitula Running on Empty.

EEC: ¡Protestamos! No tiene usted ni idea. Protestamos enérgicamente. Hay cien mil películas de los ochenta mejores que esa. 

DJ: Teniendo en cuenta que ustedes —los EEC— son pequeños, los perdono. Pero les ruego que recuerden que este es mi blog y que ustedes vienen aquí a aprender o a enseñar pero no a protestar. Y que no les he dado la palabra. 

Años noventa

DJ: Hace poco he visto The Straight Story (Una historia verdadera) de David Lynch (1999) y la pongo aquí como mi preferida de la década. 

EEC: ¿Podemos decir algo? 

DJ: No. 


Y llegamos a la primera década del tercer milenio


DJ: Me quedo con The Pianist (El Pianista) de Roman Polanski (2002) y con Parásitos de Gisaengchung (2019) y con Nomadland de Chloé Zhao (2020) que vi antier y me encantó. 

EEC:

DJ: No.

domingo, 4 de abril de 2021

Lecturas marzo 2021


1. El último barco. Domingo Villar.

El inspector Leo Caldas y su ayudante, Rafael Estévez, tienen que encontar a Mónica Andrade, profesora de la Escuela de Artes y Oficios, alfarera, por más señas, que ha desaparecido. Recorremos con ellos Vigo y los alrededores: paisajes, agricultura, pesca, aves, arquitectura —mucha arquitectura—, bares y restaurantes en los que oiremos hablar de si las patatas congeladas valen o valen para ser fritas y de si hay que echar o no limón al marisco. Todo con mucha intriga y algunos latines -Trahit sua quemque voluptas (a cada uno lo domina su pasión)- y palabras como «menzazo» y «nebbiolo» que hay que buscar en el diccionario. 

2. Los siete pecados capitales de los arquitectos. Robert Adam.

Después de ¿Quién teme a la Bauhaus feroz? lo más cáustico que he leído sobre los arquitectos famosos. 

3. La Historia taurina a través de la prensa. Antonio Petit Caro. 

El autor —a quien un colega suyo llamó «patricio de la prensa cabal»—murió el 26 de febrero. Descanse en paz.

4 y 5. La otra música y Todavía no. José María Sánchez Silva.

Leyendo el blog de Aurora Pimentel me he animado a leer a Sánchez Silva. 

6. Del amor, del olvido. Miguel d’Ors 1972. 

Sobre el prólogo —divertidísimo— y las erratas hice un tuit.

7. La cuarta copa. Scott Hahn. 

Ya va por la tercera edición. Es de esos libros que uno tiene ganas de releer en cuanto lo acaba. 

8. Conversaciones con J.M. Ibáñez Langlois. 

Muy bueno. 


        ¡Ah! ¡Se me olvidaban! ¡Qué olvido!

9, 10 y 11. Los entremeses filosóficos La sucursal y Don Sandio y el ensayo Palabra dicha y dichosa, todos de Javier Gomá. 


sábado, 3 de abril de 2021

Sábado Santo (II)

 Wilder vuelve de Torrevieja a las 17:30, justo a tiempo para recogerme y partir, conmigo, hacia Torremendo. 

De 18:00 a 19:10, Vigilia Pascual gozosísima y riente en Torremendo. Al terminar la Vigilia un adulto joven y jovial me aborda: «Padre, ¿me regalaría una bendición?» Y yo: «Que Dios te bendiga a ti, a tu familia y todas tus cosas. ¿De dónde eres?». Y él: «De Colombia por la gracia de Dios, Padre». Y yo: «¿De Colombia? ¡Viva Colombia! ¿Puedo presentarte a un amigo colombiano?». Y él: «Cómo no, Padre». Le pido que me siga y, camino de la sacristía, me informo: se llama Néstor. Ya en la sacristía encontramos a Wilder charlando con Nacho. Hago las presentaciones y se hacen amigos y se alegran mucho de conocerse. Pero Wilder y yo tenemos que salir pitando para San Miguel. 

De 19:30 a 20:36, Vigilia Pascual en San Miguel televisada por VegaFibra. Muy bien. Con incienso y todo. 

A las 21:30 voy a felicitar las pascuas a doña Nati y Paco. Charlamos por los codos. Paco pone la grabación de la Misa que él ha seguido por la tele y nos reímos mucho al comprobar que ni el cura sabe muy bien qué y cuándo tiene que hacer. 

A las 23:00 vuelvo a casa desafiando el toque de queda que las autoridades han decretado con su autoridad. 

Todo muy bien. ¡Bendito sea Dios!

Sábado Santo (I)

 A las 9:30 voy con Wilder a abrir la iglesia. En la puerta están ya esperando J. y  J.M., su esposo, que ha hecho una promesa. De joven cantaba en el coro y no quiere morirse sin cantar otra vez a la Virgen de los Dolores. Pero quiere cantar para la Virgen cuando no haya gente en la iglesia. 

Wilder descubre el camarín de la Virgen de Dolores que está vestida con un velo negro y nuevo, confeccionado por doña Nati. J. se emociona un poco, J.M. se emociona un poco y yo también me emociono un poco. Y me emociono un poco más cuando J.M. empieza a cantar: «La roca fría del Calvario…». 

Sigue teniendo bien templada la voz a pesar de que los años y la emoción le hayan restado algo de la potencia que —al parecer— tenía en sus años mozos. Wilder me dirá luego: «Qué bien ha cantado, Padre, me emocioné». Muy bien. 

Hay que preparar la Vigilia Pascual: descubrir las imágenes, rellenar de cera líquida las velas, mover bancos, poner flores…

Estamos en eso cuando vuelve J. porque se le ha olvidado… darme un generosísimo donativo. «Que Dios se lo pague», digo. Y ella: «Buen pagador es». Y se va. 

A las 11:00 llega Teresa. Preparamos el lucernario, el cirio pascual, el  incensario y el pregón. Muy bien. Preparamos la Liturgia de la Palabra con solo tres lecturas del Antiguo Testamento, la Epístola y el Evangeliario. Muy bien. Preparamos la Liturgia de la Bendición y aspersión del agua y pedimos a la floristería dos guirnaldas para adornar la pila bautismal y el candelero del cirio pascual. Muy bien. Preparamos la Liturgia Eucarística poniendo los manteles, los candeleros, y las flores en el altar, en el ambón y a los pies de San Miguel. Muy bien. 

Llegan Eva y Miguel para ayudar a poner el Cristo Yacente en su altar. 

Un último repaso para asegurarnos de que cada uno sabe qué y cuándo tiene que leer; cuándo y qué luces hay que encender; cómo y cuándo hay que incensar… Muy bien. 

Cerramos la iglesia y nos vamos a comer. 

Después de comer Wilder sale a buscar un locutorio en Torrevieja para mandar un dinero a Colombia. Yo escribo esto y me voy a la Iglesia. (16:09)

viernes, 2 de abril de 2021

Viernes Santo (II)

 viernes, 2 de abril de 2021

A las 16:00 voy a la iglesia y encuentro en El Paseo un nutrido —sí, nutrido— grupo de alegres muchachos enmascarados. Reconozco a dos hermanos de la catequesis: Diego y David. David me saluda: «Hola Papa».   Diego le corrige:  «No es el Papa, es el párroco, don Javier». David insiste: «Sí es el Papa». Y Diego, mucho mejor informado porque es mayor y va más adeantado en la catequesis, lo instruye: «El Papa se llama Francisco y vive en Valencia». Muy bien. 

Al llegar a la iglesia C.B. Me pide agua bendita. Se la doy. Es filipina. Me cuenta que su hermano -que vive en Filipinas con su esposa, sus cuatro hijos y su madre de más de ochenta años- tiene una neumonía provocada por el coronavirus. Me cuenta que en Filipinas hay miles de nuevos infectados cada día. Se emociona. Yo también. Me muestra una caja y su contenido: unas velitas que enciende cada día para rezar en su casa; el rosario que le regaló su madrina cuando hizo la primera comunión y un libro de oraciones que le regaló la misma madrina cuando se confirmó. Me pregunta que si lo puedo bendecir todo y la bendigo a ella con todas sus cosas e intenciones. Antes de despedirnos me pide oraciones, me entrega un sobre con un generoso donativo y me da las gracias. Y yo le digo: God bless you. Y ella se queda rezando ante el monumento con su librito de oraciones y sus velitas y su agua bendita y su corazón que vuela del Cielo a Filipinas. 

Salgo con Wilder para Torremendo. 

De 17.00 a 18:00, Oficio de la Pasión en Torremendo. Muy bien. 

De 19:00 a 20:00 Oficio de la Pasión en San Miguel. 

Y luego, silenciosa y respetuosamente, mientras doy la primera catequesis a María y a su hermano Fernando —que quieren bautizarse— y a su madre —que quiere que se bauticen— y mientras oigo algunas confesiones, los de la Hermandad del Cristo Yacente preparan su imagen primorosamente y los de la Cofradía de la Dolorosa retiran la suya. De modo que, cuando termino con lo mío, son las 21:00 y la iglesia está así: 




Y a las 21:30 me despido de Ana Mari y de Gloria, que aún están rezando, y cierro la iglesia por el toque de queda que las autoridades han decretado con su autoridad y vuelvo a casa para escribir todo esto. Muy bien. 

Viernes Santo (I)

 viernes, 2 de abril de 2021

Abro la iglesia a las 9:30. Repaso las rúbricas para el Oficio de Pasión. Wilder llega a las 10:00. Preparamos el presbiterio que queda así: 


Wilder se va a encargar de descubrir la Cruz, de llevar al altar el corporal y el misal y de ayudarme a repartir la comunión. Ensayamos una, dos, tres veces. Muy bien. 

Llegan Marisol y Angelita —y luego Encarnita— para arreglar el manto de la Virgen. Muy bien. Llega Jeanette —y luego, poco a poco, otros seres humanos— para orar ante el monumento. 

Empiezan a llegar los miembros de la Junta de Cofradías que van a organizar el recital de música de Semana Santa. Llegan los estadantartes. Llegan las amables concejalas del Ayuntamiento.

Llegan los romanos. Pasa un niño con su tía y le oigo decir: «Ten cuidad, tía, que ahí hay dos romanos». Se ve que tiene claro quienes son los malos. 

A las 12:30 empieza el recital. Tradicionalmente la banda de mayores sale el Viernes Santo en otros pueblos y son los niños apoyados por algunos profesores los que acompañan la procesión en San Miguel. Este año no hay procesión pero hay recital. Jose Manuel —el presidente de la Junta de Cofradías— dice unas palabras muy bien dichas. 

Me siento cabe el alcalde y su amble esposa pero, antes, voy a casa a buscar un sombrero para protegerme la calva. 

En El Paseo, frente a la iglesia, hay un centenar de almas —alma más, alma menos— y un ambiente de Semana Santa genuino. 


                                        Foto Carmen Rosario


                                        Foto Miguel Escolano













jueves, 1 de abril de 2021

Jueves Santo (II)

 jueves, 1 de abril de 2021


A las 16:00 vuelvo con Wilder a la iglesia. Comprobamos que ya han traído las flores del altar. Muy bien.


Wilder va a oficiar  como turiferario por primera vez así que ensayamos una vez. Otra. Otra vez. 

«Je, je» —pienso para mí— «se diría que lo ha estado haciendo toda la vida». Muy bien.

A las 17:30 salimos para Torremendo. Nacho lo ha preparado todo. Muy bien 

De 18:00 a 19:00, misa de la Cena del Señor en Torremendo. Muy bien. 

A las 19:05 Wilder y yo salimos de Torremendo para San Miguel. El aforo  permitido en la iglesia —setenta y cinco almas— está completo. 

De 19:30 a 20:00, misa de la Cena del Señor en San Miguel. Empieza Teresa con una monición para advertir que la colecta se destinará a Cáritas. Muy bien. 

Después de la Misa y de la reserva del Santísimo, Wilder me ayuda a  mover la pesada roca que sostiene la gran Cruz del presbiterio  —y la misma Cruz— en el centro del presbiterio. Luego me ayuda a poner la imagen de la Dolorosa en un pedestal junto a la Cruz. Doña Nati se ofrece a hacernos un caldo de pescado para el ayuno y la abstinencia de mañana, Viernes Santo. Se lo agradecemos mucho con palabras de agradecimiento. 

El altar queda desnudo, como mandan las rúbricas. 

A las 21:30 nos despedimos para que a Wilder le de tiempo a volver a casa antes del toque de queda que han decretado con su autoridad las autoridades. 

Antes de salir apagamos las velas del monumento pero dejamos encendida una lamparilla roja que titila como diciendo: «aquí estaré toda la noche». 

Muy bien. 

Jueves Santo (I)

 jueves, 1 de abril de 2021

Wilder llega a las 9.30. Hay que preparar la Misa dela Cena del Señor con el cáliz de mi ordenación, limpiar los bancos con Moblysol, engrasar la puerta del garaje, y llevar la Comunión a Ana y a Conchita.

Los ornamentos quedan  así:

Los libros así:





    A las 10.30 llegan Marisol y Angelita para poner el manto negro a la Dolorosa. Wasap a Ana: que si es buen momento para llevarle la Comunión. Que sí. Pues que voy.  La Virgen queda en la sacristía.


A las 11.45 llegan las primeras flores para el monumento. Mientras Wilder las coloca desde arriba, Marisol, Angelita, X y yo le damos indicaciones confusas y contradictorias desde abajo: «ese más a la derecha; no, ese no, el otro; el otro, el otro hacia afuera; gira un poco ese; no hacia ti; no hacia nosotras».

A las 12:30 sostengo la puerta para que entre una señora que parece extranjera por su acento cuando me dice: «Vengo a ver al Señor. Él dirá: ‘¡Oh, no! ¡Ella otra vez!’». A lo que replico: «Seguramente se alegrará mucho con esta visita». Y ambos nos reímos pero no a carcajadas ni nada de eso. Junto al Sagrario la lamparilla titila como haciéndonos un guiño. 

Llegan  las últimas flores del monumento que queda asina:

Llamo a Conchita. Que si es buen momento para llevarle la Comunión. Que sí. Allá que voy. 

A las 13:30 vuelvo. Wilder ha dejado los bancos brillantísimos. 

La credencia queda así: 

Todavía no han llegado las flores del altar. Nos vamos a preparar la comida del Jueves Santo.