viernes, 22 de abril de 2022

Hope for the World

viernes, 22 de abril de 2022

 (Víspera de san Jorge)


Es el título del libro que acabo de zamparme y en el que Guillaume d’Alançon hace preguntas y Raymond Leo, cardenal Burke, responde amablemente. 

¿Quién es Guillaume d’Alançon? No tengo ni idea. Solamente sé que es francés y que pregunta muy bien. 

¿Quien es el cardenal Burke? Es difícil saber quién es alguien si uno —como yo— no lo conoce. Pero, en la primera página del libro, él mismo se presenta así:


«Soy un americano, hijo de un granjero, de ascendencia irlandesa. Mi abuela paterna dejó su hogar en Cullen, County Cork, Irlanda, a finales de los ochenta del siglo XIX. Uno de mis bisabuelos paternos había emigrado de Ballgryffin, County Tipperary, Irlanda, a principios del XIX. 

La familia de mi madre vino de Inglaterra bastante antes. Eran protestantes. Mi madre creció en la Iglesia Baptista de América. Su madre, única de mis abuelos a la que conocí aunque murió cuando yo tenía seis años, fue una cristiana piadosa con quien mi madre estuvo muy unida. Cuando mis padres se casaron,  mi madre se sintió atraída por la fe católica y fue introducida en las verdades de la fe por un excelente sacerdote irlandés, el Padre Bernard McKevitt, rector de la parroquia de mi padre. Mi madre profundizó en la fe católica y jugó un papel decisivo a la hora de transmitirla a mis hermanos, a mis hermanas y, también, a mí. Yo, que había observado desde niño su amplio conocimiento de la fe y la firmeza de su práctica, me sorprendí cuando supe que no había sido católica siempre. Ella misma, a la horade su muerte, alabó al Padre McKevitt por el modo en que la había preparado para entrar en la total comunión con la fe católica. También manifestó siempre una profunda gratitud por la fe de sus padres que la  dispuso a encontrar la plenitud de esa fe en la Iglesia Católica». 


Me parece todo un modelo de autopresentación. Apenas habla de sí mismo. Se da a conocer por su patria, por su familia y por su fe. 


¿Me ha encantado el libro? Sí, me ha encantado. ¿Lo recomiendo? Sí, lo recomiendo. Mañana es el día del libro.

jueves, 21 de abril de 2022

¿Es usted feliz, oiga?

jueves, 21 de abril de 2022


A decir verdad, oiga usted, raras veces me pregunto tal cosa y eso mismo me inclina a responder que soy un ser humano afortunado.

De todas formas voy a tratar de responder a su pregunta.

Verá usted: en primer lugar —de verdad lo digo— no estoy muy satisfecho de mí mismo. Nunca me ha ido bien con los exámenes. Los de la escuela son cosa pasada pero ese examen diario de mi conciencia a duras penas lo paso, alguna vez que otra, por los pelos, con un cinco raspado. Con franqueza se lo digo: no soy lo que se  llama un tipo ejemplar.

Si usted es de los que piensan que estar satisfecho de uno mismo es la clave de la felicidad llámeme «infeliz». Pero le diré una cosa: mi insatisfacción conmigo mismo no solamente no me impide considerarme un tipo afortunado sino que —de verdad lo digo— es la clave de mi satisfacción con todo lo demás.

Pongamos el ejemplo de mis padres. Son dos seres humanos a los que no cambiaría por nada del mundo. ¿Estoy satisfecho de ellos? Aquí, lo siento, la palabra «satisfacción» no me parece apropiada. A usted le digo que, cada día que pasa, los recuerdo con más admiración y que, si no supe agradecerles sus regalos fue porque nadie en el mundo —a menos que fuera alguien mejor que ellos— sabría hacerlo. Soy un tipo afortunado. 

Pongamos el ejemplo de mis hermanos. Son doce seres humanos a los que no cambiaría por nada del mundo. Soy un tipo afortunado. 

Podríamos seguir poniendo ejemplos con mis sobrinos —una multitud incontable— con mis sobrino nietos, con mis amigos, con mis vecinos, con los tiempos y los lugares en que me ha tocado vivir, con los papas y obispos y sacerdotes que me han caído en suerte, con mi lujoso Seat León y mis demás propiedades materiales, con la casa parroquial en la que habito y con el día de hoy en Alicante —soleado, fresco, amable— … La conclusión sería siempre la misma: soy un tipo afortunado a quien todo se le ha regalado.

¿Satisfecho de mí mismo? Pues no, la verdad. Pero, por eso mismo, ¡qué contento!

domingo, 17 de abril de 2022

Vigilia pascual 2022

 sábado, 16 de abril de 2022

El cuerpo muerto de Jesús estaba envuelto en un sudario, enrollado con vendas y encerrado en un sepulcro cuya entrada estaba tapada con una piedra que solo con mucho esfuerzo podrían movervarios hombres fuertes.

El cuerpo glorioso y resucitado del Señor salió del sepulcro como había salido del vientre de santa María su cuerpo pasible y mortal: ni rasgó el sudario ni rompió las vendas, y atravesó la roca como la luz del sol atraviesa el cristal. 

Cuando Nuestro Señor fue a resucitar a Lázaro, hubo que abrir la sepultura, olía a corrupción y, una vez resucitado, tuvieron que desatar sus vendas para que pudiera caminar.

Nadie tuvo que desatar a Jesús resucitado. Cuando, al amanecer del primer día de la semana hubo un terremoto y los guardias —antes de de quedar como muertos— vieron un ángel como un relámpago que se sentaba sobre la piedra, el sepulcro se abrió no para que saliera Jesús sino para que, primero las mujeres y, luego, los apóstoles, pudieran entrar en él, ver, creer y salir a anunciar lo que habían visto. 

No olía a corrupción el sepulcro de Cristo, sino al mismo perfume con el que María había ungido en Betania los pies del Maestro y cuya fragancia había llenado toda la casa. 

El sepulcro de Cristo se abrió para que la primera Iglesia pudiera entrar en él y llevar luego por todo el mundo, con la Buena Nueva del la Resurrección, el buen olor de Cristo.

Esto celebramos hoy con alegría. 

¡Feliz Pascua!


martes, 12 de abril de 2022

Mira lo que te digo

 lunes, 11 de abril de 2022

«Mira lo que te digo: hay tanta gente de oro que se cree basura por culpa de gente basura que se cree de oro que es súper injusto. Piénsalo».

La frase está tomada de Instagram. Me ha  llegado al corazón. El ser humano que la ha dejado allí —un varón con aspecto de persona honrada— probablemente necesitaba desahogarse o, quizá, quería animar a otra persona amada y deprimida. Inmediatamente he sentido simpatía hacia él y me he identificado con la gente de oro que se siente basura por culpa de la gente basura. 

Después de pensarlo un poco sigo sintiendo simpatía por él pero ya no me identifico con la gente de oro que se siente basura por culpa de la gente basura que  se siente de oro.

Después de pensarlo un poco digo:

1. La gente —los seres humanos—  ni somos de oro ni somos basura.

2. Podemos «sentir» que somos de oro o que somos basura pero sentirse así no es ser así. 

3. Cada vez que me percibo como ser áureo,  y  cada vez que  me percibo como basura, sé que yerro. 

4. Cuando me percibo como ser áureo sé que yerro pero me alegro y no busco culpables.

5. Cuando me percibo como basura me enojo y busco culpables y los persigo, y los atrapo, y los juzgo y los condeno: ¡basura!

6. Cada vez que contemplo la Cruz de Cristo veo a uno que ha sido condenado por mí —y por ti, querido hermano— como basura. 

7. Cada vez que contemplo  la Cruz de Cristo veo un corazón humano que  ni es de oro —sangra— ni es basura porque lo perdona todo del modo más gentil. No muere diciendo «perdona a esta chusma» o «perdona a estos corazones de oro». Muere implorando el perdón para todos. 

lunes, 4 de abril de 2022

La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como lo asediaban con sus preguntas, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». 

El silencio de Jesús es inquietante para quien pregunta y ya tiene preparada una objeción a cualquier respuesta como en Twitter. Por eso dice el evangelista que lo asediaban con sus preguntas

La impaciencia es mala. Estaban deseando que respondiera para seguir discutiendo como en Twitter. El silencio, en general, nos fastidia cuando estamos más interesados en discutir que en pensar. Cuando Jesús dice: «el que esté libre de pecado, tire la primera piedra» les rompe el esquema. 

La mujer está sola ante Dios con su pecado mientras ellos son un grupo. Cada uno de sus acusadores cree que puede refugiarse en el anonimato. Pero Jesús no responde al grupo, a la masa anónima que se refugia en la Ley sin dar la cara, sino que apela a la conciencia de cada uno de ellos. No les dice que la Ley es mala, les pregunta: ¿Alguno de vosotros es tan santo que no necesita misericordia o perdón además de Ley? 

Nadie podrá decir que Jesús aprueba el adulterio —gran violencia— o que recomienda la lapidación de los adúlteros, o que condena el Derecho Penal o el Código de Derecho Canónico porque ha venido  a abolir la Ley. 

Hay que ser muy complicado para no entender esa sencilla caridad de una madre y de un padre que quieren, de verdad, a su hijos —al adúltero y al de la liga contra el adulterio, al acohólico y al de la liga antialcohólica— hasta el punto de dar la vida por ellos. Es la sencilla verdad que se expresa en la parábola del hijo pródigo.

Ya sé, ya sé que ustedes, impacientes lectores solamente quieren saber qué diablos escribió Jesús en el suelo del Templo de Jerusalén al amanecer de aquel día glorioso. La impaciencia es mala, impaciente lector.  ¡Viva la parsimonia!

domingo, 3 de abril de 2022

Perdonar

 domingo, 3 de abril de 2022

¿Qué es perdonar? 

Perdonar es seguir queriendo y seguir haciendo el bien a quien nos ha hecho algo malo. 

Dios es amor y el amor lo perdona todo. 

Nosotros no somos Dios pero somos hijos de Dios y Dios, nuestro Padre, está empeñado en que aprendamos a perdonar para que nos parezcamos a Él.

El domingo pasado, Jesús nos contaba la parábola del hijo pródigo. Allí aparecían un padre buenísimo, imagen de Dios, unos criados obedientes, imagen de los santos, y dos hijos que lo tenían todo y que no eran felices porque ni querían a su padre, ni querían a sus criados ni se querían entre ellos. Esos hijos no querían a su padre, pero su padre sí los quería a ellos. Cuando el hijo pequeño volvió a casa su padre lo abrazó y lo besó. Y, cuando el  mayor se enfadó con su padre su padre no se  enfadó con él. 

Nosotros nos enfadamos con Dios y con nuestros hermanos. Y es normal, porque no somos Dios. Pero, a veces, cuando nos enfadamos, hacemos y decimos cosas que no están bien. Y eso no es normal, porque somos hijos de Dios y tenemos que aprender a seguir bendiciendo a Dios incluso cuando estamos enfadados con Él sin razón. 

Uno se enfada con Dios y empieza a blasfemar y a decir cosas horribles contra Dios. Otro se enfada con Dios y decide que ya no va a volver a Misa. Cuando hacemos esas cosas somos dignos de lástima y Dios nos mira con pena. 

  Uno se enfada con su hermano y ya no lo saluda por  la calle. Otro se enfada con su hermano y empieza a hablar mal de él o intenta hacerle daño y humillarlo. Cuando hacemos esas  cosas somos dignos de lástima.

¿Qué hace Jesús con los pecadores, o sea, con nosotros?

Jesús, hombre como nosotros, también se enfadaba a veces. Enfadarse no es malo. Pero en Jesús no hay pecado. Por eso Jesús nunca se enfadó con su Padre Dios, y cuando se enfadó con nosotros, los hombres,  ni se enfadó por una tontería ni nos retiró el saludo ni nos deseó ni nos hizo ningún mal. Al contrario, rezó por nosotros y nos enseñó rezar así: «perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». 

Cuando llevaron ante Él a una mujer pecadora Jesús dijo a los acusadores: «el que esté libre de pecado, tire la primera piedra». Lo dijo para que nosotros, que muchas veces nos enfadamos por tonterías dejemos de enfadarnos por tonterías. Y lo dijo para que nosotros, que a veces, como Él nos enfadamos con razón, aprendamos a perdonar y sigamos haciendo el bien al que nos ha hecho algún mal. 

Como estamos en Cuaresma tendríamos que ir todos a confesarnos. Jesús nos dirá, como le dijo a esa mujer pecadora: «No te condeno, vete y no peques más». 

Aprenderemos a perdonarnos unos a otros. Ya no nos enfadaremos por tonterías y, cuando nos enfademos con razón, nos acordaremos de Jesús y de la Virgen María y empezaremos a tener paciencia y a hacer el bien a todos.