lunes, 11 de abril de 2022
«Mira lo que te digo: hay tanta gente de oro que se cree basura por culpa de gente basura que se cree de oro que es súper injusto. Piénsalo».
La frase está tomada de Instagram. Me ha llegado al corazón. El ser humano que la ha dejado allí —un varón con aspecto de persona honrada— probablemente necesitaba desahogarse o, quizá, quería animar a otra persona amada y deprimida. Inmediatamente he sentido simpatía hacia él y me he identificado con la gente de oro que se siente basura por culpa de la gente basura.
Después de pensarlo un poco sigo sintiendo simpatía por él pero ya no me identifico con la gente de oro que se siente basura por culpa de la gente basura que se siente de oro.
Después de pensarlo un poco digo:
1. La gente —los seres humanos— ni somos de oro ni somos basura.
2. Podemos «sentir» que somos de oro o que somos basura pero sentirse así no es ser así.
3. Cada vez que me percibo como ser áureo, y cada vez que me percibo como basura, sé que yerro.
4. Cuando me percibo como ser áureo sé que yerro pero me alegro y no busco culpables.
5. Cuando me percibo como basura me enojo y busco culpables y los persigo, y los atrapo, y los juzgo y los condeno: ¡basura!
6. Cada vez que contemplo la Cruz de Cristo veo a uno que ha sido condenado por mí —y por ti, querido hermano— como basura.
7. Cada vez que contemplo la Cruz de Cristo veo un corazón humano que ni es de oro —sangra— ni es basura porque lo perdona todo del modo más gentil. No muere diciendo «perdona a esta chusma» o «perdona a estos corazones de oro». Muere implorando el perdón para todos.
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