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lunes, 4 de mayo de 2020

Parroquia en fase 0 (2)

lunes, 4 de mayo de 2020

A las 8:00 leo las normas del obispado sobre la desescalada por fases desde el estado de alarma hacia la nueva normalidad. 
En la fase1, que empezará el 11 de mayo:
El aforo de la iglesia estará limitado a treinta personas en San Miguel de Salinas y a diez en Torremendo.
A las personas que se encuentren en los llamados «grupos de riesgo» les rogamos que sigan la celebración desde sus casas por la televisión de San Miguel que también emite en Facebook: Vega Fibra San Miguel. ¡Viva Vega Fibra!
Se recomienda vivamente a los asistentes el uso de mascarillas aunque no sea obligatorio.
Si hay cantos solamente deben oírse las voces del sacerdote y del organista y no es porque ellos canten mejor que los demás sino por razones de higiene.
No está permitido agruparse en la puerta de la iglesia a la entrada o a la salida de la misa. Dentro de la iglesia hay que permanecer siempre a una distancia de dos metros de los demás. 
En las pilas de agua bendita habrá gel desinfectante bendecido. Se recomienda que al entrar y al salir todos se desinfecten las manos y hagan una oración implorando a Dios la purificación de sus pecados. 
Para la comunión los asistentes permanecerán en sus sitios. El sacerdote dará la comunión en silencio a los que estén de pie o de rodillas, presentándoles el Cuerpo de Cristo para que lo adoren en silencio y comulguen. 
La iglesia será desinfectada antes y después de cada celebración. Se ruega a todos los que puedan ayudar en esta tarea que se pongan en contacto con el párroco. 

A las 9:00 Simon viene a desinfectar la iglesia y va a la ferretería a comprar cositas. 

Después de misa, a la una, cuando acabo de publicar la homilía llega Enrique para hacer una visita el Santísimo. Me dice que no se me oía bien por la tele, que el micro que usaba antes era mejor. Le pregunto que cuándo abren la peluquería. Me dice que hoy ya está abierta y me da el número de teléfono. Llamo. Que vaya ahora mismo. Vuelo a la peluquería. 

A la una y media voy a la farmacia a comprar mascarillas. La farmacéutica me felicita porque calcula que he perdido ocho kilos. Me felicito. Alcohol de romero no tienen, pero pedirán para mí. 

A las dos paso a recoger las viandas de doña Nati. Exacto: la bolsa grande para Simon, la pequeña para mí.

Después del té de las tres y cuarto me tomo el té de las tres y media

¿Qué tal Birdman? Pues déjame pensarlo un poco. ¿No es de tiros? No, no es de tiros. 

A partir de las seis se acaba el té. Es tiempo de tilas, manzanillas y esas cosas. 

Acaba de irse el sol. He cerrado los ojos para dejar que desciendan de la cabeza al corazón —como los vencejos de los aires a sus nidos— las últimas palabras de la Luz del sol: «se terminó de imprimir el día 2 de septiembre de 2019». 

Bergamín toma un verso de La canción de Grisóstomo y lo trata así de bien:
De una luz, de una voz, de un sueño huido,
tu corazón que calla te lo advierte
al pulso de la sangre en su latido:
en todo hay cierta, inevitable muerte.
En el eco engañoso de tu oído;
en la llama que en sombra se convierte;
en tu cansado corazón vencido:
en todo hay cierta, inevitable muerte.

domingo, 3 de mayo de 2020

Parroquia en fase 0 (1)

domingo, 3 de mayo de 2020

El sermón de Newman sobre la reverencia debida a la Virgen no me ha impresionado. No. 

El capítulo XVI del Ceremonial de obispos trata de la bendición de una cruz que se ha erigido en un lugar público, separado de la iglesia, o en el presbiterio. 

A las doce misa. Somos siete al principio: Joan, Teresa, Jeanette y yo —habituales— más Encarnita, X y X. Para el Credo se une Andrés, el organista, que viene de Almoradí. 

14:30 Abro el primer paquete de AHMAD TEA que me regaló Matthew. Contiene veinte bolsitas de English Breakfast Tea

Anoche vi Goodfellas de Scorsese. Hoy toca The Crown, episodio 9 de la tercera temporada. Es cuando se decide que lo del príncipe Carlos con Camila, mejor no. 

«Hoy día la comunidad inglesa ya se ha despedido de poder tener una adecuación entre lengua hablada y escritura, ya ha pechado con la pega de tener que manejar una especie de bilingüismo: una lengua hablada y otra escrita. Dualidad que les impone unos tributos gravísimos; por ejemplo, uno que todavía hay ¿pedagogos? que quieren exigir también de los niños españoles, sin motivo ninguno: no enseñar a leer hasta los seis años, cuando ya se conoce mucho vocabulario. Está claro que para niños ingleses o norteamericanos no cabe hacer de otro modo: primero tienen que enterarse de cómo se llaman muchísimas cosas, a fin de que, a la vista de las figuras que las representan, den los sonidos de los nombres de estas cosas a las combinaciones de letras que acompañan a aquellas figuras, combinaciones que, bastantes veces, guardan un parecido sólo remotísimo con lo que hay que pronunciar. Un niño español puede tranquilamente practicar la viceversa: aprender a leer, por ejemplo, a los cuatro años, de forma que la lectura pueda servirle de instrumento -utilísimo- para la incorporación de vocabulario; el ponerse en contacto con los nombres de las cosas mediante la lectura despierta su interés para conocer de qué se trata, con lo que espontáneamente y sin sentirse obligado va ampliando su vocabulario».

¿Dónde está La luz del sol? ¡Aja! debajo de Fracasología. Veamos el capítulo XI. Pero, un momento. Luz de lluvia. ¿Qués es esto? ¡Ah sí!
Introspección del ocaso es el título del capítulo XI dedicado a la hora úndécima que es la de la puesta de sol. 
Se trata de dar un paseo por Arcadia; la pintada por Poussin, la contada por Sannazaro o ¿por qué no? la imaginada por el imaginativo lector. 

Las voces del eco (p. 115)
Se va ovillando en el alma
el hilo sutil del sueño.
Y en tu corazón se quedan
dormidos los pensamientos. 
(José Bergamín)

sábado, 2 de mayo de 2020

Parroquia en estado de alarma (16)

sábado, 2 de mayo de 2020
San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia.

7:00 Subo al campanario para otear y oteo. Hace un par de días, Teresa y yo encontramos un vencejo en la puerta de la iglesia. Al parecer no podía volar. Ayer, cuando subía al campanario, otro vencejo entró por la tronera y allí se quedó, como el primero, sin poder remontar el vuelo. Con cuidado introduje el libro de los sermones parroquiales de Newman en el muro, encaramose a él  el vencejo,  lo alcé lentamente hasta la ventana y ¡zas! saltando, echó a volar. Y aquí estoy yo oteando y los vencejos revoloteando y el sol saliendo y tiñendo de rosa la salina. 

En la fiesta de san Matías de 1832 Newman desarrolló en su sermón una sola idea que aparece en el libro de Job y que hoy en día pocos se atreverían a insinuar en la predicación aunque el mismo Jesús formula como una pregunta: ¿acaso el amo tiene que estar agradecido a su siervo cuando este cumple con su deber?
«He llamado a Judas miserable porque no debemos hablar de los pecadores a la manera falsamente caritativa de quienes los tienen por desdichados más que por malvados; así aprenderemos nosotros a no excusar nuestros propios pecados». 
La elección de san Matías en su lugar pone de manifiesto que «para Dios es fácil cumplir sus designios sin nosotros, poniendo a otros en nuestro lugar si no le obedecemos. Sucede a menudo que quienes han gozado de su favor (…) se confían y se vuelven presuntuosos. Creen que tienen asegurada la salvación y que Dios necesita de sus servicios cuando, en realidad, los acepta generosamente». Pero el Señor arrendará la viña a otros labradores (Mt 21, 41)
Por tanto, nuestra elección es, como la de los judíos, condicional: «Paz para todo el que obra el bien, ira para el desobediente». Igual que san Matías «somos bautizados por los muertos, llenamos las filas e los que han peleado el buen combate, sí, pero también rellenamos el hueco de quienes (…) han frustrado su vocación». 

A las diez y media llega Simon a desinfectar la iglesia.

A las doce misa. Memoria obligatoria de San Atanasio. Lecturas de la feria. 

Décimo capítulo de La luz del sol.
Luz de la esperanza, luz de despedida: se acaba el día. 
«Desde el punto de vista científico no es fácil asumir que el ámbar amarillo es la petrificación de las lágrimas de un pájaro». 
Hay que leer con el ordenador a mano para contemplar los cuadros que van saliendo. Claro que los colores no se aprecian del mismo modo. Por ejemplo, en La vista de Delft de Vermeer, lo que Galmés describe como «el aterciopelado naranja de la tierra en primer plano» en mi pantalla sale como un aterciopelado melocotón o albero. Fuera de ese pedazo de tierra sobre el que aparecen siete personas junto a un embarcadero, todo el cuadro es una línea de casas entre dos luces: la suave de un cielo nublado que ocupa casi dos tercios del lienzo y la más potente del río que actúa como un espejo. Y no, no es un cuadro como para desmayarse. Al contrario, puede ser contemplado en conjunto y en sus detalles con ánimo sereno. 

Las voces del eco. (p. 78)
Ella tiende su mano protectora
entre la fiera y yo, para guiarme
por la senda celeste de su aurora. 
(José Bergamín)

viernes, 1 de mayo de 2020

Parroquia en estado de alarma (15)

viernes, 1 de mayo de 2020
San José Obrero

A las 8:30 redacto una carta para los colaboradores de Cáritas informándoles del destino de sus donativos durante el mes de mayo. La personalizo al mandarla a cada uno por WhatsApp.

A las nueve explico a Simon su tarea de mayo. Se pone manos a la obra con entusiasmo inglés. Luego preparo y publico los horarios de misas a partir del 11 de mayo, día en que, al parecer, entraremos en la etapa cero de nuestro  camino hacia la nueva normalidad. ¿O ya estamos en la etapa cero?

A las 9:45 preparo el altar, el ambón, el libro de la sede y la homilía. Lecturas de la feria. Memoria de San José Obrero, prefacio de san José. Pongo el alba en la lavadora. Programa: delicados, frío sin centrifugado.

A las dos menos cuarto voy a buscar las bolsas de doña Nati para Simon y para mí. Bendigo a doña Nati, bendigo los alimentos y me zampo los alimentos. 

Después de tender el alba hay que escribir, traducir y publicar la homilía

Página 181 de La luz del sol: Capítulo IX Luz dorada.
«Plena reconciliación con los sentidos». 
El autor sigue la pista de Juan Ramón y Zenobia durante su luna de miel e intenta describir «con el Diario de poeta y mar la Hora en que la tarde se despliega».
Hay más viajeros sensibles a la luz y aficionados a llevar un diario de viajes. Paul Klee, por ejemplo. Ése es el significado de esta hora feliz: el color y yo somos una sola cosa. Soy pintor. (Pauk Klee citado por Galmés)
Espera un momento. Voy a buscar «metamerismo» en la Wiki. Vale, ya está. Sigamos. 
«Una vez comprendida la complejidad del matiz luminoso, podemos intentar hacer de él un proceso plenamente consciente». Aplaudo cuando llego aquí: «Dicho sea de paso, a veces no es tan malo mantener cierta inconsciencia». 
No es la primera vez que me desternillo con Galmés. De hecho es la última hasta ahora. Escribe: «Estoy convencido de que Stendhal fue honesto cuando describió su mareo en Florencia al ver tanta belleza; pero no fue consciente del morboso atractivo romántico que provocó. Anteriormente, si a alguien se le ocurría desmayarse ante el Duomo, y decía que era por su insuperable belleza, lo encerraban en un calabozo hasta que se le pasase la borrachera. En cambio la sensibilidad romántica ha hecho de la exhibición emocional un factor de distinción espiritual». La cita podría alargarse y, con ella, la risa. Pero temo que me demanden. No sé en qué página he leído que está prohibida la reproducción total o parcial etc.
¡Viva Rothko! ¡Claro que sí! Y toda la simpatía para Galmés que reconoce: «Pero llorar, llorar, lo que se dice que es llorar; llorar no lloro». 

Me dice Teresa que nos mandan sesenta litros de leche para Cáritas. Me felicito. 

Las voces del eco (p. 74)
Por eso ahora lo que yo más siento
no es sentir que la vida no me dura
sino que no me dura el sentimiento.
(José Bergamín)

jueves, 30 de abril de 2020

Parroquia en estado de alarma (14)

jueves, 30 de abril de 2020
San Pío V

A las 12:35 me uno al retiro sacerdotal por Skype. 

A las cuatro menos cuarto me llama Mari Mar. Su marido ha dado positivo en la prueba del COVID-19. Ella ha dado negativo. Charlamos largamente. 

A las siete envío por WhattsApp la homilía de hoy y otro capítulo de las catequizis de Juana Manuel Cotelo que están teniendo un gran éxito. Trece minutos después, recibo un mensaje de Mariano: «Padre ¡qué breve la homilía de hoy! Y me ha mandado la catequizis 19 cuando ya íbamos por la 20. ¿Se encuentra bien?». Envío la catequizis 21. Avisan desde el obispado: alguien ha perpetrado un robo informático en la cuenta de una parroquia. 

Capítulo octavo y hora octava de La luz del sol
Pasamos de la luz furiosa a la luz generosa. «El día se serena, no en vano es la hora de la siesta». 
La tarde empieza a ser, em las cosas, divina. (JRJ citado por Galmés)

En Fracasología encuentro este sitio www.ibarrareal.com desde donde, al parecer, uno puede instalar letrería o tipografía española en su procesador de textos. Habrá que probarlo. 
Y otro fraile para la historia de la ciencia: fray Agustín Frafán fue el primero en proporcionar un remedio para prevenir el escorbuto. (p. 151)

El mundo de ayer
«…saberse despedir de todo aquello que en otros tiempos había sido nuestro orgullo y nuestro amor». (p.447)
Dejo a Stefan Zweig celebrando su quincuagésimo aniversario, en un día de noviembre de 1931 (p. 451)

Las voces del eco (p. 51)
¿Qué me importa a mí que tengas
o que no tengas razón
si lo que tú no has tenido
ni tienes es corazón?
(José Bergamín)

Nueve y media: felicito a don José Manuel Rico por su quincuagésimo quinto cumpleaños. 

martes, 28 de abril de 2020

Parroquia en estado de alarma (12)

martes, 28 de abril de 2020

Sitting in the sun under the dove.
(Romeo y Julieta, Shakespeare)
17:00
Estoy en el campanario. Barriendo la escalera, por más señas. Abro la puerta y Teresa —que está del otro lado tratando de poner orden en las bolsas de ropa que han traído para Cáritas— se pega un susto. 
Repuesta del susto me anuncia que, en la puerta de la iglesia, me espera un sacerdote. 
Me asomo a la puerta y me encuentro con un amigo enmascarado. Diácono es, no sacerdote. Charlamos largamente. 

17:30
Voy a rezar el rosario al cementerio. Me encuentro allí con el ex alcalde de San Miguel. Charlamos brevemente bajo una fina lluvia. 

18:00
Llega el coche de la funeraria con el cortejo de amigos de Antonio. Rezamos un responso en la puerta del cementerio. En el panteón bendigo la sepultura. 

18:20
Simon me ayuda a llevar a los locales parroquiales los trescientos —300— kilos de ropa que han traído a la iglesia. Luego nos tomamos un güisqui pascual y brindamos: Cheers. Charlamos largamente. 

19.30
Hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora. 

20:00
Capítulo sexto de La luz del sol. 
La hora sexta es la del mediodía en calquier lugar del mundo donde el sol salga a las seis. Quizá por eso Galmés titula asina este capítulo: Pleno sol. Los meridionales a esa hora, rezado el Ángelus, echamos nuestra primera siesta. 
Sostiene Galmés que al llegar a este punto y hora estuvo a punto de cambiar el tema del libro para ponerse a hablar de las chicharras cuyas voces amenizan la hora sexta del Mediterráneo desde junio hasta agosto. 
Los ronquidos del chamán que sestea dirigen el canto de las cigarras, «paréntesis de luz que ni avanza ni termina».
Galmés ha descubierto seis maneras de visitar el panteón de Agripa según el tiempo disponible. Yo a estas horas dispongo de menos de un minuto porque tengo que cantar las Vísperas. Pero a usted, amable y desocupado lector, le aconsejará Galmés que, en vez de venir a Benidorm, si quiere tomar el sol, pase quince días soleados en Roma. 

Vísperas. 

21:30
Buenas noches, amables señoras. Buenas noches.

lunes, 27 de abril de 2020

Parroquia en estado de alarma (11)

lunes, 27 de abril de 2020

Cita con Newman. 
A este sermón, que predicó en la fiesta de la Conversión de San Pablo, hay que volver. 
San Esteban pidió el perdón para sus enemigos y vio al Salvador. Su petición fue escuchada y el mismo Salvador se apareció a Saulo. Así «el primer mártir logró de Dios el surgimiento del más grande de los apóstoles». 
«En medio de su furia fue golpeado y derribado por un milagro y se convirtió a la fe que perseguía».
A las doce misa. La ofrezco por Ángel. 

A eso de la una y media voy a arrancar mi coche pero mi coche no arranca. Simon me ayuda con una batería pero nada. Viene Bruno y —¡zas!— lo pone en marcha. Llevo el coche al taller de Bruno. 

A las dos paso por casa de doña Nati que ha preparado dos bolsas de comida: una —grandísima— para Simon y otra —pequeñita— para mí. Tomo nota. Venciendo la tentación de quedarme con la grande se la llevo a Simon. Ya en casa bendigo a doña Nati. Luego bendigo el cocido que ella me ha preparado y me lo zampo. 

A las cuatro y media doña Nati me deja su lujoso coche y voy al cementerio. A las cinco bendigo la sepultura de Ángel y rezamos un responso. Una señora a la que no reconozco porque lleva mascarilla va respondiendo entre lágrimas «el Señor es mi pastor, nada me falta». La miro y me sonríe con los ojos. 

Paso por el despacho de Torremendo para recoger los libros de bautismos y defunciones. Me encuentro con Emilio, el colmenero. Charlamos. Le agradezco el regalazo que me hizo: un frasco enorme de miel. Me cuenta que le han robado veinte colmenas de las cincuenta y seis que tenía. Me lo cuenta con la sonrisa de siempre y con la tranquilidad de quien siempre es dueño de sí mismo, aunque reconoce que ha pasado unos días malos por eso. Tomo nota. 

Vuelvo a San Miguel. Bruno me trae el coche con una batería nueva. Me cobra solamente 115 —ciento quince— euros. Recuerdo que vino esta mañana para ayudarme arrancar el coche, que ha vuelto esta tarde para traérmelo, que en Navidad me regaló una cesta de golosinas y el Domingo de Ramos un pan hecho en casa y lo veo como a Emilio, como siempre, sonriente y sereno. 

Invito a Simon a tomar un güisqui. Lo tomamos sentados en las butacas de Ikea que están en un rincón de la antesacristía. Charlamos largamente. 

«Exultante» es el título del capítulo quinto de La luz del sol que Álvaro Galmés dedica a la hora quinta. Hora de la «exaltación de la luz» en la que «el espacio es plenamente transparente y el aire limpio y diáfano». Me demoro en la consideración de esa palabra —diáfano— tan griega, tan dulcemente sonora. 
El capítulo se abre ex abrupto con una paradoja zigzagueante: «No hay nada mejor que un mal escritor para expresar bien un pésimo tópico». Luego da la bienvenida a esos males escritores que han cantado la felicidad de esta hora como debe ser cantada «desde el exceso y la sobreexcitación». 
Entre esos malos y bienvenidos escritores aparece Alejandro Sawa con una cita de su diario y otra de Valle Inclán que lo recordaba así: «Tuvo el fin de un rey de tragedia: murió loco, ciego y furioso». Para terminar de justificar la bienvenida a Sawa, Álvaro Galmés añade: «Sin talento para la literatura, todo su genio se consumió en un vivir desaforado». Dios lo tenga en su Gloria. No debió ser mala persona porque, aunque confiesa que en los días de sol lee a Hobbes y a Schpenhauer, reconoce con gratitud hacia su Málaga natal: «Nacido en un país de brumas, en Inglaterra, yo sería malo quizás». 
¿Vas a contarnos aquí el capítulo entero? Bueno, puedo esforzarme un poco para resumirlo en una palabra. ¡Adelante! Pues no sé: ¿emocionante? Vale ¿has acabado ya? Hombre, si me dejas añadiría algo. ¿Qué? Una cita que he encontrado en este capítulo. es de un tipo que se preguntaba sobre nuestra conciencia de lo real. Tienes exactamente veinte segundos para añadir esa cita, luego a rezar Vísperas. Gracias, amigo. Allá va la cita: «Es el mismo mundo que conocemos, pero visto como en un día de fiesta». 

Vísperas. 

domingo, 26 de abril de 2020

Parroquia en estado de alarma (10)

domingo, 26 de abril de 2020

Sin el afán de Dios nuestro planeta sería un yermo de fealdad.
(Luis  Barragán)

Veamos qué dice Álvaro Galmés de la hora cuarta. Por cierto ¿no es esa la campana del reloj de la iglesia dando las siete? Anda, toma el libro y lee.
¡Hum! Hora de la gimnasia y de la desnudez esta en que el sol calienta nuestros cuerpos sin quemarlos
Probablemente, bajo esta luz, descubrió Juvenal la diferencia entre un desnudo griego y un griego desnudo. 
Y ¿cómo llamaremos a esta hora? ¡Sí! ¿Por qué no? La hora de Hopper. 
Ahora la mirada. Ved ahí al Arquitecto encorvado sobre su viejo tablero de dibujo: el ceño fruncido, la lengua asomando ligeramente por la comisura derecha de sus labios y empeñado en colorear una casa sin ventanas ni muros, hecha, solo, de luz solar. Ved ahí a Barragán a quien —según dicen— la muerte sorprendió cambiando los colores de su casa. Aunque yo, que de la muerte algo sé, apostaría los mil dólares que no tengo a que fue Barragán quien sorprendió a la muerte. 

Vísperas. Qui morte victa praenites. Que, vencida la muerte, resplandeces.
Mañana, a las cinco de la tarde, entierro de Ángel en Torremendo. Dale, Señor, el descanso eterno. Brille para él la luz perpetua. 

sábado, 25 de abril de 2020

Parroquia en estado de alarma (9)

sábado, 25 de abril de 2020
Amanece. ¡Ay de mí que no puedo contemplar desde la plaza la salida del sol de la que habla Álvaro Galmés! Puedo, sí, asomándome a la calle que llaman “del mar” entrever la agonía de las sombras que por allí se arrastran.
Oficio de Lecturas de san Marcos. Himno O vir beate y Te Deum porque es fiesta. 

Hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora. 

Laudes. Himno Mentibus laetis tua festa y Benedictus.

Oficio de Lecturas de san Marcos. Himno O vir beate y Te Deum porque es fiesta. 

En la Epifanía de 1834 Newman predicó el sermón titulado La gloria de la Iglesia cristiana. No es un sermón corto: ocupa once páginas. ¿Que qué me ha parecido? Pues farragoso. 

Tercia. Himno Iam surgit hora tertia

Leo en el capítulo XV del Ceremonial de los obispos lo que se refiere a la bendición de una nueva fuente bautismal. ¿Leo, ya que estoy, el siguiente capítulo que va de la bendición de la Cruz? Vacilo. Miro la hora. No.

Anoche murió Miguel. Me llaman para confirmar que el entierro será a la una. Recuerdo que di la unción de enfermos a su madre y a su esposa. Descansen los tres en paz. 
Me llaman para decirme que ha muerto Lorenzo. El entierro será mañana en Torremendo. 
Me llama don Jose Luis Satorre desde Orihuela. Que si puede hacer el entierro de mañana porque es amigo de la familia. Y claro que que sí. Descanse en paz Lorenzo. 

Hay que preparar el altar, el ambón, el libro de la sede, los ornamentos rojos y la homilía. 

A las doce misa. Hay que ofrecerla por Miguel. 

A la una entierro. Llueve y hay llanto. Bendigo la sepultura y rezamos un responso. 

Hay que recoger la comida que doña Nati ha preparado para Simon y llevársela a Simon. 

Hay que comer. ¡Viva doña Nati que ha preparado algo para mí!

Hay que escribir la homilía y traducirla al inglés porque ayer David O' Mahoney me dejó un mensaje en Facebook que decía: “As there are a lot of English speaking parishioners, would it be too much to ask to have an English translation? Even occasionally would be nice in the spirit of inclusivity.”
¡Viva Irlanda!

Misterios gozosos. 

Hay que ir a la iglesia para gozar mirando al sagrario durante media hora. Fijamente, claro. De paso hay que tirar la basura. 

Hay que buscar una partida de bautismo. No aparece el libro de bautismos. Llamo a Teresa. Que el libro está en Torremendo desde la visita pastoral. Mañana habrá que ir a Torremendo. 

¿Qué hay hoy de La luz del sol? Pues la hora tercera, luz penetrante, que pasa del anaranjado al amarillo. Es la hora de Musia. Los que ya hemos cantado los Laudes podemos pasar al breakfast room. El autor nos guía hasta el Sir John Soane's Museum (13 Lincoln's Inn Fields) donde el arquitecto del Banco de Inglaterra se ingenió un alambique solar para disfrutar de esa tercera hora en la que los fantasmas han huido y toca periódico y mermelada de naranja (amarga, a ser posible). Yes sir. 
Ahora la luz es tiempo que se piensa. (Octavio Paz citado por A.G.)

Dejo La luz del sol y tomo mi tablet. Toca rezar Vísperas, ya revestidos para la Cena del Cordero. 

viernes, 24 de abril de 2020

Parroquia en estado de alarma (8)

viernes, 24 de abril de 2020

Amanece exactamente como lo dice Álvaro Galmés en «La luz del sol». Hoy, en los rosados dedos de la aurora, percibo esa luz vacilante que lava las tristezas del corazón, y no sé en que manera le despierta a pensamientos divinos, antes que se ahogue en los negocios del día. (Fray Luis de León citado por A.G.)

En el oficio de Lecturas seguimos leyendo el Apocalipsis.
Para que los negocios del día no ahoguen el corazón hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora. 

Laudes. Himno Aurora lucis

Hoy el sermón de Newman es el que predicó —magnífico— en la fiesta de la Circuncisión del Señor (1 de enero de 1831).
Jesús se sometió a la Ley de Moisés y a las costumbres de su pueblo. Los apóstoles «ni abandonaron los ritos judíos ni obligaron a hacerlo a quienes estaban acostumbrados a ello. La costumbre fue una razón más que suficiente para conservarlos». De ahí toma pie Newman para exhortar a sus oyentes a «conservar las formas externas de lo religioso (…) aunque en sí mismas sean indiferentes o no tengan origen divino». Y a quienes preguntan por qué habríamos de someternos a una costumbre que no ha sido impuesta por Dios contesta que la Biblia nos revela lo que hemos de creer, porque se trata de algo sobrenatural; que las materias del deber moral nos son reveladas por la conciencia y la razón guiadas por Dios y que lo relacionado con las formas externas se nos manifiesta mediante la tradición y la costumbre «que nos obligan a aceptarlas aunque no lo mande la Escritura». Los que claman por un culto «más espiritual» frecuentemente acaban aboliendo el culto del mismo modo que los que se resisten a orar en tiempos determinados acaban no orando en absoluto. Nuestras prácticas y ceremonias no solamente ejercen influencia en nosotros por el uso continuado, además son «figuras de verdades preciosas del evangelio» y «poseen una nota de sacramentalidad». Por eso «debemos guardadrnos de quienes (…) induciéndonos a dejar de lado nuestros ritos, lograrán que abandonemos del todo nuestra esperanza cristiana». También en esto se comprueba que, a menudo, una aparente mejora teórica «se convierte en una locura practica». 

Nada mejor que el sermón de Newman para lanzarse con entusiamo a la lectura del capítulo XIV del Ceremonial de los obispos que trata de la bendición del cáliz y la patena. 

Hay que preparar el altar, la sede, el ambón y la homilía. Hoy comienza el discurso del Pan de Vida que iremos leyendo hasta el sábado de la III semana. Haré la memoria de san Fidel de Sigmaringa de quien la monición de entrada destaca la «caridad exquisita con los calvinistas de Suiza». ¿Intenciones de Misa? Ana me ha pedido que la ofrezca por sus difuntos padres: Ana y Fidel. Tomo nota. Además hoy es el cumpleaños de Jorge. 

A las doce, misa de doce. 

Después de Misa, Teresa me ha recordado que hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hermano. Fue el mismo día en que ella se rompió la muñeca y por eso no se le olvida. Hay que preparar dos bolsas de Cáritas y escribir y publicar la homilía de esta mañana. Luego habrá que comer algo. 

A las tres Tercia

Misterios dolorosos.

Veamos el capítulo II de La luz del sol. 
La segunda hora, la más corta del día empieza cuando el sol ha salido por el horizonte y el que lo ha visto se queda pasmado aunque lo haya visto mil veces porque siempre es distinto y porque «uno tiene la impresión de no haber visto el nacimiento del día sino el de todo el universo». 

Media hora mirando fijamente al sagrario. 

Vísperas. Magníficat

jueves, 23 de abril de 2020

Horas non numero nisi serenas

jueves, 23 de abril de 2020

Horas non numero nisi serenas.

Hoy sí, por fin, el caprichoso abril nos regala un cielo puro surcado solamente por el vuelo de las tímidas y alegres avecillas etc. 
14° C
Viento del Noroeste a 12 Km/h
En la plaza siguen los trabajos de reforma pero no hay ruido.

Por un tuit de manoletux me entero de que ha muerto Marcos Mundstock. Descanse en paz. 

A las nueve y media abro la iglesia y… Exacto: hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora. Esclerocardia. 
Ad Officium lectionis. Hymnus Hic est dies. Lectio prior de libro Apocalypsis.
En la plaza los trabajos de reforma se han vuelto, otra vez, ruidosísimos. 

En el Ceremonial de los obispos leo lo que se refiere a la bendición de un altar móvil. Tomo nota porque me parece que a estos altares no se les dedica la atención que merecen. Aunque sean móviles no dejan de ser altares dedicados permanentemente al sacrificio eucarístico y, si no se dedican, deben, al menos, bendecirse. (972-983)

Ad Laudes matutinas. Himno Aurora lucis.

Hay que felicitar a los nueve Jorges que conozco (uno ya difunto) y unir en el altar sus intenciones a la mía. Hoy además cumpliré el encargo especial de un paterfamilias que pide oraciones por sus hijos: Ignacio, María, Cristina, Carmen, ÁlvaroJosemaría, Fernando y Gracia. Sin olvidar a mi tía M que ayer se encomendaba a mi oración llorando un poco y pidiéndome muchas disculpas por haber llorado un poco. 

Cita con Newman:
Recordamos con nostalgia la inocencia de nuestra primera infancia que, sin embargo, dura un instante. «Solo mientras permanece inactivo es como el agua tranquila en la que se refleja el cielo». Pero el niño tiene que crecer. «Por tanto, no debemos lamentar que los años de la infancia hayan pasado». En realidad «lo que éramos de niños es un barrunto, un presagio santo, dado para nuestro consuelo (…) una profecía del bien que nos espera, una muestra de lo que tendremos, multiplicado, en el cielo», de lo que Dios hará con nosotros si rendimos «el corazón a la guía del Espíritu Santo». (Del sermón se 1833 en la fiesta de los Santos Inocentes)

Hay que preparar el altar, el ambón, la sede y la homilía. Me llama Ignacio B: «¡Padre! ¿Cómo hago para ver la misa?». Le mando el enlace de Vega Fibra. 
A las doce y media Círculo por Skype. 

A las tres y media hay que escribir la homilía de la mañana y publicarla en el blog. Ya está. Me piden un certificado. Ya está. Hay que escribir a un amigo. Ya está. ¿Qué más? ¡Ah sí! 
A las cinco y cuarto videoconferencia con un artista del diseño para tramar el diseño de un altar portátil. Ya está. 

Hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora. 
A las siete menos cuarto suena el teléfono. Que me traen un libro y que dónde estoy. Que la iglesia. Recojo el libro. ¿Lo desempaqueto? No. Misterios luminosos. Hora Nona. 

A las siete y media vuelvo a casa. ¿Qué tal si me hago un té? ¡Buena idea! 

Muy bien. Veamos ahora el libro. ¡Hum! ¡Que bonita edición de Pre-Textos! ¿Número de páginas? 283. ¿Peso aproximado? 400 g. ¿Tamaño? En pulgadas 8x13. ¿Título? La luz del sol. ¿Autor? Álvaro Galmés Cerezo. ¿El famoso arquitecto? El mismo. Y ¿de qué va? Pues no lo sé. Veamos. 
El autor lo explica en el prólogo. Va de «los efectos que la luz suscita en el ánimo». ¿Lo de Kandisnky con los colores? No sé. Supongo que algo así. Dice que el libro se divide en doce capítulos subdividos en una «Hora» y una «Mirada». Si leo un capítulo al día lo terminaré el sábado cuatro de mayo. 
A ver la Hora Primera. 
«Hay instantes en los que un espíritu sensible (…) advierte una regresión momentánea. Entonces le parece que el día oscila como la llama de una vela hacia el lado de la luz o que regresa de nuevo hacia la noche» Porque por la mañana, aunque todavía no hay sol, ya hay sin embargo, claridad (Gava). Y como «el sol por las mañanas ha de tomarse su tiempo para decidir si sale o no» así, en esa hora, «nuestros sentidos se renuevan poco a poco olvidando el letargo nocturno». Y no solo los sentidos porque también, a esa hora el pensamiento «todavía pertenece a la esfera de lo nocturno». Es la Hora Primera, en la que el aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada, «un ofrecimiento sin más, una invitación a la vida todavía no aceptada por completo». Pero una invitación que lava las tristezas del corazón, y no sé en qué manera le despierta a pensamientos divinos, antes que se ahogue en los negocios del día (Fray Luis de León).
Son las nueve de la noche y ya estoy deseando que amanezca para volver a experimentar esa asombrada perplejidad del corazón en la primera hora de la que nadie me había dado razón hasta hoy. ¡Qué bien!