martes, 14 de septiembre de 2021

Aplausos y abucheos: costumbres bárbaras

 Suena la última nota de la  Meditación de Thais de Massenet. 

Rusanda Panfili lo ha dado todo y está a punto de desfallecer de placer porque el público (escaso) no ha contaminado el recital con toses o tonadas de celulares. 

Todo ha sido perfecto pero la perfección es fugaz. 

El público dedica cuatro segundos --cuatro-- a homenajear con su silencio la música y la interpretación. Luego se manifiesta como lo que es --gente ruidosa--  y prorrumpe en aplausos. Ha muerto la poesía.

Propongo que el público civilizado guarde silencio en los conciertos --sin aplausos ni abucheos-- como solía hacer el Pueblo de Dios durante la Misa. 

Hay formas civilizadas y silenciosas --santas-- de manifestar contento o descontento en un concierto o en Misa sin aplausos ni abucheos. La mejor de todas es salir apresuradamente de la sala de conciertos o de la iglesia en cuanto termina la función --si uno desaprueba la función-- o permanecer allí en acción de gracias largamente --si uno aprueba la cosa-- dejando que, en el silencio, lo que uno aprueba, penetre en el alma.