martes, 26 de octubre de 2010

Don Jose Mario

Es diácono permanente y colombiano  de Colombia y -por ambas cosas- motivo de gran confusión entre una feligresía que tiende a marearse con las novedades cuando se amontonan. Lo llaman "ecónomo", "obispo", "diacocono", "cura casado de los Venezuela que se casan a diferencia de los de Argentina, como el Rector Magnífico, que es extranjero -argentino a juzgar por su modo de hablar- pero no parece tener esposa...", "comboniano" y, últimamente, "el autónomo".
Yo me esfuerzo todo lo que puedo por explicar que no hay ninguna irregularidad en don José Mario. Hablo de él a tiempo y a destiempo, muestro mapas de Colombia, predico largamente cuando llega la fiesta del martirio de San Esteban Protomártir y hasta pongo fotos suyas en la red. Pero nada. Solo consigo que me miren como a un tipo extranjero que no debe estar muy bien de la cabeza por muy cura y argentino que sea. Y me fríen a preguntas: Pero entonces, ¿es cura o no es cura? ¿Por qué razón un señor casado sale a leer el Evangelio con la bata blanca y la bufanda esa en el hombro? Y me amenazan: Oiga usted, yo quiero que a mi niño me lo bautice un cura como Dios manda y no un autónomo!
Hoy don Jose Mario se ha levantado a eso de las seis de la madrugada -como todos los días- y se ha ido a la casa de las Hermanitas -como todos los días- a trabajar. ¿A trabajar? Sí claro. Don José Mario -diácono permanente- es un trabajador que vive y mantiene a su familia haciendo un trabajo que le ocupa seis horas diarias durante siete días a la semana. ¿Siete días? ¿No libra los domingos? No, no libra los domingos. Todos los días del mundo llama a la puerta de las Hermanitas amablemente, despierta amablemente a los ancianos y -amablemente- los levanta de la cama, los asea con una delicadeza de diácono permanente, los viste, les habla con cariño... son muchos. Hay que ser muy fuerte para hacer ese trabajo todos los días del mundo. Hay que ser muy fuerte por dentro y por fuera para hacerlo así de bien y amablemente. ¿Qué más hace? Pues puede usted imaginar lo que quiera... curar, vendar, limpiar, servir desayunos, llevar sillas de ruedas de un lado para otro... ¿Estará forrado, verdad? Sí, claro. Ese tipo de trabajo es muy ambicionado por lo mucho que cobran quienes lo hacen. Yo calculo que debe ganar unas diez mil libras esterlinas por hora.
Vale. El día tiene muchas horas. Trabaja durante seis horas al día. ¿Qué hace luego? Pues luego, sonriendo se despide de todos -a eso del mediodía- y se va a su casa a holgar si no es domingo. Porque si es domingo se despide amablemente de todos y se va a la cárcel para predicar el Evangelio sonriendo y luego -en su lujoso Panda- vuela hacia el Santuario para servir en el altar durante la Misa de doce.
O sea, que las mañanas del domingo las tiene ocupadas. ¿Qué hace de doce a tres y de lunes a sábado? ¿Cómo huelga? Mire usted, tiene que lavar y planchar sus camisas -suele usarlas de seda- y limpiar la casa y... ¿Cómo, no tiene servidumbre en casa? No, no la tiene. Es un tipo exigente con sus cosas y no encuentra criados que puedan limpiarle los zapatos o lavarle la ropa como lo hace él. Así que, de doce a tres huelga con esas cosas. Su extravagancia no conoce límites. Insiste en lavar su coche personalmente -siempre está más limpio que el mío- y en comer a diario y echarse una siestecilla.
¿Y las tardes? ¿Huelga durante las tardes? Huelga sí. Hoy, por ejemplo, de cuatro a seis ha ido a la cárcel. No tengo ni idea de lo que habrá hecho de seis a siete pero, conociéndolo, no habrá sido nada bueno. A eso de las siete estaba en la parroquia de Santiago como todos los martes. A las nueve ha vuelto a casa y le he dado una bolsa con algunas viandas: macarrones deliciosos y unos filetes de pollo empanados con quesito. Ha cogido la bolsa, la ha metido en su lujoso Panda, se ha puesto al volante y se ha marchado a Villena -martes 26 de octubre- para repartir las viandas entre sus amigos. Se ha despedido de mí con una sonrisa y con un ¡Gracias, Padre, que descanse! Y yo me he puesto a escribir esto. Son las diez de la noche y no ha vuelto. No tardará. Espero. Porque voy a salir a buscar a los gatos y -si me olvido la llave y se me cierra la puerta- ¿quién me abrirá? No me extraña nada que lo quieran tanto los que lo conocen. Es un diácono permanente en el mejor sentido de ambas palabras. Tampoco me extraña que la feligresía no se aclare. No sé explicar milagros.

martes, 17 de agosto de 2010

¿En qué se parecen san Miguel (arcángel) y san Pedro (apóstol)?

Muy fácil.: san Miguel echó del cielo a los murmuradores y san Pedro no los deja entrar.
La delimitación de sus jurisdicciones no está clara. San Miguel posee, al parecer, algo que intimida mucho a los demonios y que anima mucho a los apóstoles. San Pedro también, pero, además, se le han dado las llaves del Reino de los Cielos y en esto aventaja -si puede hablarse así- un tantico a san Miguel.
A san Miguel suelen representarlo los pintores en su momento de triunfo bien erguido, blandiendo una espada y arrojando a los demonios al infierno. El triunfo de san Pedro lo encuentran los pintores en su crucifixión: una especie de exaltación al revés que nos obliga a todos no a pensar con los pies -como hacen los racionalistas- sino a humillar la cabeza poniéndola en el suelo.

domingo, 6 de junio de 2010

Miramos a Jesús con la mirada de María

Hemos comentado en un primer momento el lema de nuestra peregrinación: “Mirar a Jesús con la mirada de María”. Ciertamente, fuera de la mirada de María no podremos adentrarnos en el misterio de Cristo. Nos quedaríamos en la superficie.

Pero, por su parte, también Jesús nos mira con la mirada de su Madre. Más aún, cuando fija sus ojos en nosotros, sueña con encontrar reproducida la figura de su Madre.
 
 
( Escribo +Munilla en vez de Mons. Munilla influido por don Todoerabueno que suele poner una cruz delante del nombre de un obispo para que se note que es el nombre de un obspo. Creo que adoptaré este método en adelante. Ruego a mis pacientes y amables lectores que no lean "más Munilla" sino Amable y Excelente  -o como se diga- Mons. Munilla. Supongo que mis amables lectores harán -como siempre- caso omiso a mis ruegos).

miércoles, 27 de enero de 2010

¡Toma ya! Hay que hablar lenguas.

En el blog de Mons. Munilla he encontrado esta perlita: (He puesto en rojo lo más importante -a mi juicio- y en negrita lo esencial -a mi juicio-).

Fiesta de San Sebastián
Sebastian Donearen Jaia
Apaiz lagunok, erlijioso, laiko eta famili maiteok, etxekoak eta festetarako kanpotik etorri zeratenok, agintari agurgarriak:
Merezigabeko ohorea da niretzat, jaioterria dudan Donostiako jai nagusiko Meza Santuan buru egitea… Joan den larunbateko sarrerako eukaristian, zuen aurrean pobre eta humil azaltzen naizela esan baldin banuen, beste hainbeste diot gaurko honetan. Koruko Amaren eta Sebastian Donearen babespean zuzentzen dizkizuet hitz hauek…
Decía Kierkegaard que cuando el tirano fallece, su reino termina; pero cuando el mártir muere, es precisamente entonces, cuando su reino comienza. Buena prueba de ello es el hecho de que nos encontremos reunidos hoy aquí, diecisiete siglos después del martirio de nuestro venerando patrono, San Sebastián. Solamente este detalle –me refiero a la continuidad de su memoria a lo largo de los siglos-, podría ser tomado como materia de meditación por todos nosotros: la verdadera huella en la historia la forjan los santos. Probablemente, su coetáneos pensarían de ellos que eran unos idealistas y que vivían “en las nubes”, sin poner “los pies en el suelo”… Y, sin embargo, son ellos, los santos, quienes han demostrado sobradamente, la veracidad de aquellas palabras de Cristo: “Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros” (Lc 13, 30).
Nuestro querido Papa, Benedicto XVI, definía a los santos como la estela luminosa con la que Dios atraviesa la historia… A diferencia de otro tipo de “luces”, que resultan atractivas como los fuegos artificiales, pero se apagan de inmediato, la huella de los santos perdura por los siglos… ¡Las obras benéficas, tanto espirituales como materiales, con que los santos han sembrado la historia de la humanidad, son la mejor prueba!
Hain zuzen ere, gure heriotzako orduan, beste ezerk ez du jarraipenik edo etorkizunik izango, santutasunak baizik. Gainontzeko guztia, nahiz eta oso baloratua izan momentu batean, epe motzean ahaztua izango da… Ebanjelioak beste hainbeste esaten du honako hitzetan: “Zeru-lurrak igaroko dira, baina nire hitzak ez dira igaroko” (Mt 24, 35).
Dios se las arregla para poner “santos” en nuestro camino. Y lo hace de dos maneras: por una parte nos rodea en esta vida de mucha gente buena, que son referente moral para nosotros; y al mismo tiempo, nos introduce en el misterio que conocemos como la Comunión de los Santos, poniéndonos en contacto con quienes nos han precedido en el Cielo. Ellos, los santos (y lo afirmamos de una manera especial de San Sebastián), están presentes en nuestras vidas; y muy lejos de ser meras reliquias del pasado, nos apoyan con su intercesión ante Dios, además de estimularnos con el ejemplo de su vida.De aquí extraemos una enseñanza importante: Nos apoyamos los unos a los otros. ¡Nosotros sostenemos a mucha gente, al mismo tiempo que muchos lo hacen con nosotros! Alguien dijo que el misterio de la Iglesia se parece a los miembros de una familia en la que uno es cojo, el otro manco, el otro tartamudo, el otro tuerto, sin olvidar al sordo… ¡Confiamos en que entre todos hagamos uno completo! ¡Estamos plenamente seguros de que, con la gracia de Dios, llegaremos a formar la imagen del “hombre nuevo”, a la medida de Cristo Jesús!
Éste es el ideal que nos ha marcado Cristo. Él no nos ha hecho “perfectos”, pero sí “mejorables”; tampoco nos ha hecho “imprescindibles”, pero sí “necesarios”; y sobre todo, no nos ha hecho “autosuficientes”, sino mutuamente “dependientes”.
Santuen Komunioaz ari garenez… Komunio hori aurkezteko modurik onena, zera da: geure arteko elkartasuna areagotzea. Santuekin bat izateko, geure artean ere bat izan behar degu. Senide maiteok, egun hauetan gutxitan bezalako elkartasun erronka eta desafioa atera zaigu bidera… Haitin gertatu den lurrikaraz ari naiz, noski!! Emauseko ikasleek beren ibillaldian ezusteko bisita izan zuten antzera, guri ere Jesus Bera azaltzen zaigu bidean oraingo honetan. Hain zuzen ere, Haitiko hondamendian Jesus Bera ari zaigu bidera ateratzen, eta astindu haundi batez, geure lasaikeriatik atera nahi gaitu…El ambiente festivo en el que nos encontramos no ha de ser ningún obstáculo para sensibilizarnos ante la dramática llamada que recibimos desde Haití. Es obvio que la “fiesta patronal” no es para nosotros una evasión del dolor del mundo. En realidad, el que no es capaz de compartir el sufrimiento de la humanidad, tampoco es capaz de participar de su alegría.
Por ello, desde nuestra fe cristiana, no podemos por menos de proclamar ante quien quiera escucharnos, que el Cristo sufriente está derramando sus lágrimas en Haití, y que los lamentos de aquel pueblo humilde han llegado hasta los oídos de Dios Padre. En este día en que celebramos el martirio de San Sebastián, denunciamos también la existencia de otro tipo de “martirio” que padecen tantos pueblos del Tercer Mundo, entre los cuales Haití ya ocupaba un lugar muy destacado.
En la catástrofe de Haití se encierra una llamada a despertar de nuestro letargo moral y espiritual, de nuestra tibieza y mediocridad, así como de una vida insolidaria… Donde abundó el pecado (el pecado de los países ricos contra los países pobres), Dios espera que sobreabunde la gracia: la gracia del olvido de nosotros mismos, la de la justicia social, la de un estilo de vida más austero, así como la gracia de la auténtica caridad cristiana.
A tenor de los datos que disponemos, sabemos que vuestra respuesta a la llamada de CÁRITAS está siendo muy grande. En los próximos días los responsables de Caritas Diocesana nos ofrecerán unos primeros datos de vuestra generosa contribución económica; mientras que continúan realizándose todas las gestiones posibles para que la ayuda llegue de la forma más efectiva.
Mañana jueves, a las ocho de la tarde, en la Iglesia de San Vicente, tendrá lugar un concierto a cargo del Orfeón Donostiarra, con la finalidad de recaudar fondos a favor de los damnificados de esta catástrofe. Será diez canciones ofrecidas a Dios, como un signo vivo de que el sufrimiento de los pobres ha llegado hasta nuestros oídos, penetrando en nuestro corazón y movilizando nuestros recursos…
Que San Sebastián, nuestro patrono, nos alcance la gracia de Dios para que crezcamos en sensibilidad, generosidad, capacidad resolutiva para afrontar los problemas, y por encima de todo, crezcamos en la virtud más importante: LA CARIDAD.Koruko Ama eta Sebastian Donea izan zaitezte gure lagun minak!