Mostrando entradas con la etiqueta retiro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta retiro. Mostrar todas las entradas

lunes, 9 de abril de 2012

Cosas del diablo.

He salido de casa con media hora de retraso y me he caído con mi maleta por las escaleras que son de mármol de Novelda, mucho más duro y menos poético que el Carrara. Primero me he caído yo, y luego la maleta me ha caído encima, como en los dibujos animados pero sin gracia. No he visto las estrellas como en los dibujos animados pero he recordado -del golpe- que no llevaba dinero. He ido a la CAM y luego he bajado la cuestecita que lleva al garaje y he comprobado que mi FF no estaba en el garaje y he recordado que lo había aparcado en la esquina, cuestecita arriba. 
De san Miguel he salido con hora y media de retraso, a eso de las siete y media. Pero, gracias a Dios y a san Miguel he llegado a mi predio en solo media hora, a las 20:00.

Mi plan para la semana.

Si Dios quiere saldré hoy a eso de las 18:00 por una carretera vecinal que serpentea entre olorosos bosques y, diez minutos después, entraré en la AP-7. Antes de entrar en la AP-7 me encomendaré a san Miguel para guíe mis pasos hacia el sur -donde pone "Cartagena"- y no hacia el norte, donde pone "Alicante". Con La ayuda de Dios y de san Miguel entraré en la AP-7 en dirección a Cartagena -como he dicho- a eso de las 18:10. Empezaré entonces a desgranar los misterios gloriosos del Santo Rosario y calculo que a eso de las 18:30 -recitadas las Letanías Lauretanas y las preces por las necesidades de la Iglesia y del Estado, por las buenas intenciones del señor obispo de la diócesis y por las benditas ánimas del purgatorio- hallaré una indicación que me permita salir de la AP-7 hacia El Algar -quod est interpretatur "banco de algas"-. Si todo sale según mis previsiones, a eso de las 18:45 habré llegado a mi destino.
Ahora diré algo sobre mi destino.
Es un lugar situado en algún punto entre El Algar y el Cabo de Palos donde se halla uno de los numerosos  predios familiares. Álzase allí un caserón en el que las originales inspiraciones de Alvar Aalto parecen haber tocado el corazón de un arquitecto local de tan feliz manera que el conjunto parece un organismo más que un edificio pero al huésped no le cabe la menor duda de que no está en Finlandia sino cerca del Cabo de Palos. Cuatro caminos salen del caserón y permiten recorrer el predio entre buganvillas, arriates de flores, verdes setos, huertos de naranjos jardincillos de cactus y otras maravillas. Uno de esos caminos -el segundo- conduce ante una ermita tan sencilla que resulta imposible rezar allí si uno no llega muy predispuesto a rezar.
Vuelvo a hablar de mis planes. 
A eso de las 18:48 entraré en el caserón y esperaré -en vano- que la servidumbre venga a ocuparse de mis maletas. Muy perplejo por ese desorden volveré a mi Ford Fiesta para arrastrar mis maletas hasta el caserón. Acto seguido me asomaré al oratorio para visitar al Santísimo encomendando a los amables feligreses de Torremendo y San Miguel de Salinas y a cuantos se han encomendado  a mis oraciones. Calculo que a eso de las 19:00 aparecerá alguien que me preguntará con estas o semejantes palabras: ¿Quien eres? Reprimiendo mi indignación -porque es Pascua- le explicaré que jamás doy mi nombre a un desconocido, miraré fijamente a sus ojos y guardaré silencio. (La última vez que me preguntaron ¿Quién eres? no fui tan amable). Si el preguntador se identifica y se muestra dispuesto a ayudarme a encontrar mi habitación -el caserón es grande- no dejaré de agradecer su amabilidad y hasta es posible que le dé alguna muestra de confianza. Cenaremos a las 9:00 en el comedor blanco que es un comedor blanco como su nombre indica. Charlaremos luego -distendidamente- por espacio de una media hora. Iremos al oratorio y -ya en silencio- habrá comenzado el pascual retiro del que saldré -muy mejorado, si Dios quiere- el sábado.
¿Quieren ustedes ver algo de la la Semana Santa en san Miguel?

martes, 21 de abril de 2009

Notas de un retiro pascual (Sábado)

Sábado 18 de abril

Sanseacabó

Toca irse. Cada mochuelo a su olivo. Nos vamos cargados de limones del huerto.
Antes de marcharme he ido a la ermita a despedirme de la Virgen. Luego he entrado en el oratorio para decirle “adiós” a Jesús. Lo último que he visto, justo en el momento en que me disponía a salir de allí, ha sido la cabeza de un angelito asomando entre el bosque de columnas salomónicas, a los pies de la Virgen, por detrás del sagrario. Daba toda la impresión de estar contento.

domingo, 19 de abril de 2009

Notas de un retiro pascual (Miércoles)

Miércoles 15 de abril.

Hoy me he confesado en una salita pequeña, pero no tanto que no quepan dos sacerdotes: uno de rodillas, en el suelo y el otro sentado y discretamente apartado –como a unos mil kilómetros- para dejar su puesto a Cristo que es quien me ha oído decir: Domine, tu omnia nosti, tu scis quia amo te. Y quien me ha dicho: Ego te absolvo.
Con misericordia eterna te quiero. Isaías 54, 5-14

Dios revela su amor incondicional, se revela a Sí mismo como Amor Incondicional. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará –dice el Señor que te quiere-. Se revela como amor incondicional sobre todo en el Sacramento de la Penitencia: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado (…) sacaste mi vida del abismo (…) cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Sellaré con vosotros alianza perpetua Isaías 55, 1-11

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo .Los profetas sostienen la esperanza y avivan el deseo de que las promesas de Dios se cumplan. Y, así, preparan el cumplimiento de las promesas.
En sus Sermones sobre el Espíritu Santo dice San Juan de Ávila que el Espíritu Santo solo viene sobre quienes lo desean mucho.
Toca ahora enderezar los deseos hacia Dios y hacer muchos actos de esperanza. La esperanza mueve a actuar en la misma medida en que la desesperación nos rinde a la fatalidad con un “no hay nada que hacer”. Pero sí, aún hay mucho que hacer: hay que preparar la tierra para el día en que baje la lluvia. Y pedir que no tarde.

***

En un extremo del jardín hay una ermita dedicada a la Virgen de Fátima con ocasión del año santo mariano de 1988, el año de mi ordenación. He ido hasta allí rezando el Rosario para poner en sus manos algunos propósitos, trabajos e intenciones.
Por el camino he descubierto una rosaleda y un cuadro de pitas, romero, cactus y áloes florecidos. Ya en la ermita, estaba mirando atentamente la imagen, con la cara casi pegada al cristal que la protege, cuando he notado que algo extraño se movía sobre mi frente. No era el viento –que en ese momento soplaba con fuerza- sino algo más suave que se deslizaba hacia mi sien derecha: una araña.
De vuelta a casa, en el porche, he encontrado una pequeña imagen de la Virgen de los Desamparados y he encomendado a las Hermanitas. Y en la puerta de la casa he saludado a San José cuya imagen está allí, vigilante y amable, para dar la bienvenida a los que llegan en son de paz.

***

Durante la cena –crema de calabacín y soufflé de queso- me han llamado la atención las caras de alegría y de paz de mis colegas y lo atentos que están todos –aunque anden recogidos- para hacer pequeños servicios. ¿Qué cara tendré yo?

Notas de un retiro pascual (Martes II)

El paso del Mar Rojo Ex 14, 15-15,1

Dios es quien salva con su poder. Al pueblo de Israel, abriendo ante él las aguas del Mar Rojo; a todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo. Después del paso del Mar Rojo, Moisés y los hijos de Israel cantaban: Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación. Por todas partes aparece el dilema: confiar o no confiar en Dios. Ahí está la clave: para nuestros primeros padres, junto al árbol de la Ciencia; para Abraham, en Moria; para Israel en el desierto… y para mí, ahora, en este retiro. Porque ahora es aquí donde tengo que dar mi respuesta.
La brisa recia de ayer se ha convertido esta noche en un ligero vendaval que agita los árboles del jardín y, a su modo, también habla del poder de Dios. Oyéndolo imagino a Jesús caminando sobre las aguas y calmando la tempestad en el lago de Galilea. Allí se puso a prueba la fe de Pedro.
Comparado con nuestros primeros padres, con Abraham, con Moisés, con Pedro… ¿quién soy yo?