sábado, 8 de febrero de 2025

Diario. Sábado, 8 d febrero de 2025

 San Miguel de Salinas

sábado, 8 de febrero de 2025


21:30

Vuelvo a la casa abadía 

que está vacía

y fría. 

Lo del frío lo arreglo en un periquete encendiendo una estufa de gas.

Hoy, debo reconocerlo, me alegro mucho de que la casa abadía esté siempre vacía.

Divago un poco: 

Mis padres, por ejemplo, nunca se dieron el lujo de de encontrar la casa vacía. Andaban por la vida muy enamorados. 

Don EGM, por ejemplo, cuando vuelve a su casa y quiere dormitar la siesta un rato, no puede evitar enamorarse aún más en el duermevela al que lo obligan su amable esposa y su hija que recitan a Dante en la cocina. 

Teresa, sin ir más lejos, viene a misa y vuelve a casa corriendo porque allí la espera Vicente. 

Una mi doña —por ejemplo otro ejemplo— que va rodando por la vida, tiene siempre su casa llena de gente enamorada. 

Pues bien, yo me alegro de volver hoy a casa y de encontrarla vacía. 

Sigo divagando: 

Supongamos, por ejemplo que, al llegar hoy a la casa abadía, hubiera encontrado en la cocina a una señora recitando versos de Dante con su hija y, en mi cama, a un anciano impaciente por mi tardanza y, en el comedor, a unos niños hambrientos. ¿Cómo le explicaría este desorden al obispo?

Por eso, la verdad, me ha alegrado encontrar vacía —como siempre— la casa abadía. 

Me he preparado una cena ligera pensando en todos esos hermanos míos —¡pobres!—cuyas casas han sido okupadas en nombre de la solidaridad y en esos otros hermanos míos —felices— que han llenado sus casas, por amor, de risas y de vida y de canciones. Y he dado gracias a Dios por la casa abadía y por todo. 

Luego, he escrito esto.

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