miércoles, 27 de enero de 2010

¡Toma ya! Hay que hablar lenguas.

En el blog de Mons. Munilla he encontrado esta perlita: (He puesto en rojo lo más importante -a mi juicio- y en negrita lo esencial -a mi juicio-).

Fiesta de San Sebastián
Sebastian Donearen Jaia
Apaiz lagunok, erlijioso, laiko eta famili maiteok, etxekoak eta festetarako kanpotik etorri zeratenok, agintari agurgarriak:
Merezigabeko ohorea da niretzat, jaioterria dudan Donostiako jai nagusiko Meza Santuan buru egitea… Joan den larunbateko sarrerako eukaristian, zuen aurrean pobre eta humil azaltzen naizela esan baldin banuen, beste hainbeste diot gaurko honetan. Koruko Amaren eta Sebastian Donearen babespean zuzentzen dizkizuet hitz hauek…
Decía Kierkegaard que cuando el tirano fallece, su reino termina; pero cuando el mártir muere, es precisamente entonces, cuando su reino comienza. Buena prueba de ello es el hecho de que nos encontremos reunidos hoy aquí, diecisiete siglos después del martirio de nuestro venerando patrono, San Sebastián. Solamente este detalle –me refiero a la continuidad de su memoria a lo largo de los siglos-, podría ser tomado como materia de meditación por todos nosotros: la verdadera huella en la historia la forjan los santos. Probablemente, su coetáneos pensarían de ellos que eran unos idealistas y que vivían “en las nubes”, sin poner “los pies en el suelo”… Y, sin embargo, son ellos, los santos, quienes han demostrado sobradamente, la veracidad de aquellas palabras de Cristo: “Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros” (Lc 13, 30).
Nuestro querido Papa, Benedicto XVI, definía a los santos como la estela luminosa con la que Dios atraviesa la historia… A diferencia de otro tipo de “luces”, que resultan atractivas como los fuegos artificiales, pero se apagan de inmediato, la huella de los santos perdura por los siglos… ¡Las obras benéficas, tanto espirituales como materiales, con que los santos han sembrado la historia de la humanidad, son la mejor prueba!
Hain zuzen ere, gure heriotzako orduan, beste ezerk ez du jarraipenik edo etorkizunik izango, santutasunak baizik. Gainontzeko guztia, nahiz eta oso baloratua izan momentu batean, epe motzean ahaztua izango da… Ebanjelioak beste hainbeste esaten du honako hitzetan: “Zeru-lurrak igaroko dira, baina nire hitzak ez dira igaroko” (Mt 24, 35).
Dios se las arregla para poner “santos” en nuestro camino. Y lo hace de dos maneras: por una parte nos rodea en esta vida de mucha gente buena, que son referente moral para nosotros; y al mismo tiempo, nos introduce en el misterio que conocemos como la Comunión de los Santos, poniéndonos en contacto con quienes nos han precedido en el Cielo. Ellos, los santos (y lo afirmamos de una manera especial de San Sebastián), están presentes en nuestras vidas; y muy lejos de ser meras reliquias del pasado, nos apoyan con su intercesión ante Dios, además de estimularnos con el ejemplo de su vida.De aquí extraemos una enseñanza importante: Nos apoyamos los unos a los otros. ¡Nosotros sostenemos a mucha gente, al mismo tiempo que muchos lo hacen con nosotros! Alguien dijo que el misterio de la Iglesia se parece a los miembros de una familia en la que uno es cojo, el otro manco, el otro tartamudo, el otro tuerto, sin olvidar al sordo… ¡Confiamos en que entre todos hagamos uno completo! ¡Estamos plenamente seguros de que, con la gracia de Dios, llegaremos a formar la imagen del “hombre nuevo”, a la medida de Cristo Jesús!
Éste es el ideal que nos ha marcado Cristo. Él no nos ha hecho “perfectos”, pero sí “mejorables”; tampoco nos ha hecho “imprescindibles”, pero sí “necesarios”; y sobre todo, no nos ha hecho “autosuficientes”, sino mutuamente “dependientes”.
Santuen Komunioaz ari garenez… Komunio hori aurkezteko modurik onena, zera da: geure arteko elkartasuna areagotzea. Santuekin bat izateko, geure artean ere bat izan behar degu. Senide maiteok, egun hauetan gutxitan bezalako elkartasun erronka eta desafioa atera zaigu bidera… Haitin gertatu den lurrikaraz ari naiz, noski!! Emauseko ikasleek beren ibillaldian ezusteko bisita izan zuten antzera, guri ere Jesus Bera azaltzen zaigu bidean oraingo honetan. Hain zuzen ere, Haitiko hondamendian Jesus Bera ari zaigu bidera ateratzen, eta astindu haundi batez, geure lasaikeriatik atera nahi gaitu…El ambiente festivo en el que nos encontramos no ha de ser ningún obstáculo para sensibilizarnos ante la dramática llamada que recibimos desde Haití. Es obvio que la “fiesta patronal” no es para nosotros una evasión del dolor del mundo. En realidad, el que no es capaz de compartir el sufrimiento de la humanidad, tampoco es capaz de participar de su alegría.
Por ello, desde nuestra fe cristiana, no podemos por menos de proclamar ante quien quiera escucharnos, que el Cristo sufriente está derramando sus lágrimas en Haití, y que los lamentos de aquel pueblo humilde han llegado hasta los oídos de Dios Padre. En este día en que celebramos el martirio de San Sebastián, denunciamos también la existencia de otro tipo de “martirio” que padecen tantos pueblos del Tercer Mundo, entre los cuales Haití ya ocupaba un lugar muy destacado.
En la catástrofe de Haití se encierra una llamada a despertar de nuestro letargo moral y espiritual, de nuestra tibieza y mediocridad, así como de una vida insolidaria… Donde abundó el pecado (el pecado de los países ricos contra los países pobres), Dios espera que sobreabunde la gracia: la gracia del olvido de nosotros mismos, la de la justicia social, la de un estilo de vida más austero, así como la gracia de la auténtica caridad cristiana.
A tenor de los datos que disponemos, sabemos que vuestra respuesta a la llamada de CÁRITAS está siendo muy grande. En los próximos días los responsables de Caritas Diocesana nos ofrecerán unos primeros datos de vuestra generosa contribución económica; mientras que continúan realizándose todas las gestiones posibles para que la ayuda llegue de la forma más efectiva.
Mañana jueves, a las ocho de la tarde, en la Iglesia de San Vicente, tendrá lugar un concierto a cargo del Orfeón Donostiarra, con la finalidad de recaudar fondos a favor de los damnificados de esta catástrofe. Será diez canciones ofrecidas a Dios, como un signo vivo de que el sufrimiento de los pobres ha llegado hasta nuestros oídos, penetrando en nuestro corazón y movilizando nuestros recursos…
Que San Sebastián, nuestro patrono, nos alcance la gracia de Dios para que crezcamos en sensibilidad, generosidad, capacidad resolutiva para afrontar los problemas, y por encima de todo, crezcamos en la virtud más importante: LA CARIDAD.Koruko Ama eta Sebastian Donea izan zaitezte gure lagun minak!