lunes, 27 de abril de 2020

Parroquia en estado de alarma (11)

lunes, 27 de abril de 2020

Cita con Newman. 
A este sermón, que predicó en la fiesta de la Conversión de San Pablo, hay que volver. 
San Esteban pidió el perdón para sus enemigos y vio al Salvador. Su petición fue escuchada y el mismo Salvador se apareció a Saulo. Así «el primer mártir logró de Dios el surgimiento del más grande de los apóstoles». 
«En medio de su furia fue golpeado y derribado por un milagro y se convirtió a la fe que perseguía».
A las doce misa. La ofrezco por Ángel. 

A eso de la una y media voy a arrancar mi coche pero mi coche no arranca. Simon me ayuda con una batería pero nada. Viene Bruno y —¡zas!— lo pone en marcha. Llevo el coche al taller de Bruno. 

A las dos paso por casa de doña Nati que ha preparado dos bolsas de comida: una —grandísima— para Simon y otra —pequeñita— para mí. Tomo nota. Venciendo la tentación de quedarme con la grande se la llevo a Simon. Ya en casa bendigo a doña Nati. Luego bendigo el cocido que ella me ha preparado y me lo zampo. 

A las cuatro y media doña Nati me deja su lujoso coche y voy al cementerio. A las cinco bendigo la sepultura de Ángel y rezamos un responso. Una señora a la que no reconozco porque lleva mascarilla va respondiendo entre lágrimas «el Señor es mi pastor, nada me falta». La miro y me sonríe con los ojos. 

Paso por el despacho de Torremendo para recoger los libros de bautismos y defunciones. Me encuentro con Emilio, el colmenero. Charlamos. Le agradezco el regalazo que me hizo: un frasco enorme de miel. Me cuenta que le han robado veinte colmenas de las cincuenta y seis que tenía. Me lo cuenta con la sonrisa de siempre y con la tranquilidad de quien siempre es dueño de sí mismo, aunque reconoce que ha pasado unos días malos por eso. Tomo nota. 

Vuelvo a San Miguel. Bruno me trae el coche con una batería nueva. Me cobra solamente 115 —ciento quince— euros. Recuerdo que vino esta mañana para ayudarme arrancar el coche, que ha vuelto esta tarde para traérmelo, que en Navidad me regaló una cesta de golosinas y el Domingo de Ramos un pan hecho en casa y lo veo como a Emilio, como siempre, sonriente y sereno. 

Invito a Simon a tomar un güisqui. Lo tomamos sentados en las butacas de Ikea que están en un rincón de la antesacristía. Charlamos largamente. 

«Exultante» es el título del capítulo quinto de La luz del sol que Álvaro Galmés dedica a la hora quinta. Hora de la «exaltación de la luz» en la que «el espacio es plenamente transparente y el aire limpio y diáfano». Me demoro en la consideración de esa palabra —diáfano— tan griega, tan dulcemente sonora. 
El capítulo se abre ex abrupto con una paradoja zigzagueante: «No hay nada mejor que un mal escritor para expresar bien un pésimo tópico». Luego da la bienvenida a esos males escritores que han cantado la felicidad de esta hora como debe ser cantada «desde el exceso y la sobreexcitación». 
Entre esos malos y bienvenidos escritores aparece Alejandro Sawa con una cita de su diario y otra de Valle Inclán que lo recordaba así: «Tuvo el fin de un rey de tragedia: murió loco, ciego y furioso». Para terminar de justificar la bienvenida a Sawa, Álvaro Galmés añade: «Sin talento para la literatura, todo su genio se consumió en un vivir desaforado». Dios lo tenga en su Gloria. No debió ser mala persona porque, aunque confiesa que en los días de sol lee a Hobbes y a Schpenhauer, reconoce con gratitud hacia su Málaga natal: «Nacido en un país de brumas, en Inglaterra, yo sería malo quizás». 
¿Vas a contarnos aquí el capítulo entero? Bueno, puedo esforzarme un poco para resumirlo en una palabra. ¡Adelante! Pues no sé: ¿emocionante? Vale ¿has acabado ya? Hombre, si me dejas añadiría algo. ¿Qué? Una cita que he encontrado en este capítulo. es de un tipo que se preguntaba sobre nuestra conciencia de lo real. Tienes exactamente veinte segundos para añadir esa cita, luego a rezar Vísperas. Gracias, amigo. Allá va la cita: «Es el mismo mundo que conocemos, pero visto como en un día de fiesta». 

Vísperas. 

1 comentario:

Es usted muy amable. No lo olvide.