San Miguel de Salinas
viernes, 5 de septiembre de 2025
ME ADELANTO A LA AURORA
A las 04:05 me despierto y me levanto. Oficio de lectura. Luego me acuesto otra vez. No me duermo. Misterios gozosos. Poco a poco… la purifica… zzz… ión… zzz… me voy durmiendo.
A las 06:00 suena el despertador. El cuello está atascado, las napias taponadas y los oídos igual. Me levanto y me dirijo al comedor donde está el bote de Reflex recitando la mágica salutación que empieza asina: ¡Oh Señora mía, oh Madre mía…!
MISA VOTIVA DEL MISTERIO DE LA CRUZ
La primera en el hospital a las 07:40.
La segunda en San Miguel a las 11:00.
La tercera, a las 20:00, en Los Montesinos.
Ornamentos rojos.
No bredico borque dengo daponadas das darices.
¡VIVA EL DESPACHO PARROQUIAL!
Decidido, como estaba, a leer las últimas catequesis del Papa y a estudiar un poco, me he dicho: «Si me meto en el despacho parroquial y me pongo a hacer todo lo que hay que hacer allí, no salgo de allí hasta las doce de la noche. Voy a dedicarle al despacho una hora y media».
A las 11:45 empezaba a asentar dos partidas en el libro de defunciones de Torremendo. A las 13:20 volvía de Correos, me sentaba ante mi Mc y me ponía a leer las últimas catequesis del Papa.
Ni siquiera nosotros, los perfectos de toda la vida, somos perfectos del todo. No he estudiado.
EL MEJOR DISCURSO POLÍTICO QUE HE OÍDO EN MI VIDA
Lo ha pronunciado Giorgia Meloni en el Meeting di Rimini.
¿Se puede hablar durante casi una hora ante un público más bien intelectual, sin papeles, abordando todos los temas de actualidad y arrancando, a cada paso, ovaciones unánimes? ¿Se puede conseguir citando autoridades como las de Eliot o el cardenal Sarah?
Sí, se puede hacer en italiano.
¿No se podría hacer algo así en Españita y en español?
En España se han hecho y se hacen cosas así, si no mejores, desde los tiempos de las jarchas hasta hogaño. Pero aquí, en Españita, la TV pública se dedica a incensar al heredero de un lupanar que —a más a más— se viste como un chulo y se rodea de proxenetas y de fiscales a sueldo mientras una generación de jubilados que, de jóvenes, llevaban Lo País bajo el brazo y peleaban contra un Franco ya enterrado, se aferra a su pensión, llora por los niños que mueren en una guerra lejana, hace testamento en favor de sus perros y dice que abortar es un derecho y añade —ser cursi es eso— «humano».
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