domingo, 14 de septiembre de 2025

Diario. Domingo, 14 de septiembre de 2025

 San Miguel de Salinas

domingo, 14 de septiembre de 2025


9:15

Salgo para Rojales. Como no me pierdo, lego en quince minutos. Saludo a la familia de Josefa y me revisto. 

10:15

Termina el responso, me despido y salgo para Torremendo. Voy muy bien de tiempo hasta que…

Hay una especie de carrera ciclista y han cortado la carretera. Un policía local me dice que tengo dos opciones: dar media vuelta y buscar otro camino o esperar a que pasen los ciclistas. Calcula que pasarán en diez minutos. Decido esperar y no tengo que esperar mucho porque. Inmediatamente, pasan el pelotón, los rezagados, la ambulancia y los motoristas que cierran la cosa. 

10:45

Llego a Torremendo con tiempo de sobra para saludar a Gerardo, revestirme y empezar con la ofrenda de flores. 

11:45

Ha terminado la misa de la fiesta y me despido hasta la procesión que será por la tarde.

12:10

Llego a San Miguel con tiempo de sobra para revestirme, atender a un penitente y empezar puntualmente la misa de doce y media. Me ayuda Samael que ha vuelto de un largo veraneo. Lo veo un poco más gordito, pero no le digo nada. 

También ha vuelto el coro. Muy bien.

Durante la comunión llega una señora llorando y se arrodilla en el comulgatorio. Tiene los dos ojos morados. Le doy la comunión y allí se queda, arrodillada y llorando. 

Sigo distribuyendo la comunión y, cuando termino, ella sigue allí, de rodillas y llorando. Le digo en voz bajita que si quiere, podemos hablar después de misa. 

Al terminar la misa salgo a la puerta para despedir a los feligreses: feliz domingo, happy Sunday, bon dimanche… 

—Bonita misa, Padre. 

El que habla es un joven de unos veintitantos años. Lo acompaña una joven que parece rusa y un joven que parece muy fuerte. 

Les pregunto que de donde vienen y el primer joven me mira como asombrado, me dice que viven en San Miguel y que la joven es su novia ucraniana. Entonces caigo en la cuenta de que estoy hablando con Antonio. Lo veo más gordito pero no se lo digo. Saludo a su novia ucraniana que habla un poco de español y al fornido hermano de su novia que llegó la semana pasada y no habla ni patata. 

Sale, más tranquila, la señora de los ojos morados. Le pregunto qué le ha pasado, me sonríe, dice que ha tenido un accidente y se va. 

Me está esperando una señora de San Pedro del Pinatar que necesita un certificado de confirmación para su hija. Termino de despedir a la congregación, felicito al coro y voy al despacho con la pinatarense. 

Encuentro la partida de bautismo de su hija. Una nota marginal certifica que fue confirmada. Hago el certificado en mi Mc, lo imprimo, lo firmo, lo sello y se lo entrego en un lindo sobre blanco. Se va muy contenta y agradecida. 

Aún tengo tiempo de cambiarme la camisa y de asearme un poco antes de ir a comer a casa de doña Nati. 

14:00

En casa de doña Nati encuentro a Irene que nos cuenta la siguiente historia. 

Pasando por el Collie, una señora la ha saludado: «¿Eres Irene?». Ella ha dicho la verdad: «Irene soy». Y la otra: «Yo soy F». Y,  viendo que Irene no la reconocía, le ha dicho: «Ahora me vas a reconocer». Se ha quitado las gafas y le ha mostrado sus dos ojos morados. Entonces Irene la ha reconocido. 

¿De qué conocía Irene a F? Nos hemos enterado en la segunda parte del cuento de Irene.

Resulta que hace unos días, hubo un accidente en la puerta de su casa. F salió con su moto de una calle lateral y, un joven que tenía preferencia, se la llevó por delante con su coche. Irene salió a la calle, vio a la motorista tendida en el suelo, se sentó a su lado, llamó a una ambulancia y se dedicó a darle conversación y a vigilar para que nadie tratase de moverla hasta que llegaran los sanitarios. Así conoció Irene a F y así se explica el misterio de las lágrimas en el comulgatorio que ha conmovido a la congregación. 

Después de comer hago la visita al Santísimo y luego me siento en la casa abadía. Voy a terminar de ver Perfect Days. 

17:30

Vuelvo a la iglesia y me siento para mirar fijamente al sagrario. 

18:10

Vuelvo a la casa abadía para escuchar algo de Brahms. La Sonata para piano n.º 1 en do mayor.

18.45

Me entrego a la lectura de la segunda parte de Mil ojos esconde la noche. 

19:30

Escribo esto.



20:00

Salgo para Torremendo. 

20:30

Empieza la procesión —volteo de campanas, banda y todo— y empiezo a recitar vísperas. Luego el oficio de lectura. Estamos saliendo de la plaza cuando llego a eso de «Insensatos gálatas, ¿quién os ha embrujado?». 

En la calle Meca empiezo a rezar los misterios gozosos.

En la calle de los Luceros ataco los misterios gozosos.

De la calle de los Luceros salimos a la carretera en dirección a Orihuela en la esquina del restaurante Dolce Vita, pero, en llegando al bar Desiree, la cabecera de la procesión da media vuelta de modo que, durante un rato, los que vamos y los que vuelven nos vemos las caras. 

Al pasar por segunda vez ante el Dolce Vita, empiezo a recitar los misterios gloriosos. 

De nuevo en la plaza, volteo de campanas, castigo de fuegos artificiales y todo. 

Han terminado las fiestas patronales de Torremendo. No ha habido que lamentar víctimas.

22:00

Vuelvo a San Miguel. Rezo completas, cierro la iglesia vuelvo a la casa abadía, tomo una cena ligerísima y escribo esto. 

1 comentario:

  1. ¡¡¡Cómo me gusta que le guste Brahms!!! Aunque yo hubiera escogido otra pieza...

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Es usted muy amable. No lo olvide.