La Torre
lunes, 1 de septiembre de 2025
Hoy solamente tengo dos cosas en la agenda:
Primera: llamar a Arantxa.
Segunda: visitar a Rosario y a Salvador.
6:30
Salgo de La Torre para Torrevieja. Voy oyendo una piadosa meditación y huyendo de la agresiva conducción de los pobres diablos que, ya a estas horas, andan como fuera de sí.
7:40
Primera misa por las almas del purgatorio.
8:45
Abro la iglesia de San Miguel. Oficio de lectura y laudes.
9:15
Voy a la casa abadía, me acuesto y me duermo.
10:30
Vuelvo a la iglesia.
11:00
Segunda misa por las almas del purgatorio.
11:45
Voy al banco porque es lunes.
12:00
Vuelvo a la casa abadía, me acuesto y me duermo.
13:30
Salgo para La Torre.
Cuando llego, sale a mi encuentro Pepe. Ha preparado un aperitivo. No carezco de nada.
16:00
Después del café voy a mi piso, me acuesto y me duermo.
18:00
Misa en la ermita.
La Torre no es un ashram pero, durante estos días, cinco viudas la habitan. Ofrezco la misa por sus cinco viudos.
18:45
Horchata con fartons en compañía de las gemelas. Es hora de llamar a Arantxa. ¡Qué bien!
Hablo con Arantxa. Está con Mar. Me dice Arantxa que Mar ha leído mi diario de ayer y que querría comentar conmigo ese verso de Rosales que dice que el dolor es un don. ¡Qué bien!
19:00
Cada celulita de mi cuerpo grita: «¡A la cama, a la cama!».
Nosotros, los ascetas de toda la vida, estamos acostumbrados a sobreponernos y a hacer frente a la turba canalla. Ahora toca rezar que es, según creo, amar y acostumbrarse.
Obediente, me pongo en oración y me quedo frito.
20:00
Voy a ver a Rosario y a Salvador. Los encuentro en la replaceta, sentados bajo los frondosísimos ficus. Salvador desabrocha su camisa para mostrarme la cicatriz —impresionante— que le ha dejado el cirujano.
…
He cenado en La Torre con Almudena, Fátima y Pepe.
He hablado con Arantxa y he visitado a Rosario y a Salvador.
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