viernes, 2 de abril de 2021
A las 16:00 voy a la iglesia y encuentro en El Paseo un nutrido —sí, nutrido— grupo de alegres muchachos enmascarados. Reconozco a dos hermanos de la catequesis: Diego y David. David me saluda: «Hola Papa». Diego le corrige: «No es el Papa, es el párroco, don Javier». David insiste: «Sí es el Papa». Y Diego, mucho mejor informado porque es mayor y va más adeantado en la catequesis, lo instruye: «El Papa se llama Francisco y vive en Valencia». Muy bien.
Al llegar a la iglesia C.B. Me pide agua bendita. Se la doy. Es filipina. Me cuenta que su hermano -que vive en Filipinas con su esposa, sus cuatro hijos y su madre de más de ochenta años- tiene una neumonía provocada por el coronavirus. Me cuenta que en Filipinas hay miles de nuevos infectados cada día. Se emociona. Yo también. Me muestra una caja y su contenido: unas velitas que enciende cada día para rezar en su casa; el rosario que le regaló su madrina cuando hizo la primera comunión y un libro de oraciones que le regaló la misma madrina cuando se confirmó. Me pregunta que si lo puedo bendecir todo y la bendigo a ella con todas sus cosas e intenciones. Antes de despedirnos me pide oraciones, me entrega un sobre con un generoso donativo y me da las gracias. Y yo le digo: God bless you. Y ella se queda rezando ante el monumento con su librito de oraciones y sus velitas y su agua bendita y su corazón que vuela del Cielo a Filipinas.
Salgo con Wilder para Torremendo.
De 17.00 a 18:00, Oficio de la Pasión en Torremendo. Muy bien.
De 19:00 a 20:00 Oficio de la Pasión en San Miguel.
Y luego, silenciosa y respetuosamente, mientras doy la primera catequesis a María y a su hermano Fernando —que quieren bautizarse— y a su madre —que quiere que se bauticen— y mientras oigo algunas confesiones, los de la Hermandad del Cristo Yacente preparan su imagen primorosamente y los de la Cofradía de la Dolorosa retiran la suya. De modo que, cuando termino con lo mío, son las 21:00 y la iglesia está así:
Y a las 21:30 me despido de Ana Mari y de Gloria, que aún están rezando, y cierro la iglesia por el toque de queda que las autoridades han decretado con su autoridad y vuelvo a casa para escribir todo esto. Muy bien.
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