lunes, 23 de octubre de 2023

Diario. 23 de octubre de 2023

 lunes, 23 de octubre de 2023

7:00

¿Está la plaza envuelta en las negras tinieblas de la noche? No, sino muy  bien iluminada por un frondoso bosque de farolas. 

Abro la iglesia, enciendo las luces y salgo para el hospital. 

7:20

Preparo el altar.

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

8:00

Misa. San Juan de Capistrano.

Al final aviso de que mañana me iré a Madrid y de que ya no habrá misa hasta el viernes.

8:30

Siguiendo el consejo de Concepción voy en busca de Eva. Por el camino charlo con el doctor S que me acompaña y me presenta a Eva. ¿Podrá conseguirme una bata? La que tengo es de la talla SG y tiene unas manchas que no salen. La que necesito es talla M. Sí, podrá conseguírmela. Ana María me la lllevará a la sacristía. ¡Qué amable!

Vuelvo a la sacristía para recogerlo todo. 

Subo a ver a don José Luis. Está con Sergio. Charlamos. Le pregunto que si quiere comulgar y dice que sí. Empezamos el acto penitencial: muy bien. Empezamos el padrenuestro: se duerme. Guardo otra vez el portaviático en el bolsillo. Abre los ojos: «¿No me ibas a dar la comunión?». Y yo: «Sí, pero como te has dormido…». Y él: «Ya, pero quiero comulgar». Y yo, mostrándole la Hostia: «El Cuerpo de Cristo». Y él: «Amén». Después de un ratito en silencio empiezo con las aspiraciones de San Ignacio y él va contestando. Le pido que nos dé la bendición y nos la da. Me despido. Me estoy yendo y le oigo decir: «Esto es lo más grande que hay». Se refiere a la eucaristía. 

Siguiendo el consejo de Concepción voy al departamento de personal para dejar el c.v. de Analía. El jefe de personal no está pero me encuentro con la doctora Cañón que está hablando con la secretaria de dirección. Nos saludamos. Felicito a la doctora por sus nuevos cargos —directora médica en el hospital y concejala de sanidad en Torrevieja— y comenta con pena sincera que, para afrontar sus nuevas responsabilidades, ha tenido que reducir el número de sus pacientes. La secretaria de dirección me dice que puedo dejar el c.v. en la mesa del jefe de personal y me da su —de él— correo e. Dejo el c.v. donde me han dicho y mando un correo al jefe de personal. 

Vuelvo a la capilla.

Oficio de lectura y laudes. 

Ana María me trae mi bata, talla M. ¡Qué amable! Me la pongo y me doy un paseo por el hospital tratando de pasar muchas veces por delante de los vigilantes. 

9:45

Salgo para San Miguel. Atasco en Torrevieja.

10:10

Llego a San Miguel. Saludo a Joan y voy a la casa abadía para tomarme una pastilla rosada. Mensaje a Analía. ¿Podrá venir esta tarde? Respuesta: que sí. 

Vuelvo a la iglesia, me pongo la sotana y voy al confesonario. 

Un penitente. Muy bien. 

Tercia.

Escribo esto. 

11:00

Misa. San Juan de Capistrano.

11:40

Cuento las colectas del DOMUND y voy al banco para hacer los ingresos y las transferencias.  

Anoto los movimentos de caja y de banco en las cuentas parroquiales. Me lío y me deslío. Ya está. 

Envío a Emma y a Ángel la catequesis décimasegunda.

Quince mensajes de WhatsApp. Mariano me manda un video con la Berceuse op. 16 de Fauré. Muy bien. 

12:30

Actualizo el libro de misas.

Lectura del libro de Miqueas. 

13:00

Despejo la mesa del despacho y hallo los siguientes objetos perdidos: 1) Unas pinzas. 2) Las escobillas que uso para limpiar el ordenador. 3) Los tapones antipresión para los oídos. 4) Varias facturas. 

Archivo las facturas que andaban por ahí y pongo los demás objetos hallados en sitios apropiados para encontrarlos cuando los necesite. 

Paso un paño húmedo, pero no mucho, por la superficie de la mesa. Vierto un poco de Pronto jabonoso. Se me va la mano y la mesa queda enjabonada. Tengo que pasarle un paño seco, y luego otro, para desenjabonarla. 

Desempolvo y devuelvo a la mesa: 1) El ordenador. 2) La Imitación de Cristo. 3) Los «istmos». 4) Pompa y circunstancia, de Peyró. 5) El Plan Diocesano de Evangelización. 6) El tomo II de los Sermones parroquiales de Newman. 7) El atril. 

Me lavo las manos. 

Pongo una lavadora. 

13:20

El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, de Clara Campoamor. 

14:00

Me llama doña Nati. Que voy volando. 

Samira se ha ido a Marruecos porque ha muerto su abuelo querido. Saludo a Paco, a doña Nati, a Eva, a Gracia, a José María y a Miguel. Me presentan a la suplente de Samira. Se me olvida su nombre. Se lo pregunto. Me lo dice. Se me vuelve a olvidar. 

14:54

Llama Analía. Que ya está en los locales. Salgo pitando. 

Mientras Analía limpia los locales, me pongo la bata de trabajar en casa y me entrego a la limpieza del salón de los espejos y de la cocina grande. 

Limpio un ventilador pero no lo guardo porque aún hace falta. Me acuerdo de que la tía Janusa me dijo que en Valladolid aún no han puesto la calefacción y que están pasando frío. Aquí no hace falta calefacción, por ahora. 

Limpio el robot aspirador y lo pongo en la base de carga.

16:17

Llevo una bolsa de basura al contenedor de basura orgánica y una caja de cartón llena de papeles al conntenedor de cartón y papel.

Dirijo mis pasos a la iglesia y, claro, llego a la iglesia. Misterios gozosos.

Evangelio de san Juan. 

Llamada de don Javier. 

17:15

Vuelvo al despacho. 

Preparo otras dos catequesis sobre el matrimonio. 

Analía ha terminado. Charlamos.

18:00

Dieciocho mensajes deWhatsApp. 

Veinticinco correos. Me avisan de que uno de los correos que mandé esta mañana se ha bloqueado. Trato de reenviarlo y nada. 

Manual de Teología Dogmática, Ludwig Ott. Libro I, Parte segunda,  Sección segunda, Capítulos segundo y tercero. 

19:00

Vísperas. 

19:25

Paso las escobillas por el teclado del ordenador.

Recocojo la mesa del despacho haciendo para mí algunas profundas consideraciones sobre la importancia del orden. 

Voy a Más y Más. 

19:45

Vuelvo de Más y Más. 

Apago las luces de la iglesia y la cierro. 

En la casa abadía llamo al mayordomo y le digo que tomaré una cena ligera. Que si la acompañaré con vino. Que sí. Que si ha de servirla en el despacho o en el gabite azul. Que en el despacho. Que si quiero velitas. Que sí, que por supuesto. 

Me acomodo en el flamante sillón de mi despacho —regalo de doña Nati y de Paco— me suscribo al canal de YouTube de Mariano Bas y oigo la Dance of the Blessed Spirits del Orfeo de Gluck. 

Vuelve el mayordomo con un fingido gesto de preocupación que oculta —lo conozco bien— una burla sardónica, y me dice que la cocinera se halla indispuesta y que, según su contrato, no está obligado… Me preparo una cena ligera oyendo el Cuarteto en Re M. K285 de Mozart. Mariano Bas, flauta; Darling Dyle, violín; Lesster Mejías, viola; Miguel Ángel Ros, violonchelo. 

20:40

Mensaje de voz: «Don Javier, soy Encarna. A ver cuándo viene, que aquí lo estamos esperando». ¿Quién es Encarna? ¿He quedado yo con alguien esta noche? Devuelvo la llamada. «El teléfono al que llama, está ocupado en este momento». Vuelvo a llamar. Lo mismo. 

20:45

Vuelvo a llamar y oigo la voz de Encarna que dice: «¡Qué alegría don Javier!». Y no necesito más para saber qué Encarna es esta y para comprender, aliviado, que no me está esperando esta noche. «Ya sé quién eres», digo. Recordamos las orquídeas que subían y bajaban de la capilla a su habitación del hospital y el concierto de habaneras en el que participó Aurelio —su amable esposo— y otras cosas alegres. Y le digo que mañana me voy a Madrid y que volveré pasado mañana, si Dios quiere, y que iré a verla y le llevaré lo más grande que hay en este mundo. Y ella —sabiendo de lo que hablo— exclama: «¡Ay, qué bien!».

Voy a rezar completas. Si Dios quiere, a las 22:00 estaré en la camita. Mi teléfono acaba de recordarme, con un acorde del Lullaby de Brahms, que debo ir desconectándome de él —de mi teléfono— y de todo.

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