sábado, 18 de noviembre de 2023

Diario. Sábado, 18 de noviembre de 2023

 sábado, 18 de noviembre de 2023

4:45

Llamo por teléfono a Joan para asegurarme de que está viva y despierta y para recordarle que salimos en media hora. Compruebo que está viva. No sé si está muy despierta.  

Oficio de lectura.

5:15

Cargamos las maletas en mi León. Desde Lo Safareig se ve un cielo completamente despejado que exhibe, orgulloso, su reloj de estrellas. 

Hace fresco. Joan sugiere que quite el aire acondicionado del León. Me parece una sugerencia muy juiciosa. Obedezco.

Luego pide la bendición del viaje y se la doy mientras el coche se interna en las misteriosas sombras que rodean La Torre,

5:30

Llegamos al aeropuerto del Altet y nos despedimos. Ella se va a Colorado Springs pasando por Madrid. Yo vuelvo a La Torre.

6:00

Voy a la ermita con mi Kempis.

Laudes.

Imitación de Cristo. 

7:00

Recojo y cierro todo antes de salir para San Miguel. 

7:20

Paro a desayunar en el área de servicio de Elche. 

En un rincón hay un hombre encorvado sobre una máquina tragaperras, solo. Cuando termino mi desayuno, él sigue allí, metiendo monedas en la máquina, encorvado y solo. 

8:15

Llego a San Miguel, aparco en el garaje y subo a la iglesia. Enciendo las luces y abro las puertas. 

En la casa abadía deshago mi maletita, me afeito y trasteo en Twitter. El tema más recurrente es el de las manifestaciones y las cargas de los amables policías.

Leo un resumen de prensa. 

9:00

Leo el comentario del cardenal Vanhoye a las lecturas del domingo XXXIII. 

Veo en YouTube el comentario exegético de un sabio. Cuando llega a los versículos finales del evangelio —«a ese siervo inútil echadlo a las tinieblas exteriores donde será el llanto y el recihnar de dientes»— se apresura a aclarar que allí no se trata del infierno o de un castigo, sino de una vida frustrada o algo así. Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica cita este texto, precisamente, como referido al infierno. 

10:00

Tercia. 

Hago un esquemita para la homilía del domingo. 

Recojo la ropa que tendí ayer y me entrego a las labores del hogar. Aseo el aseo, quito el polvo —ahora hay menos porque las ventanas están cerradas— y pongo en marcha el robot aspirador. 

Hay que hacer algunas anotaciones en las cuentas parroquiales. Ya está. 

Hay que actualizar el libro de misas. Ya está. 

88 mensajes de WhatsApp. Joan: Arrived safely in Madrid. Desde el arciprestazgo recuerdan las jornadas de teología. Imposible ver y leer todo lo que llega por WhatsApp. Dejo quince mensajes pendientes. 

11:30

Busco en La gracia de Cristo el comentario al evangelio del domingo. No lo hallo pero, ya puestos,  me entrego a la lectura del libro de EGM. Me quedo con este pensamiento de «Humor delegado»: Tenemos que aprender a reírnos de nosotros mismos pero, en este punto, Jesús no puede darnos ejemplo porque en Él no hay nada grotesco. En cambio, nos enseña permitiendo que otros se rían de Él. 

Interrumpo, apresuradamente la lectura porque están llamando a Misa y, en mi calidad de cura, no puedo faltar. 

12:00

Misa de Santa Cecilia. Nueve niños se incorporan este año a la banda de música. La Unión Musical celebra a Santa Cecilia. La misa comienza con el Te Deum de Charpentier. Muy bien. 

Durante la comunión veo que han venido María José y Manuel de Crevillente.

Después de misa entran a la sacristía los organizadores para agradecer la celebración —qué amables— y para dar un donativo —qué generosos—. Entra Delia con Teo. Le pregunto que si es emoción o resfriado lo que la hace llorar. Dice que ambas cosas. Entra Teresa para despedirse. Entran María José y Manuel para invitarme a comer. Quedamos a las 13:45 en un restaurante local. 

13:05

Felicito a Isabel con retraso. 

Anoto los donativos en las cuentas parroquiales. 

Mas wasaps. Armin y Heidy: que si puedo llevar mañana dos barras de pan. Que sí. 

Confirmo a Patricia la comida en La Torre para el día siete de diciembre. 

Me limpio los zapatos y salgo pitando para el restaurante local. 

13:45

Llego al restaurante local y compruebo que he olvidado el teléfono en casa. Mejor. 

Encuentro a María José y a Manuel sentados bajo un algarrobo y muy sonrientes. 

Charlamos. Nos atacan las avispas. Cinco gatos hambrientos rondan nuestra mesa. Cambiamos la mesa de la terraza por una mesa en el comedor. Charlamos y charlamos.

15:45

Nos despedimos. Ellos siguen su paseo sabatino y yo vuelvo a la iglesia. 

Visita al Santísimo. 

En la casa abadía me siento, primero, me tumbo, después y, por último, me quedo frito. 

16:30

Misterios gozosos. 

17:00

Repaso el ritual de la confirmación.

Vísperas. 

17:45

Voy a la iglesia.

Llega una señora creyendo que la misa es a las 18:00. Que no, que hoy es a las 19:00 porque hay confirmaciones. 

Llegan Teresa y Eva. Nos saludamos. Eva quiere saber si puede hacer un cursillo en la parroquia porque se va a Ecuador a pasar la Navidad y va a ser madrina de su nieta. Que sí, que lo organizamos para la semana que viene.

Teresa y yo preparamos el misal, el leccionario, el ritual, el crisma, una jofaina con agua y limón, un reclinatorio, el lavabo de fiesta, el cáliz, las vinajeras, las ofrendas y los ornamentos. 

18:30

Estamos terminando de preparlo todo cuando llega, puntualísimo, don Bienvenido, el vicario general. Nos saludamos. ¿Cordialmente? Sí. 

Me cuenta que estudió el bachillerato en el Gabriel Miró de Orihuela y que tenía un compañero de San Miguel que se llamaba Vicente Mañogil. Me pregunta que si  lo conozco. Le digo que sí, que mucho. Busco su contacto en WhatsApp y le paso mi teléfono al vicario general para que le mande un mensajito hablado. Le manda un mensajito diciéndole que está en San Miguel y que le encantaría verlo.

Va a celebrar la misa ritual, de modo que hay que cambiar los ornamentos verdes por los rojos y hay que volver a registrar los libros. 

Llega el archidiácono. Preparamos el evangeliario. 

Llega Delia y le dice a don Bienvenido qué cantos van a interpretar. A don Bienvenido le parece bien. 

19:00

Empieza, puntualmente, la misa de la confirmación de cuatro mozas del pueblo.

20:00

Terminada la ceremonia salimos a la puerta para las fotos y los saludos. Veo a Vicente Mañogil y le digo que si no ha recibido un wasap. Me dice que sí, pero que no ha entendido nada. Le presento a don Bienvenido y, en ese momento, se reconocen con dificultad porque llevaban sin verse desde el bachillerato. ¿Emocionante? Sí, mucho. 

20:30

Llega Teresa con mi teléfono y mis llaves y me dice que ha cerrado la sacristía. Se lo agradezco. Nos despedimos. Me despido de don Bienvenido que va a confesar en Guardamar, en un retiro de Emaús. 

Aquí dejo el diario por hoy. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Es usted muy amable. No lo olvide.