domingo, 12 de noviembre de 2023

Diario. Domingo, 12 de noviembre de 2023

 domingo, 12 de noviembre de 2023

8:00

La veleta del campanario señala al oeste. Brisa cálida. 

Abro la iglesia, enciendo las luces y las velas del sagrario. 

Oficio de lectura y laudes.

Parábola de la vírgenes prudentes y las necias.

9:10

Leo un resumen de la prensa de ayer.

Leo algunos tuits de hoy.

9:33

Salgo para Torremendo. 

10:00

Misa en Torremendo.

Ser prudente es ser sensato, juicioso, sabio.

A los bebés no se les puede pedir que sean prudentes pero al cura, a los catequistas y a los niños de catequesis, el mismo Jesús nos pide que lo seamos. 

Nos habla Jesús de seis muchachas invitadas a una boda. Cinco eran prudentes, sensatas, juiciosas. Y cinco eran necias.

Les habían dado un encargo muy sencillo: lo único que tenían que hacer era salir al encuentro del esposo con las lámparas encendidas. No era algo complicado. Eran lámparas de aceite y hasta un niño sabe que una lámpara de aceite no sirve de nada si no tiene aceite.

Las muchachas prudentes llenaron las lámparas de aceite. Las necias llevaron las lámparas pero no el aceite. Cuando llegó el esposo, las prudentes entraron con él a la fiesta y las necias tuvieron que ir a comprar aceite. Al volver, la puerta ya estaba cerrada. Se quedaron fuera.

Dios nunca nos va a pedir cosas complicadas. Nos pide cosas que podemos hacer con la ayuda de su gracia, si somos prudentes. 

Y no hay que esperar a ser viejo para ser sensato. De Jesús se nos dice que, en Nazaret, iba creciendo en estatura, pero también en gracia y en sabiduría. A los doce años ya podía hablar con los sabios y dejarlos admirados por su sensatez. 

Tenemos que ser juiciosos siempre: a la hora de jugar y a la hora de estudiar. Y tenemos que ser juiciosos en todas partes: en casa, en la escuela, en la iglesia. 

¿Y si nos equivocamos? Entonces, lo juicioso es reconocer el error y corregirse. 

Vamos a pedirle a Dios que nos eneseñe a ser prudentes, a cumplir sus mandamientos. Tenemos que saber los mandamientos pero, luego, tenemos que cumplirlos. Eso es ser sabio y prudente, saber lo que hay que hacer y hacerlo. 

Vamos a pedirle también que haga juiciosos a los sacerdotes y a los catequistas, a nuestros padres y a nuestros maestros. Y que haga juiciosos a los que nos gobiernan. Porque, cuando los que gobiernan no son juiciosos, arrastran a los pueblos a la guerra y a la miseria pero, si son prudentes, los guían sabiamente por caminos de paz y de prosperidad.

10:45

Catequesis.

11:05

Dejo a los niños con Yolima y vuelvo a San Miguel.

11:20

Voy a la casa abadía y me tomo las tres pastillas amarillas pequeñitas y la pastilla amarilla grande. 

Tercia. 

11:55

Voy a la iglesia. Saludo a Joan y a Laura y rezamos el ángelus.

Teresa acaba su parte de la catequesis. Me toca hacer preguntas dificilísimas a los niños. Los veo muy juiciosos.

12:30

Misa.

13:30

Llamo a Armin para decirle que empiecen a comer, porque tengo que dar la unción de enfermos a la tía de Delia y llegaré tarde.

Voy con Delia a casa de su tía. Está muy delgadita y le cuesta hablar, pero tiene la misma mirada inteligente y alegre de siempre. 

Acabo de darle la unción y estamos charlando cuando me llama el doctor S. Me cuenta que uno de los que profanaron la capilla del hospital ha ido a confesarse con don Isidro y ha devuelto las cosas que se llevaron. La Eucaristía la consumieron. Muy bien: hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por mil justos que no necesitan penitencia. 

Voy a la iglesia para dejar los óleos. Luego voy a la casa abadía para cambiarme de camisa. Me llama don Isidro y me confirma lo que me ha dicho el doctor S. 

Wasap al obispo. Wasap a JZ. Wasap al arcipreste. 

14:25

Voy a comer a casa de Armin y Heidy. 

16:30

Vuelvo a san Miguel. 

16:45

Misterios gloriosos. Por la conversión de los pecadores que alegra al cielo y a la tierra. 

17:15

Saco el edredón del armario y lo pongo en mi cama porque ya hace frío por las noches. 

Arreglo el baño. 

Quito el polvo del cuarto de estar porque el otro día dejé las ventanas abiertas y entró en la casa abadía el Sahara.

Escribo esto.

18:00

Voy a la iglesia.

Maribel está mirando fijamente al sagrario. 

Enciendo las luces del altar y las seis velas del sagrario. 

Vísperas.

Maribel se va. Yo sigo.

Como ya me sé de memorieta la parábola de las vírgenes prudentes y las necias, no necesito leer nada. 

18:52

Apago las velas del sagrario y las luces del altar.

La veleta del campanario apunta al noroeste. El aire es cálido.

Voy a la casa abadía. 

Apunto algunos gastos e ingresos del día. 

Cojo una caja de bombones y el libro de El rey Matías I y voy a casa de Ana Isabel y Wilder. 

Por el camino voy pensando que en la caja hay once bombones. Si yo me como tres, quedan dos para Camila, dos para Luciana, dos para Ana Isabel y dos para Wilder. Me parece justo.

19:20

Ana Isabel y las niñas están poniendo el belén. Wilder está preparando la cena. Óliver no para de dar vueltas por la casa.

        Les cuento lo del pecador arrepentido y se alegran porque han estado rezando por esa intención.

Cenamos. Leemos otro capítulo de El rey Matías I y rezamos un rosario para niños (un avemaría por misterio) pidiendo a Dios que nos haga juiciosos a todos: al Papa, a los obispos, a los sacerdotes y —como para Él nada es imposible— también a los políticos de Colombia y de Españita. 

Me regalan un nacimiento metido en una nuez. Lo agradezco.

20:40

Nos despedimos.

Voy a la iglesia. 

Completas.

Apago las luces y cierro la iglesia.

20:56

Llamo al arcipreste. Charlamos. 

Leo el celebrado artículo de Javier Gomá que lleva por título Amnistía no, por pudor. Lo retuiteo. 

Escribo esto.

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