viernes, 19 de junio de 2020

Penúltimo día en estado de alarma

viernes, 19 de junio de 2020
Sagrado Corazón de Jesús

9:00
Cita con Newman:
El 29 de septiembre de 1831, habló de los ángeles. Pensar en ellos, decía, nos mueve a la humildad porque nos recuerda qué poco sabemos del mundo creado por Dios y con cuánta reverencia debemos acercarnos al trono de Dios. «Recreémonos con estos pensamientos acerca de los ángeles (…) y tengamos buen cuidado de no convertir su contemplación en un mero sentimiento, en una suerte de lujo de nuestra imaginación. Este mundo es un mundo de esfuerzo y trabajo; Dios nos revela un atisbo del Tercer Cielo para nuestro consuelo. Mas si nos recreamos en esos pensamientos como si fueran el fin de nuestra existencia presente, y no nos esforzamos a diario en purificarnos para conseguir en el futuro disfrutarlos en plenitud, entonces se convierten en una añagaza del enemigo». 
Ceremonial de los obispos:
Más momentos destacados en la vida del obispo, en este caso del arzobispo: la imposición del palio (7.V). El obispo encargado por la Santa Sede de imponer el palio preside la celebración hasta el momento de la imposición. Sentado en la sede y con la mitra recibe de manos del diácono el palio y lo impone al obispo que está de rodillas ante él. En la oración que acompaña a la imposición se menciona su significado: «este palio sea para ti símbolo de unidad y y signo de comunión con la Sede Apostólica».

10:00
Salgo para Torremendo. He quedado con Antonio para ver el tejado que se cayó con las últimas lluvias. Wilder se une a la inspección. Hace unos días limpió una de las terrazas y hoy se ofrece voluntario para desescombrar y limpiar otra. Saludo a Javier que hoy no ha ido a trabajar. 
Wilder y yo volvemos a Torremendo. Hoy cumple cinco años su hija Camila. Celebro la misa de doce y media con el Canon Romano mencionando entre los vivos a Camila y a Laura que pide oraciones desde los EEUU y, entre los difuntos, a Mercedes y a Alberto
Después de misa Teresa se ofrece para lavar un alba casulla. Es de fibra sintética y en la etiqueta dice, en italiano, que por nada del mundo debe lavarse con agua y que se limpie en seco. Teresa dice que vaya bobada y que la va a lavar con agua fría sin centrifugado. Le digo que me parece estupendo. Joan me enseña una foto de Laura. Se la ve feliz. Llega Mari para limpiar la iglesia y le digo que hoy cumple cinco años Camila. Me pregunta que quíen es Camila y se lo explico. No da crédito a Wilder cuando él le explica que tiene dos hijas porque a ella le parece muy joven. No da crédito a Wilder cuando él le dice la edad que tiene. Como los dos son de Medellín se ponen a hablar de sus cosas. Grabo un video de felicitación para Camila procurando usar expresiones que a mi me parecen muy colombianas: «Buenos días, mija, Camilita. Vea: soy el Padre Javier. Le mando mi felicitación desde España. Estoy acá con su papá que las quiere y las extraña mucho, ¿oyó? Ya su papá me contó que es usted una princesita muy linda y muy buena. Que Dios me la bendiga y que la Virgencita me las proteja a todas, ¿oyó? ¡Mejor dicho! Adiós Camilita, feliz cumpleaños». Mando el video a Wilder. Se emociona un poco: «Mejor dicho, Padre. Me emocionó su felicitación. Yo sí soy muy sensible, vea». Dejo a Wilder arreglando un ventilador y me voy a mis cosas. Me llama el cura del Pilar del la Horadada para recordarme nuestra cita del próximo martes. Escribo al cura de Los Montesinos para confirmar que iré a celebrarle las misas del 30 de junio y del 1 y 2 de julio. Me escribe Antonio para recordarme que el bautizo de su hijo en Crevillente no es mañana, como había ido diciendo yo por ahí, sino el sábado 4 de julio. Le agradezco el recordatorio y corrijo mi agenda para mañana y para el 4 de julio. 

14:00 
Vuelvo a la iglesia para recoger a Wilder. Nos despedimos de Mari, nos vamos a comer y hacemos planes para la tarde. Estamos haciendo planes para la tarde cuando llama un penitente. Que si puedo estar en San Miguel a las siete. Que sí.
15:00
Wilder vuelve a la iglesia para seguir arreglando cosas y yo a lo mío. 

18:00
Me voy con Wilder a Torremendo. Hacemos un plan de desescombro, limpieza y reordenación de muebles en la casa parroquial y vuelvo a San Migel.

19:00
Llego a San Miguel justo a tiempo para abrirle la iglesia al penitente. Encuentro la casulla que ha lavado Teresa y que, según la etiqueta, no se podía lavar, lavada y perfumada y colgada en la sacristía. ¡Qué bien!

19:30
Fracasología.
Roca Barea habla de las hambrunas provocadas en Irlanda y en la India por el sistema colonial británico. 
En el capítulo 8 se dedica a estudiar cómo la historiografía del siglo XIX contribuye a consolidar la Leyenda Negra sobre Españita. La intolerancia religiosa, por ejemplo, que ha sido un fenómeno universal acaba percibiéndose como un rasgo exclusivo de los católicos españoles. «Los historiadores franceses no hablan de su Inquisición. No queda bien». En los países de mayoría protestante no hay Inqusición pero hay «leyes civiles perfectamente vigentes durante siglos, y no están ocultas, para condenar la disidencia religiosa. En muchas ocasiones más agresivas e inhumanas que las que existían en territorio católico». 
Dedica un apartado a los judíos, minorías perseguidas en toda Europa. Según la Wikipedia, en versión francesa, fueron los ilustrados —franceses claro— quienes denunciaron esa persecución. Roca Barea lo pone en duda con sabrosas citas de Voltaire y siguiendo la pista al antisemitismo frances antes y durante la Revolución Francesa, en el periodo del Terror, con Napoleón y has la Segunda Guerra Mundial. Luego pasa a revisar el tema del antisemitismo en el sacro Imperio Germánico antes y después de la Reforma protestante. Y no olvida que durante siglos, el antisemitismo europeo consideraba a todos los españoles como infectados de judaísmo. A pesar de todo ello la historiografía del siglo XIX en adelante pinta las cosas de manera que «parece como si España demostrara su naturaleza bárbara y cerril en no haver sido capaz de integrar las minorías mora y judía, como si todos los demás sí lo hubieran hecho». 
Un poco de Dignidad.
A la paletada de cal de Roca Barea, añade Gomá la de arena. «Mientras fuera de nuestras fronteras hay europeos que impulsan la nueva empresa capitalista (…) el español, que hizo la Reconquista en el Medievo subido a un caballo, tiene la tentación de no bajarse de él y seguir sobre la cabalgadura durante la Edad Moderna». Pero, a renglón seguido, advierte que llamando la atención sobre ese anacronismo español no pretende «ignorar los méritos sobresalientes acumulados por nuestro país en ese mismo periodo ni su capacidad de anticipación en tantos aspectos decisivos». Con todo el triunfo de la burguesía en Europa —y con ella el de ese modo de vivir cuyo ocaso describe Zweig en “El mundo de ayer”— no tiene en España la misma magnitud. «Sufrimos las consecuencias de carecer de una clase media educada, pragmática, pactista, templada en sus juicios y actitudes y promotora de una tupida trama de costumbres cívicas». ¡Ay! Se llega así, después de una guerra, «al anacronismo de una dictadura en el corazón de Europa de la segunda mitad del siglo XX». 
«Tarde pero bien» es el título del último capítulo de Dignidad. Durante la Transición «acabó prevaleciendo un insólito espíritu de concordia». Si, formalmente, fue «una transición de la ley a la ley (…) atendiendo a su contenido (…) fundó un nuevo demos político edificado, por primera vez, sobre la amistad cívica entre los ciudadanos». En fin, tarde —porque ya en todas partes «empezaban a hacer ensayos contraculturales de posmodernidad»— pero bien, en España «culmina definitivamente nuestro larguísimo, interrumpido y sinuoso proceso de modernización». FIN. 

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