miércoles, 3 de junio de 2020
San carlos Luanga y compañeros mártires
Ahí sigue el vencejo revoloteando por la iglesia.
Hay que poner la imagen del sagrado Corazón delante del ambón porque estamos en junio.
10:44
El vencejo, por fin, da con salida y sale. Me felicito.
11:00
Joan. Que no puede venir. Viene Tere de la floristería para ver cómo adornamos la imagen del Sagrado Corazón.
12:15
Teresa está hablando con un joven. Se llama Sergio. Necesita comida y trabajo. Quedamos en que lo atenderemos después de Misa.
12:30
Misa de doce y media. Somos once. Han venido Teresa, Carmen, Jeanette, Jose Miguel, Rita, Carmela, Isabel, Teresa Santori y su hija Susan y una señora a la que no conozco.
13:30
Vuelve Sergio con su hijita Leyre que es rubia. Hablamos el monasterio de Leyre. Llenamos unas bolsas en el almacén de Cáritas. Le pregunto a Sergio que si puede instalar un termo eléctrico y una lavadora y que por cuánto lo haría. Me dice que puede y me da presupuesto. Me parece razonable y se lo encargo. Nos limpiamos las manos con gel hidroalcohólico y luego nos las estrechamos.
16:00
Hablo con Joan. Necesita un termo eléctrico. Le pregunto que si quiere que se lo instale un nuevo amigo llamado Sergio. Me dice que los de Leroy Merlín se lo llevan y se lo instalan por 270 euros. Llamo a Sergio. Está en Leroy Merlín. Que él lo compra, se lo lleva y se lo instala por 240. Llamo a Joan. Le parece bien. Llamo a Sergio.
Fracasología
Roca Barea analiza la caricatura que el romanticismo hace de España para presentarla como país medieval y raro. «El mendigo y el bandolero son dos personajes en la literatura romántica en su viaje por España. Se diría que no los hay en París. Desde luego, Víctor Hugo no los ve en su país natal».
La cita me ha recordado a un amigo inglés que juraba por lo más santo que en su país no hay mendigos porque el Estado garantiza a todo el mundo una pensión maravillosa.
«No había en 1500 una nación más moderna y más adelantada que España. Por eso hizo lo que hizo y a la vista está. Todas lo intentaron y ninguna pudo. ¿Y eso fue porque era medieval?».
Leo Ignominia y torpeza, el lamento de un arquitecto desesperado.
18:00
Llega Sergio con los dos calentadores eléctricos. Ponemos uno en mi coche y llevamo el otro a casa de Joan. Ella me cuenta que necesita artreglar una puerta y una terraza. Yo se lo traduzco a Sergio. A Sergio le parece bien y dice que los arreglos ascenderán a euros doscientos cuarenta. Se lo traduzco a Joan y le parce bien.
Me vuelvo con mi calentador eléctrico a San Miguel y llamo a Javier para que pase a recogerlo cuando vaya a Torremendo.
20:00
Me piden una partida de defunción que puede estar asentada de 1835 en adelante. Tomo nota y le digo al solicitante que el equipo de archiveros de la parroquia hará la búsqueda y se pondrá en contacto con él. El solicitante se queda muy impresionado. Voy a la iglesia y busco el libro de defunciones correpondiente. Miro entre 1834 y 1845 y nada. Hay bastantes partidas de personas que murieron de «cólera morbo». Veo, incluso las partidas de unos esposos que murieron el mismo día.
21:00
Mando un wasap al solicitante comunicándole el fracaso de mi búsqueda y me pongo a leer Mal que bien. Me llama Sergio para decirme, muy contento, que acaba de terminar la instalación del termo en casa de Joan. Se pone Joan para confirmar la buena noticia.
Dice Enrique García Máiquez.
CAMBIA mucho las cosas
que el muerto principal
en la vida de uno,
el muerto más palpable,
el por antonomasia,
el cotidiano, el muerto
que de mi pecho cuelga,
sea un Resucitado.
¡Ya lo creo! Me llama Javier. Que viene a buscar el termo de Torremendo en diez minutos. Me da tiempo a publicar esto.
Esa es la clave, don Javier. Lo básico se otorga en especie sin pedir nada a cambio, como hace Cáritas o el Banco de Alimentos, pero la paga estatal sin contrapartida es denigrante pero si los solicitantes realizaran algún trabajo social proporcional al dinero recibido, el trabajo sería edificante en esa persona y familia. Abrazos fraternos.
ResponderEliminarLo agradecen.
ResponderEliminar