domingo, 7 de junio de 2020
La Santísma Trinidad
Oración de la mañana con el sermón de Newman sobre la Santísma Trinidad que leí hace unos días.
Cita con Newman.
En la fiesta de san Bartolomé de 1831 Newman dedicó su sermón a elogiar el carácter sencillo y sincero. He recordado mis años de párroco en San Bartolomé de Finestrat y he aprendido algo. Es sabido que san Bartolomé se identifica con Natanael pero ¿por qué? Hasta ahora pensaba que la identificación se hacía en base a alguna antigua tradición. Pero resulta que se hace por descarte. Newman lo explica en su sermón.
Natanael no aparece en las listas de los apóstoles pero, dado que se menciona su nombre entre los primeros seguidores de Cristo, y vuelve a aparecer entre los que vieron a Jesús resucitado la terecra vez que Jesús se apareció a sus discípulos se supone que era uno de los Doce. ¿Cuál de ellos? Judas no podía ser. Tampoco puede ser Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe o Tomás porque a estos se los menciona junto a Natanael ni Judas Tadeo que aparece en el capítulo 14 de san Juan. Quedan cuatro apóstoles que no aparecen en el evangelio de san Juan: Santiago el menor, Mateo, Simón y Bartolomé. Pero Santiago el menor era pariente de Jesús mientras que Natanael era un extraño. Y Mateo tenía por otro nombre «Leví». Como en la lista de los apóstoles se asocia a Felipe —que fue quien llevó a Natanael ante Jesús— con Bartolomé, se supone que Natanael es Bartolomé, y no Simón.
Ya está.
Ceremonial de los obispos.
Parte VII Días señalados en la vida del obispo. Cap I. La elección. Cap II. La ordenación. Cap III. La toma de posesión de la diócesis.
Me gusta esa expresión tan jurídica y tan clara: tomar posesión. A algunos le suena mal y preferien hablar de ceremonia de presentación del párroco o del obispo. Pero es que la cosa no es así. No es que el obispo llegue y alguien lo presente, es que toma posesión canónica de su sede. Y debe hacerlo, si no era obispo, en el plazo de cuatro meses desde que recibió las letras apostólicas —para que de tiempo a ordenarlo— y, si ya era obispo, en el plazo de un mes.
¿Puede un obispo tomar posesión de su diócesis por medio de un procurador? Sí. ¿Puede hacerlo por capricho? No. Puede hacerlo por justa causa. ¿Por ejemplo? Pues supongamos que, el día en que estaba prevista la toma de posesión, se decreta el estado de alarma por coronavirus y el pobre obispo no puede llegarse hasta su diócesis. ¡Ah!
10:15
Salgo para Torremendo. Allí encuentro a Antonio que ha abierto la iglesia y está trasteando en la sacristía, a (¿cómo se llama la madre de la alcaldesa pedánea?), y a Isabel que han llegado con tiempo y están rezado. Antonio me habla del techo que ha caído con las últimas lluvias y me recuerda que urge llamar a un albañil. Quedamos en que va a a buscar a un albañil y va a pedir presupuesto.
En Misa somos más de veinte. Están los tres antedichos. Han venido también Álvaro y su familia de Madrid (cinco) a los que el coronavirus sorprendió en Torremendo. Están Gloria y Genoveva y Wilder. Hay más pero ahora no me acuerdo de sus nombres. Dos son ingleses habituales.
Después de Misa un penitente pide confesión.
12:00
Salgo con Wilder de Torremendo para San Miguel. Mientras él pone líquido desinfectante en los felpudos de la entrada yo preparo la Misa. Hoy recibimos a Lorena en el orden de los catecúmenos.
A las doce y media empieza la Misa en la puerta de la iglesia con este diálogo:
—¿Cómo te lamas?
—Lorena.
—¿Qué pides a la Iglesia?
—La fe.
—¿Qué te otorga la fe?
—La vida eterna.
—Dios ilumina a todo hombre que viene a este mundo y le manifiesta lo que permaneció invisible desde la creación del mundo para que aprenda a dar gracias a su Creador. A ti, que has seguido su luz, ahora se te abre el camino del Evangelio, para que sobre el fundamento de la fe, conozcas al Dios vivo, que habla en verdad a los hombres; y para que camines en la luz de Cristo, confíes en su sabiduría, pongas tu vida en sus manos cada día y puedas creer de todo corazón en él. Éste es el camino de la fe, por el cual Cristo te conducirá en la caridad, para que tengas la vida eterna. ¿Estás, pues, dispuesta a empezar hoy, guiada por él, ese camino?
—Estoy dispuesta.
—Ana Belén, como madrina que has presentado a Lorena; Maruja, que acabas de llegar ,y vosotros hermanos aquí presentes, ¿estáis dispuestos a ayudar a Lorena a buscar a Cristo y a seguirlo?
—Estamos dispuestos.
Entonces, poniéndome a seis metros de Lorena, soplo suavísima y casi imperceptiblemente sobre ella para hacer el exorcismo: «Rechaza, Señor, con el soplo de tu boca a los malignos espíritus: Mánda que se aparten, porque se acerca tu Reino».
A continuación pregunto a Lorena que si está dispuesta a renunciar a los cultos paganos y a cualquier comercio con el diablo y dice que sí. Hago la oración que dice «Te damos gracias, Padre misericordioso, por esta hija tuya, a quien ayudaste de muchas maneras para que te buscara y hoy, ante nosotros, responde a tu llamada. Por eso todos nosotros te alabamos y te bendecimos, Padre de bondad». Aquí deberían haber respondido todos «te alabamos y te bendecimos, Padre de bondad» pero nadie ha dicho nada.
Desde una distancia de dos metros y pico he hecho la señal de la cruz sobre la frente de Lorena diciendo: «Lorena., recibe la cruz en la frente: Cristo mismo te fortalece con la señal de su victoria. Aprende ahora a conocerlo y a seguirlo».
Luego he hecho la oración final así: «Oremos. Escucha, Señor, con clemencia nuestras preces por Lorena, a quien hemos signado con la señal de la cruz de Cristo, y defiéndela con su fuerza, para que siguiendo las primeras enseñanzas por las que puede vislumbrar tu gloria, mediante la observancia de tus mandatos, llegue a la gloria del nuevo nacimiento. Por Jesucristo nuestro Señor». Y todos han respondido con un sonoro Amén.
He invitado a Lorena a entrar en la iglesia. «Entra en la iglesia, para que tengas parte con nosotros en la mesa de la palabra de Dios».
Andrés ha entonado el canto de entrada y la Misa ha seguido como de costumbre. Aunque ha habido una novedad. Teresa ha comprado en el chino un cazamariposas y lo ha usado para recoger la colecta manteniendo la distancia de seguridad.
Éramos más de treinta. Al final, en la puerta, hemos felicitado a Trini por su santo y a Lorena por su paso. Entre los que han venido estaban los de Babelina.
Cuando Wilder y yo hemos cerrado la iglesia faltaban diez minutos para las dos. He ido a casa para cambiarme de camisa y luego hemos ido a casa de doña Nati y Paco que nos han invitado a comer.
Doña Nati y Paco, con su hospitalidad, con su simpatía que ha encantado a Wilder, con su cariño y servicialidad me han traído a la memoria unos versos que Calderón dedicó a los soldados de los tercios españoles y que leí ayer en el blog de Daniel Tirapu:
Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.
A las 16:00, después de hacer la Visita a Santísimo he dejado a Wilder descansando en la antesacristía y he vuelto a la casa abadía para escribir esto y poner unas camisas (4) en la lavadora.
A las 16:45 he vuelto a la iglesia para recoger a Wilder y llevarlo a Torremendo. Vamos rezando los misterios gloriosos del santo Rosario. Nos despedimos al terminar el segundo. Vuelvo rezando los otros tres.
17:15
Oración de la tarde con el Símbolo atanasiano.
18:00
Segundas Vísperas de la Santísima Trinidad. Himno Inmensa et Una Trinitas.
Ahora hay que preparase un té, escribir la homilía, traducirla y mandar la traducción a Mim para que la corrija. Y tender las camisas.
Ya está. Y paso el resto de la tarde entre wasaps y versos de Mal que bien.
Mi prima María.
y un memento mori resuena en mi oído.
Doña Nati. Que me he dejado el teléfono en su casa.
Me gusta oír a los enamorados…
Mim desde Sidmouth.
…y un rosal en mi jardín
que, junto al muro, da rosas
amarillas.
Sergio. Que gracias.
NO hablaré de los libros que he leído
Termino Mal que bien y lo pongo en su sitio, detrás de Casa propia. Y mira, Octavio Paz. Para Mañana.
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