jueves, 11 de junio de 2020
San Bernabé, apóstol
De san Bernabé dicen los Hechos de los Apóstoles que «era un hombre bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe» y san Lucas lo llama «hijo de la consolación». No formaba parte del grupo de dos Doce pero fue uno de los primeros que vendieron sus bienes y entregaron el dinero a los apóstoles. Cuando san Pablo llegó a Jerusalén después de su conversión, muchos discípulos que sabían que había sido perseguidor de la Iglesia le tenían miedo. Fue san Bernabé quien lo llevó ante los apóstoles y habló en favor de él. Luego fue elegido para viajar a Antioquía y para exhortar a los primeros discípulos de aquella ciudad a permanecer fieles. Allí, por primera vez, se dio el nombre de «cristianos» a los discípulos de Cristo. Por esta y otras misiones que realizó con san Pablo y con san Marcos él mismo mereció el título de Apóstol.
Cuando Jesús envió a los Doce en la primera misión les encargó que fueran solamente a las ovejas descarriadas de Israel para anunciar la cercanía del Reino de Dios. Después de su resurreción los envió no solamente a Israel sino a todo el mundo para bautizar y para enseñar a los bautizados a guardar todo lo que Él mismo les había enseñado. Así hay que entender la exhortación de Bernabé a los de Antioquía. Permanecer fieles a Jesús con todo el corazón es guardar, como un tesoro, la doctrina cristiana.
Decimos en el Credo que la Iglesia es Apostólica, es decir, que no anuncia sino la doctrina que los apóstoles recibieron de Cristo: una doctrina que salva.
Por intercesión de santa María pedimos para nosotros y para toda la Iglesia esa perseverancia en la doctrina apostólica. Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
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