lunes, 15 de junio de 2020
Santa María Micaela
Cita con Newman:
En la fiesta de san Mateo de 1835 Newman advertía contra el peligro de las riquezas, y no solo contra el amor a las riquezas sino contra el peligro que supone su posesión.
A Israel no se le ha dado «imagen alguna de Dios que no sea este mundo creado». Sabe que ha de ganar el pan con el sudor de su frente y, después del esfuerzo, recibe esta bendición: «anda y come tu pan con alegría, y bebe tu vino con buen corazón, que Dios ya se ha complacido en tus obras». Los mismos apóstoles habían sido educados en la idea «de que las riquezas eran una de las principales recompensas que Dios otorgaba a quienes amaba».
Jesús en cambio se lamenta por los ricos «porque ya habéis recibido vuestro consuelo». Y ese consuelo se opone al consuelo que ofrece el Espíritu Santo que cancela la maldición original. No es que trabajar ya no cueste sino que el discípulo puede vivir sin preocuparse por el qué comerá o qué beberá si busca ante todo el Reino de Dios y su justicia porque se le ha prometido que lo demás se le dará por añadidura mientras el rico, atareado por la compra del campo o del la nueva yunta de bienes, rechaza la invitación al banquete.
Ceremonial de los obispos:
Otro momento destacado en la vida del obispo es el de su recepción en la catedral (7.IV). Si lo recibe el metropolitano, sale a la puerta de la iglesia y allí lo presenta a la primera dignidad del cabildo y luego preside la procesión de entrada y ocupa la sede para pedir que se lean las Letras Apóstolicas. Una vez leídas invita al obispo a ocupar su cátedra.
Si no lo recibe el metropolitano ha de hacerlo la primera dignidad del Cabildo o, si no hay Cabildo, el rector de la iglesia. Después de rezar ante el Santísimo, se revisten en la sacristía. Al comenzar la Misa se leen la Letras Apostólicas y, omitido el cato penitencial, se recita o canta el Gloria.
A partir de ese momento en todas las misas que se celebren en la diócesis se nombra al obispo.
A las once llega Teresa con una bolsa de fruta para Wilder y Javier. A las once y media me voy a Torremendo para buscar a Wilder y Javier. Dejamos a Javier en San Miguel y Wilder se va a comprar pegamento para arreglar un ventilador.
A las doce y media, cuando empieza la misa, somos diez. A la una menos cuarto somos trece. Ha venido David. Después de misa me dice que quiere hablar conmigo un día de esta semana. Ya se ha leído la mitad del Catecismo de la Iglesia Católica. Tiene alguna duda que desea aclarar. Quedamos para el jueves.
Después de misa, mientras Wilder arregla el ventilador, escribo la homilía y mando la traducción a Joan para que la corrija. Luego me voy a comer con Wilder. Después dejamos el coche en el taller para que le cambien las ruedas de atrás. Volviendo del taller nos encontramos con Inma que nos invita a entrar en su flamante gestoría. Está muy bien. Wilder va a la iglesia para hacer arreglos y yo voy al despacho para preparar dos expedientes matrimoniales.
Mensajes:
De Juana María. Que espera respuesta sobre el día de la boda.
Del taller. Que ya está listo el coche y que son 160 dólares.
De un ser humano que necesita superurgentísimamente una partida de bautismo de su churumbel.
Del Banco de Sabadell. ¿Que me regalan mil dólares? No que me han cargado cincuenta y un dólares con cincuenta centavos por la gasolina que he puesto en Global Oil.
Llamo a Wilder. Que Javier Molina (me he aprendido el apellido) ya ha llegado. Nos vamos a recoger el coche. En el taller no puedo pagar con tarjeta. Me toca ir al banco y volver al taller. Llevo a Wilder y a Javier a Torremendo. Wilder está contento porque le han ofrecido un empleo y puede empezara trabajar la semana que viene. Me enseña el trabajo que ha hecho pintando el patio, el despacho y la escalera de la casa parroquial de Torremendo. Muy bien.
Vuelvo a San Miguel para meditar con Llamados a la vida de Jacques Philippe.
Vísperas. Inmense caeli conditor de san Gregorio Magno.
Ya está, ya estoy en casa. Ahora un poco de Dignidad.
Javier Gomá cita a Lewis: La amistad «no tiene valor de supervivencia; más bien es una de esas cosas que le dan valor a la supervivencia». Para proponer su ideal de una amistad universal o de una república de amigos, Gomá sigue a Aristóteles para quien «la concordia parece ser una amisyad civil». Si esa concordia se extiende, y en la medida en que se extiendia, no hará falta la imposición de otra ley.
Estudia Javier Gomá el acceso de Occidente a la modernidad y la variante española que resume así: «tarde pero bien». Y sonrío al pensar que por cada pala de cal de Roca Barea, Javier Gomá va a echar una de arena.
Solo con la Transición de los años setenta y la consolidación de la democracia entró España en «la mayoría de edad como país moderno». Aunque no cita a Ortega advierte con él de un peligro: sin educación tendemos a pensar que los frutos de la civilización son, en realidad, frutos naturales y que basta con alargar el brazo para apropiárselos porque, sin educación, no somos conscientes del esfuerzo y del sacrificio con el que se ha levantado el edificio de esa civilización.
Y un poco de Fracasología:
Sobre el colonialismo inglés y el libre mercado escribe Roca Barea: «La expansión colonial inglesa del siglo XIX se sostiene sobre dos pilares básicos: el control maltusiano de la población y la promoción teórica del libre mercado. La primera (sic) dio como resultado tantos millones de muertos que jamás acabarán de contarse, y a segunda (sic), un gigantesco empobrecimiento de todos aquellos que, leyendo libros, se creyeron la teoría y no tuvieron la precaución de contrastarla con la práctica económica de aquellos que la crearon».
Luego explica la diferencia entre el Imperio español, que protegía su comercio en bloque y propició la creación de riqueza en América, y el Imperio Británico que protegía el comercio de Inglaterra a costa de sus colonias. Hasta que las elites criollas y españolas se creyeron lo que escribían y no hacían los teóricos ingleses sobre el libre mercado. Inglaterra dedicó sus esfuerzos durante el siglo XVIII acabar con el gran mercado hispanoamericano y, durante el siglo XIX, a defender su monopolio.
El apartado termina con la denuncia que hizo Edmund Burke en el Parlamento británico sobre la situación en la India: «La invasión tártara fue dañina, pero es nuestra protección lo que destruye la India».
Y hay que terminar Los Persas de Esquilo.
Después de llorar por las noticias del mensajero, la reina se retira para hacer una ofrenda a los dioses. Queda el coro lamentándose:
El Asia entera gime,
privada de sus hombres.
¡Jerjes se los llevó, ay, ay!
¡Jerjes los ha perdido, ay, ay, ay!
Vuelve la reina y pide al coro que conjure el alma de Darío. El coro obedece y, a sus conjuros, aparece la sombra de Darío y pregunta:
¿Qué nuevo mal gravita sobre Persia?
Cuando la reina le dice que el imperio persa ha sido aniquilado, la sombra sigue preguntando:
¿Fulminado de peste o por guerra intestina?
Sigue el diálogo y la reina pide consejo. Darío dice que los persas no deben tratar de invadir el suelo de Grecia porque la misma tierra protege a los griegos y matará de hambre a los soldados. Aconseja a la reina que se prepare para recibir a Jerjes, se despide de los ancianos y vuelve a la región de las sombras.
Entonces llega Jerjes. Lo que sigue, hasta el final de la tragedia, es un diálogo entre el rey persa y el coro.
Las primeras palabras de Jerjes son:
¡Io!
¡Ay de mí, qué destino,
que imprevisto destino
me ha tocado!
Y las primeras del coro:
¡Ototototoi!
¡Mi rey, mi pobre hueste!
Y sigue el coro lamentándose por la juventud que el rey ha amontonado en el Hades.
Han muerto, sí, sin gloria.
Las últimas palabras del coro a Jerjes:
Te escoltaré con lúgubres gemidos.
Lentamente van abandonando todos la orquestra y acaba la tragedia de Los persas. Muy bien.
En Libertad bajo palabra, viajo con Octavio Paz a la India y me quedo prendido a esta imagen de Mutra:
…las buganvilias rojas negras a fuerza de encarnadas, moradas de tanto azul acumulado… (p. 211)
¡Es verdad!
"Ninguna imagen que no sea este mundo creado", cierto, nuestro sorprendente Dios aparece y acaricia todos los días, "lo veo", en un amanecer, a la vuelta de la esquina de un trino o una florecilla, en los sucesos del día, tal vez en alguna sentencia alguien pueda encontrar rasgos de la Sabiduría de Dios, pero nosotros que sabemos Dios encarnado, su Pasión y Vivo resucitado, la imagen viva de Dios la encuentro o procuro en los demás, a veces, en alguna ocasión me parece que detrás de quien veo está el mismo Jesús "disfrazado", en la mayoría es posible acabar "viéndolo" si uno tiene bien equilibrados los "neumáticos". Unas en vivo y en directo (que me enloquece sobre todo con los enfermos) y otras a toro pasado que caigo (a lo Emaús). Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, cierto, pero mi pecado me impide ver tanto y la Gracia me deja ver otro tanto que más clara la imagen de Dios la encuentro en el enemigo amado, llovido y soleado, que en muchos pobres donde mi amor propio suele poner inoportunos velos que lo fastidian todo. Obrar el Amor que nos es dado en favor del enemigo pes el mejor colirio...como un ejercicio de agudeza visual que afina el sensor. Bueno, fase 3 y todavía pretenden que vivamos una fase 4 virtual, no proclamada pero que sobrevuele la anormalidad nacional, miedosos siempre necesitados de seguridades ya temen que vuelva el insecto en otoño.
ResponderEliminarLos ingleses siempre han pensado que iban y salían a lo que era suyo, los españoles iban y venían sin salir de las Españas, nunca tuvimos colonias, Virreinatos y capitanías verdaderos y los últimos metros cuadrados españoles en américa con diputados en cortes. Porque desde el principio Isabel la Santa Católica puso todo de Dios. Abrazos fraternos.