martes, 5 de noviembre de 2024

Diario. Martes, 5 de noviembre de 2024

 San Miguel de Salinas

martes, 5 de noviembre de 2024


7:45

Desayuno. 

8:15

Abro la iglesia.

Viene Bernardo. 

Oficio de lectura y laudes.

Me siento ante el sagrario con Dilexit nos. 

9:30

Vuelvo a la casa abadía y la aseo un poco. 

10:00

Reviso el correo y leo un resumen de presa. 

Lectura del capítulo 10 de san Mateo. 

10:40

Voy a la iglesia. 

11:00

Misa. 

11:40

Vamos a rezar el rosario al cementerio. Encontramos allí a Tomás. Nos fijamos en una lápida con una foto en la que el finado aparece fumando un puro.

12:20

Hago el servicio de taxi llevando a Carmen a su casa y a Joan y Zvignev, el polaco, hasta sus coches. 

Voy a la iglesia, recojo el dinero de los lampadarios y lo llevo al banco. 

Luego voy al despacho parroquial y me meto en la banca en línea para hacer una transferencia a san Jorge. 

Sexta.

Hay que archivar facturas y expedientes matrimoniales. 

Leo las lecturas del domingo y el comentario de Vanhoye.

Recojo todo y limpio cuidadosamente la mesa del despacho y mi Mc.

14:00

Voy a casa de doña Nati. Saludo a Eva y me despido de ella porque siempre se va cuando llego yo. 

14:35

Me despido de doña Nati y de Samira y voy a la iglesia con una cajita de plástico en la que Samira me ha puesto la tortilla con guarnición de champiñones que ha sobrado. Para la cena. 

Visita al Santísimo. 

Preparo el misal y el libro de la sede para la misa de mañana. 

15:00

Noticias en Antena 3. 

15:50

Voy a la iglesia y saludo a Bernardo que se ha sentado en la terraza —desierta— del JJ. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

16:30

Sigo con la reconstrucción del inventario parroquial que se perdió con mi viejo Mc. 

Hay que hacer el inventario de los libros parroquiales antiguos (1722-1886) que restauró hábilmente —y de gratis— MVH. 

De paso añado al inventario de la sacristía un par de cosas que se  me habían pasado por alto. 

17:00

Me meto en WhatsApp donde tengo miles de mensajes sin contestar. Lucía me manda una cosa que escribí hace añales sobre su hijo, mi ahijado Javi. Del arciprestazgo nos convocan a las III Jornadas del duelo, el viernes en Alicante de 10:30 a 13:30. Imposible ir. Desde el grupo de capellanes nos insisten. Teresa me manda el contacto de una señora que ha venido esta mañana a la parroquia ofreciendo ropa de niño que acaba de comprar. En el ayuntamiento le dijeron que hacía falta para Valencia pero hoy, cuando ha vuelto, le han dicho que no hace falta y la va a donar a Cáritas. Me mandan un video en el que una ministra promete adaptar las condiciones meteorológicas a los puesto de trabajo. Me parece una idea estupenda. El archidiácono me pide que mande el cartel anunciador del rosario del sábado —el lo llama flyer— a la lista de difusión de Torremendo. Lo hago. El grupo de catequistas de poscomunión está muy animado. Recuerdo que tengo que llamar al arcipreste. Los de Tribuna me mandan el cartel anunciador del concurso de oratoria —también ellos lo llaman flyer— y me recuerdan que tengo que buscar a un teólogo para que dé una charla. MRA me manda un mensaje de voz desde Guatemala interesándose por el desastre de valencia y pidiendo oraciones por Alex. 

Borro un mensaje —dizque del BBVA— que me advierte de que, a partir del día seis, no podré utilizar mi cuenta a menos que la active pinchando en un enlacito que amablemente incluyen en el aviso. 

17:20

Veo el programa diocesano «De par en Par» nº 7 y lo pongo en el muro de Fbk de la parroquia. 

17:50

Pongo un mensaje en el muro de Fbk de la parroquia y lo mando a las listas de difusión de San Miguel y Torremendo: «Para ayudar a Cáritas Valencia podéis ingresar vuestros donativos en la cuenta que aparece en su página oficial o entregarlos en la parroquia». 

18:00

Llamo al arcipreste. Está ocupado y promete llamarme más tarde.

Me tomo un Almax. No es por culpa del arcipreste, sino por el otoño. 

Voy a la iglesia. Aprovecho para tirar la basura orgánica al contenedor de basura orgánica. 

Vísperas. Evening Prayer con DivineOffice.

Lectura de «La felicidad donde no se espera»

Apago las luces y cierro la iglesia. 

Voy a la tienda de Isabel. Mientras espero mi turno contesto al mensaje que me ha dejado la profe de religión: que vendrá mañana a las nueve con los niños. Yo no estaré, pero dejaré la iglesia abierta antes de salir para el hospital, como todos los miércoles, si Dios quiere. Le mando una foto del altar de santa Rita convertido en altar de Casi Todos los Santos. Le mando también una breve explicación para que no les desconcierte el fenómeno del bodegón abigarrado. 

De vuelta saludo a Samael, a su madre y a su hermana: van a la Escuela de Música. 

19:00

Juzgo que ha llegado el momento de avanzar en la lectura de «El Señor», de Guardini. 

19:20

Juzgo que ha llegado el momento de avanzar en la lectura de Dilexit nos. 

19:35

Juzgo que ha llegado el momento de retomar la lectura —algo abandonada— de «Mil ojos esconde la noche» con sus expresiones harto escatológicas. 

20:00

Juzgo que ha llegado el momento de zamparme la tortilla de patatas con guarnición de champiñones que ha sobrado de la comida y que Samira me puesto en una cajita de plástico para la cena. 

20:08

Estoy en ello cuando me llama el arcipreste. Consulto con él lo que quería consultar con él acerca de la catequesis y luego le pregunto por su expedición a Paiporta y me alegra la cena con un relato por el que cualquier periodista avisado pagaría un ojo de la cara. Me habla del párroco de San Ramón Nonato de Paiporta y de la organización que, en torno a la parroquia, está canalizando la ayuda que llega de todas partes. Me habla de los infinitos controles que tuvo que superar para llegar hasta allí y de cómo lo consiguió gracias, primero, a una especie de salvoconducto del párroco y luego gracias al párroco que fue a recibirlo en Picassent. 

20:20

Termina nuestra conversación. Hay que recoger los platos y la cocina. 

20:30

Me siento ante mi Mc para recapitular el día. 

«Hay que preguntarle al fuego, no a la luz». (San Buenaventura citado en Dilexit nos)

«Tu caridad es... presuntuosa. —Desde lejos, atraes: tienes luz. —De cerca, repeles: te falta calor. —¡Qué lástima!». (Camino 459)

En mi calidad de ciego me arrimo al fuego —como Bartimeo— para pedirle un poquitín de luz. 

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