San Miguel de Salinas
domingo, 10 de noviembre de 2024
7:55
Abro la iglesia y vuelvo a la casa abadía porque he olvidado allí el teléfono. Cuando llego a la casa abadía he olvidado por qué he vuelto. No importa. Recapacito. ¡Ah sí, el teléfono! Lo busco y nada. No importa. Vuelvo a registrar la casa, habitación por habitación y nada. No importa. Padrenuestro a San Antonio y ¡zas! Encuentro el teléfono … en el bolsillo de mi chaqueta. Muy bien.
8:12
Vuelvo a la iglesia.
Oficio de lectura y laudes con Te Deum y todo.
9:00
Estoy tomando unas notas con mi Mc apoyado en la pila bautismal cuando llega Bernardo y me pregunta que qué estoy haciendo. Le explico que estoy tomando unas notas y que ahora, como no tengo misa en Torremendo, voy a llevar la comunión a unos enfermos. Charlamos un poco y se despide como siempre: «No se vaya de San Miguel, que aquí hace mucha falta».
Cojo el portaviático y bajo al garaje. Hay un coche bloqueando la salida. No importa, el conductor está dentro y quita el coche.
9:20
Salgo para Guardamar.
Ana aún no se ha levantado. No importa, charlo con su hija que es muy simpática y me cuenta cosas muy interesantes.
Voy al hospital, hago una visita al Santísimo que hoy estará muy solo en esa capilla, me pongo mi bata de capellán y subo a ver a Dulce. Charlamos un buen rato y le doy la comunión. Cuando nos despedimos me dice que no me olvide de volver mañana para darle la unción porque la operan el martes y, aunque a ella no le importa morirse y a veces lo desea, quiere hacerlo bien. ¡Qué mujer!
Vuelvo a la capilla, me quito mi bata de capellán.
11:11
Salgo para San Miguel.
11:35
Llego a San Miguel. Hay un coche aparcando en la puerta de mi garaje. No importa, cuando el conductor ve que se abre la puerta del garaje, desiste y se va.
Saludo a Laura y a Joan. Teresa está con los niños de catequesis e interrumpe su charla para darme una noticia. Muy bien
11:45
Voy a la casa abadía.
Lectura del capítulo 15 de san Mateo.
Hago un esquemita para la homilía que voy a predicar a los niños para que la oigan los mayores y, de pronto, veo que se me hace tarde para la misa.
12:15
Voy a la iglesia.
Me revisto.
Samael no ha venido.
12.30
Empieza la misa puntualmente. Ha venido el coro. Muy bien.
Al final, la homilía queda así.
Nosotros tenemos que pedirle a Dios que nos dé un corazón como el de Jesús.
¿Qué es tener un corazón bueno como el de Jesús? Es tener un corazón que no sabe decir «no» a Dios.
Jesús siempre hizo lo que le pedía su Padre, Dios. Y lo hizo siempre con alegría, aunque le costase mucho. Y, aunque era Dios, también hizo siempre lo que le pedían la Virgen y san José. A ellos tampoco sabía decirles que no.
De eso nos hablan las lecturas de hoy.
Nos hablan de Jesús que, obedeciendo a Dios por amor, hizo el sacrificio más grande, el de su propia vida, para salvarnos.
Y nos hablan de dos mujeres viudas y pobres que tenían un corazón bueno, como el de Jesús.
Una de ellas vivía en Sarepta. Era un tiempo de sequía y de hambre. Estaba recogiendo leña para hacer una torta con un poquito de harina y un poquito de aceite que le quedaba. Pensaba compartir esa torta con su hijo pero vino Elías —un profeta de Dios— y le dijo: «haz una torta pequeña para mí y luego comerás tú con tu hijo porque dice Dios que no se te acabarán ni el aceite ni la harina». Aquella mujer obró con sabiduría, confió en Dios, dio de comer al profeta y se produjo el milagro. Le sobraron el aceite y la harina hasta que acabó la sequía y ni ella, ni su hijo ni el profeta pasaron hambre porque Dios nunca abandona a los que confían en Él.
La otra viuda vivía en Jerusalén. Había ido al templo para hacer su ofrenda y, aunque no tenía más que dos moneditas, las entregó como ofrenda confiando en Dios. Y Jesús alabó su confianza en Dios y nos enseñó que, a menudo, son los pobres de verdad los que más dan.
Para ser como ellos, para no decirle nunca que no a Dios, tenemos que aprender a decir que no a nuestros caprichos y, sobre todo, a decir que no al diablo y a los caraduras que quieren aprovecharse del buen corazón de las personas. Vienen con cara de santos o de pobrecitos a pedir y a pedir y a pedir, pero ellos nunca dan ni ayudan. No son pobres que dan, como la viuda del evangelio, son farsantes y a veces son diablos disfrazados que quieren aprovecharse del buen corazón de las personas.
Danos, Señor, un corazón como el de Jesús. Que nunca nos aprovechemos del buen corazón de los demás, que sepamos decir que no a nuestros caprichos, al demonio y a los caraduras y que siempre nos fiemos de ti para hacer tu voluntad. Amén.
13:15
Canto a la Virgen en el altar de Casi Todos los Santos.
Salgo a la puerta para despedir a la congregación.
Luego Luciana y Camila ayudan a Laura a contar la colecta destinada a la Iglesia Diocesana.
Luego salimos a la puerta para saludar a Wilder y a Cristian. Charlamos.
13:30
Vuelvo a la casa abadía, anoto la colecta en las cuentas de la parroquia y escribo esta parte de mi diario que llega hasta aquí.
14:00
Recojo a doña Nati y vamos a comer a casa de Heidi y Armin. Doña Nati lleva una ensaladilla rusa que ha hecho ella.
16:30
Nos despedimos. Heidi me pone en una fiambrera algo de la ensaladilla rusa que ha sobrado. Para la cena.
16:45
Dejo a doña Nati en la puerta de su casa y nos despedimos.
Me encuentro con Carlos. Charlamos.
Visita al Santísimo.
17:00
Vuelvo a la casa abadía.
Misterios gloriosos.
17:20
Busco en mi correo los lindos resúmenes de prensa que me mandan cada día.
17:45
Trasteo en X. Visito el blog de E Tascón, Me sonrío ante la perplejidad de A Papell por la victoria de Trump y ante los comentarios que ha recibido su tuit.
18:00
Voy a la iglesia y me siento ante el Santísimo con Dilexit nos.
Vísperas.
Vuelvo a la casa abadía.
19:06
Llamo a Mar que lleva desde ayer tratando de hablar conmigo. Me cuenta un montón de cosas. Me habla de las aventuras de Manu que estudia en Valencia y que ahora, con otros amigos, está trabajando cada día hasta siete horas en Paiporta quitando barro y sonriendo. Tomo nota. Al final me pregunta que qué tal yo. Le digo que bien y quedamos para cenar mañana en su casa.
19:37
Nos despedimos.
Lectura de «Mil ojos tiene la noche».
20:00
Bendigo la ensaladilla rusa que me ha dado Heidi. Me la zampo.
20:15
Más lectura de «Mil ojos tiene la noche».
20:55
Voy a casa de doña Nati para pedirle detergente para el lavaplatos. Me quedo viendo con ella las noticias en Telecinco.
21:30
Nos despedimos y voy a la iglesia.
Completas.
Apago las luces y cierro la puerta.
Vuelvo a la casa abadía y escribo esta segunda parte de mi diario.
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