sábado, 23 de noviembre de 2024

Diario. Sábado, 23 de noviembre de 2024

 San MIguel de Salinas

sábado, 23 de noviembre de 2024


Son las 21:35 cuando vuelvo a casa muerto de sueño. Hay que recapitular, sumariamente, el día. 


I

LAS MISAS


Misa de Santa María en Sábado. La unión Musical celebra a santa Cecilia. Tres jóvenes músicos hacen las lecturas, presentan sus instrumentos para que los bendiga y llevan al altar las ofrendas. 

La banda, desde el coro, interpreta , en la entrada una marcha muy barroca y brillante y, en la comunión, el Panis angelicus. 

Muy bien.

Con homilía y todo, dura treinta y tres minutos. 

Ha venido el alcalde.

Primera misa de la víspera de Cristo Rey. Celebro en Torremendo. Somos ocho, contando al archidiácono y al cura. Los feligreses se han sentado en los últimos bancos. Hacen bien. La ofrecemos por Máximo Lloris que murió la semana pasada. 

Segunda misa de la víspera de Cristo Rey. Celebro en San MIguel. Somos unos cuarenta. 


II

LOS NOVIOS


Han venido a verme Carmen y José María. Estaban en la última misa y en el último banco. Muy bien. A eso de las 18:45 nos hemos sentado en la terraza del Collie para charlar. 

En la parroquia de Carmen, donde tenían reservada la fecha de la boda desde hace meses, les han puesto tantas pegas y dificultades que han decidido —casarse en el pueblo de al lado cuyo párroco lo ha acogido con mucho cariño. Les he recomendado la lectura de «Los Novios» de Manzoni.

A las 19:50 los he acompañado hasta el coche y nos hemos despedido. Muy bien. 


III

ANA ISABEL, WILDER, LAS NIÑAS Y EL MÍSTICO ALEMÁN


Cuando me he despedido de los novios he vuelto a la casa abadía para prepararme una cena ligera pero he encontrado un mensaje de Wilder: que cuándo podríamos hablar. Lo he llamado y los he invitado a cenar en el Collie para celebrar el cumpleaños de Luciana que fue hace unos días. 

Después de cenar hemos ido a la iglesia. Allí, sentado en el primer banco, estaba otra vez el místico alemán en silencio y con los ojos cerrados. 

Ana Isabel y Wilder me han ayudado a desmontar el altarcito de santa Cecilia y el místico alemán se ha despedido de nosotros con una sonrisa mística. 


IV

SCOTT


Al terminar la misa en Torremendo ha venido a verme Scott, el inglés que ha comprado El Clan, el bar de la plaza. Es un hombre alto y fuerte, con una espesa barba. Habla español perfectamente porque, aunque nació en Manchester, a los diez o doce años ya vivía en España. Estudió en el colegio de San MIguel de Salinas. 

La semana pasada murió repentinamente en Torremendo su hermana Helen, de cuarenta años. 

Scott venía caminando con la ayuda de una muleta y llevaba en su rostro una expresión suplicante: «Padre, nosotros somos protestantes, pero querríamos venir a la iglesia un día para reconfortar a mi madre y para rezar el Padre Nuestro. Sé que la iglesia siempre está abierta, pero no queríamos hacerlo sin su permiso».

El archidiácono y yo nos hemos quedado muy impresionados. 


V

FSL


Esta mañana he ido al hospital para visitar a Francisco SL. Lo he encontrado con su hijo Juan Pedro y su nuera Silvia que se vuelven mañana para Madrid. 

Francisco había tenido otra crisis y le habían puesto una mascarilla de oxígeno. Respiraba con dificultad y no estaba para comulgar. Le he dado la bendición con el Santísimo y hemos recitado la Salve. 

Juan Pedro me ha contado que estuvo en el Bernabéu cuando vino el Papa Juan Pablo II. Le he dicho que yo también estuve allí y hemos empezado a recordar cosas de antaño. 

Cuando nos hemos despedido, Francisco ha suspirado: ¡Don Javier, don Javier! Y me ha mirado con sus ojillos inteligentes y cansados como diciendo: «Adiós». 


VI

LA POESÍA


He escuchado The Love song of J. Alfred Prufrock recitada por Eliot y, luego, recitada por Tom Hiddleston. 


Son las 22:16 y aún tengo que rezar completas. Escribo esto.

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