San Miguel de Salinas
lunes, 18 de noviembre de 2024
7:00
Abro la iglesia y salgo para el hospital.
7:25
Preparo el altar para la primera misa de la Dedicación de las Básilicas de san Pedro y san Pablo.
Oficio de lectura y laudes.
8:00
Primera misa de la dedicación de las Basílicas de san Pedro y san Pablo. Dura veinte minutos.
8:30
Recojo todo y preparo el cáliz y los libros para la misa del miércoles. Me lleva diez minutos. Lo hago así:
Primero llevo a la sacristía el altril del altar con el misal primer viaje). Luego llevo a la sacristía el leccionario y el libro de la sede (segundo viaje). Entonces consulto la epacta para ver qué misa se celebra el miércoles y registro los libros. Cuando ya están registrados, coloco el leccionario en la esquina superior izquierda de la mesa de la sacristía, perfectamente alineado con el borde de la mesa. Sobre el leccionario, y perfectamente alineado con su lomo, coloco el misal. Sobre el misal, perfectamente alineado con su borde, coloco el libro de la sede. Lo de alinearlos perfectamente ¿es una manía? Sí.
A continuación llevo a la sacristía el cáliz cubierto con su velo y la carpeta de corporales (tercer viaje), las vinajeras (cuarto viaje) y el lavabo (quinto viaje).
Vuelvo a la capilla, retiro el mantel que cubre el reclinatorio y lo extiendo sobre el altar a modo de cubremantel del altar y vuelvo a la sacristía (sexto viaje).
Descubro el cáliz, retiro el purificador usado y lo meto en la caja de los purificadores usados. Saco de la caja de los purificadores limpios un purificador limpio y lo pongo sobre el cáliz. Sobre el purificador pongo la cinta de la que pende la cucharilla con la que se añade una gota de agua al vino durante el ofertorio. Sobre la cucharilla pongo la patena. Sobre la patena pongo una forma grande. Sobre la forma grande pongo la palia. Vuelvo a cubrir el cáliz con el velo. Sobre el cáliz cubierto pongo la carpeta con el corporal. Entonces coloco el cáliz a la derecha de los libros y las vinajeras a la derecha del cáliz.
Voy a un aseo no lejano con el lavabo. Vacío y seco la jofaina que compré en el chino cuando rompí la otra, relleno la jarra de agua y vuelvo a la sacristía (séptimo viaje). Coloco la jofaina a la derecha de las vinajeras, la jarra sobre la jofaina y el manutergio sobre la jarra.
Lo de hacerlo todo siempre en el mismo orden ¿es una manía? No. Es el fruto de la experiencia.
8:40
Me pongo mi bata de capellán, cojo el portaviático y subo por las escaleras hasta la habitación de FSL. Espero en el pasillo porque las enfermeras están en la habitación. Entro cuando ellas salen. F me dice, sonriendo, que tiene malas noticias para mí: se va a morir. Rezamos, le doy la comunión. Rezamos un poco más, él con los ojos cerrados. Cuando vuelve a abrirlos parece sorprendido de que yo siga allí. Me sonríe y e pregunta que cómo puede agradecerme todo lo que estoy haciendo por él. Todo lo que he hecho por él ha sido llevarle la comunión cuatro o cinco veces. Vuelvo a la capilla donde me siento para mirar fijamente al sagrario.
9:35
Salgo para San Miguel.
10:00
En el despacho me pongo a preparar la charla que tengo que dar mañana en Los Montesinos.
10:45
Se me hace tarde para la misa. Voy a la iglesia. Tengo una llamada perdida del doctor S. Lo llamo. Está desolado por la muerte repentina de Javier, hijo de unos buenos amigos que se casó el año pasado. Prometo encomendarlo en la misa.
Entra en la sacristía una señora con un papelito en el que ha apuntado dos intenciones para la misa de hoy.
11:00
Segunda misa de la dedicación de las basílicas de san Pedro y san Pablo.
11:44
Voy a la casa abadía y llamo a CB para preguntarle por Ester, la madre de Javier. Quedamos en que me llamará cuando se sepa algo del entierro.
Cojo las libretas de ahorro de las dos parroquias y del cementerio y vuelvo a la iglesia.
Estoy recogiendo las colectas del fin de semana para llevarlas al banco cuando llega María Dolores con los chicos de la clase de Religión de segundo de la ESO. Vienen a ver la iglesia y la sacristía. Los guío en su visita.
12:00
Me despido de María Dolores y de los chicos. Ángelus.
Voy al banco. Últimamente, cada vez que voy encuentro un cajero nuevo. El de hoy me explica que es porque están de prácticas. Se nota porque me pregunta que si sé dónde se guardan las bolsas de plástico para meter las monedas. Señalo un armario que está detrás de él y me lo agradece mucho. Es muy amable.
12:25
Vuelvo a la casa abadía y a noto en las cuentas el ingreso de las colectas.
Sexta.
Abro el gmail.
Contesto algunos mensajes de WatsApp.
Me pongo mi bata de trabajo y friego la casa abadía.
Me aseo un poco y leo la dedicatoria de las Soledades al duque de Béjar: «Pasos de un peregrino son, errante..». Me la aprendí de memorieta en Pamplona para recitarla en una fiesta de cumpleaños.
Lectura del capítulo 22 de san Mateo.
Lectura de «La Cena del Cordero».
14:20
Estoy enfrascado en la lectura de una entrevista a Renaud Camús que encontré en el X de Quintana Paz, cuando suena el teléfono. Es doña Nati, que me está esperando para comer. Salgo pitando para su casa.
Como es noviembre, hablamos de muertos. Le cuento lo de Javier. Doña Nati también conoce a Ester porque han coincidido alguna vez en los retiros mensuales. Se emociona un poco cuando le repito las palabras de Ester a CB: «Este hijo mío me ha dado muchas alegrías. Dios me lo dio, Dios se lo ha llevado».
14:55
Me despido de doña Nati. Visita al Santísimo.
Se me antoja que prescindir de las noticias en Antena3 y dedicar media hora a leer poesía puede ser una sabia decisión. Voy a la casa abadía y leo los Cuatro Cuartetos de Eliot.
15:35
Misterios gozosos. Los acompaña muy bien el recuerdo de Ester —sevillana encantadora y salerosa con voz aguardentosa de fumadora empedernida— y de su marido, médico y caballero gentilísimo que hoy andarán llorando a Javier, el hijo que les ha dado tantas alegrías. No puedo imaginar la pena de su joven viuda.
16:00
Me pongo a repasar el esquema de la charla que preparé por la mañana y me quedo frito. Cuando me despierto, me pregunto: «Si yo me duermo con esto, ¿qué será de los sufridos feligreses de Los Montesinos cuando tengan que soportarlo?» Lo borro todo y lo rehago de nuevo.
16:40
Salgo para el hospital. Atascazo en Torrevieja.
17:10
Me siento en la capilla para mirar fijamente al sagrario. De allí beben su fuerza y su alegría FSL y Ester. Allí consuela Jesús las penas de ellos y de todos. Me pongo de rodillas para terminar mi oración como de costumbre: «Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada (allí está su imagen), san José, mi padre y señor (por mis pecados no hay una imagen suya en la capilla), Ángel de mi guarda: interceded por mí».
Me pongo mi bata de capellán y subo por las escaleras hasta la habitación de FSL. Está dormido. ¡Qué bien! No seré yo quien lo despierte.
Vuelvo a la sacristía, me quito mi bata de capellán, cojo el portaviático para llevar la comunión a Ana.
17:50
Salgo para Guardamar.
18: 10
Llamo a la puerta de la casa de Ana. Es de noche y la casa está en una urbanización desierta. Me abre la puerta una desconocida que me mira como si yo fuera un desconocido en esa casa. Comprendo que es nueva en esa casa. Es rubia, alta y fuerte. Le pregunto por Ana, me mira de arriba a abajo. Sé que me está midiendo. Cuando me dice —secamente— «Pase» sé que me ha medido y que ha llegado a la conclusión de que ni por mi aspecto ni por mi estatura —comparada con la suya— puedo ser un peligro para Ana o para ella.
Saludo a Ana. Charlamos, rezamos y le doy la comunión. No oye bien. A veces me reconoce y a veces no. Se le iluminan los ojos cuando le pregunto por sus hijas y me dice que una está en Londres y otra en Madrid y que son muy buenas. Cuando me despido de ella, grita: «¡Tatiana!». Y viene la desconocida grande y rubia diciendo: «No soy Tatiana, soy Sara». Y Ana, como disculpándose, me dice: «A veces confundo los nombres. ¿Tengo que darle algo? Es que no sé como pagarle todo lo que hace por mí». Le pregunto que si puedo darle un beso. Me mira como te miran los que están perplejos porque no han oído bien o no dan crédito a sus oídos. Cambio de táctica y le grito al oído: «Reza por mí».
Sara me acompaña hasta la puerta. Le pregunto por Tatiana. Me responde —secamente— que Tatiana se ha tomado un día libre. Le pregunto que si también ella es ucraniana y me responde secamente: «no». Aún me atrevo a preguntar: «¿De dónde eres?». Y ella, secamente: «De Alemania». Y yo, temiendo un poco por mi vida: «¡Que suerte! ¿De qué parte de Alemania?». Y ella: «De Núremberg».
18:45
Salgo para San Miguel. Misterios dolorosos con BXVI. En una glorieta me equivoco de salida porque es de noche. Acabo dando vueltas por Torrevieja, la ciudad del atasco permanente. Empiezo a ponerme nervioso y sé que eso no augura nada bueno. Aparco el coche en un descampado y miro al cielo. No se ve nada porque hay nubes. Decido terminar de rezar allí los misterios dolorosos «a solas y en celada».
19:25
Reanudo la vuelta a San Miguel.
19:45
Llego a San Miguel muy tranquilo. Tengo ganas de sentarme ante el sagrario para mirarlo fijamente, pero puede más la llamada del deber. Voy a la sacristía, enciendo una velita roja y subo al coro para ponerla a los pies de la imagen de la Virgen del Carmen que está sacando almas del purgatorio en noviembre y siempre.
Vísperas desde el coro.
20:15
Vuelvo a la casa abadía y me preparo una cena ligerísima oyendo la radio y sin entender nada.
20:45
Me aseo un poco y me pongo a escribir todo esto.
21:45
Me llama B. Charlamos. Yo muerto de sueño.
22:10
Nos despedimos. Sigo escribiendo esto y me quedo dormido ante mi Mc. Me despierta el dolor de estómago. Me tomo un Almax y paseo un poco por el pasillo para que se me vaya pasando.
Aprovecho para ir emparejando calcetines, para poner un poco de orden y de manías mías en la casa abadía y para pensar en lo raras que son nuestras vidas.
22:30
Vuelvo a la iglesia.
Completas.
No quiero volver a la casa abadía. Me demoro un poco entre los altares laterales: santa Rita con la espina de la Cruz de Cristo clavada en la frente —qué vidas tan raras— y san Juan señalando a Jesús Resucitado. Las tres Avemarías y el Cristo Yacente. La Inmaculada. Teresa de Lisieux, la Virgen del Carmen…
23:10
Apago las luces, cierro la iglesia y, muy a mi pesar, vuelvo a la casa abadía. El Paseo está desierto.
Me siento ante mi Mc y, con mucho sueño, escribo lo que queda del día.
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Es usted muy amable. No lo olvide.