martes, 19 de noviembre de 2024

Diario. Martes, 19 de noviembre de 2024

 San Miguel de Salinas

martes, 19 de noviembre de 2024


7:30

Abro la iglesia.

Oficio de lectura y laudes.

Me siento ante el sagrario. 

8:30

Me instalo en el despacho. 

WhatsApp. Teresa, que hoy no podrá venir a Misa. Varios dolientes comentan, con pena, la muerte de Javier. Felicito, con retraso, a Isabel. Leo un artículo que me mandó, hace días, PDG y que se intitula: «¿Que libros de espiritualidad leen los obispos españoles». 

Miro mi agenda. Tengo un entierro a las cuatro en Los Montesinos y sé que tengo que dar una charla allí esta tarde pero ¿a qué hora? Misterio. 

Lectura del capítulo 23 de san Mateo. 

Lectura de «La Cena del Cordero».

Me meto en el estudio del Proyecto diocesano de Pastoral: seis o siete cuadernitos con una carta del obispo, obejtivos y todo eso, planes de catequesis para niños, jóvenes, ancianos, enfermos…

Escribo esto.



9:45

Me propongo releer de un tirón «La señal de la Cruz» del profesor Lorda.  El dice que no es poesía. A mí me parece una meditación poética excelente. 

10:25

Interrumpo la lectura para ir a la iglesia. Saludo a Joan. Me cuenta que, ayer, Laura y ella estuvieron registrando toda la casa en busca de un certificado que necesita Laura. Pedir un duplicado cuesta cien libras esterlinas. Cuando ya lo daban por perdido, decidió rezar un Padrenuestro a san Antonio ofreciéndole diez euros de limosna. Inmediatamente se le encendió una luz, como una inspiración. Obedeciendo a esa inspiración abrió una carpeta y ¡zas!: allí estaba el certificado. 

Me da diez euros de limosna. Muy bien. Como me he dejado el teléfono en la casa abadía, le ruego que llame a la puerta del confesonario a las once menos diez. Voy al confesonario y sigo con la lectura de «La señal de la Cruz». 

10:50

Joan golpea con fuerza la puerta del confesonario. 

11:00

Misa votiva de los ángeles porque es martes. Encomiendo el alma de Javier. 

11:40

Me despido de Joan y vuelvo al despacho. 

12:45

Termino la lectura de «La señal de la Cruz». 

Juzgo entonces que ha llegado el momento de volver a intentar poner en marcha mi viejo Mc que ha estado reposando y secándose desde que compré el nuevo. 

Lo enchufo. Lo abro, le doy al botón de arranque y se enciende.  La pantalla presenta irisaciones raras, pero no importa. ¿Funcionará el teclado? ¡Funciona! ¿Podré abrir el documento de las cuentas parroquiales? ¡Sí!

Me lo mando por correo y lo abro en mi nuevo Mc. 

Sexta. 

Me entrego a la tarea de ir recuperando cosas del viejo Mc y de borrar otras. 

Me llama CB. Que esta tarde llevarán el cuerpo de Javier al tanatorio de Elche. 

13:45

Limpio cuidadosamente mis dos Macs. Recojo el despacho, me aseo un poco y voy a casa de doña Nati. 

Allí trasteo en WhatsApp hasta dar con el mensaje de don Paco, el arcipreste, en el que me decía la hora de la charla. Resulta que no es hoy sino mañana a las ocho y media. Muy bien. 

14:30

Me despido de doña Nati que me ha preparado dos botes de aceitunas partidas y una fiambrera con patatas a lo pobre. 

Siento como un impulso obsesivo de salir corriendo para la casa parroquial y ponerme a trastear con mis Macs. Recapacito: los impulsos obsesivos no son buenos y correr es muy peligros. 

Visita al Santísimo. 

Vuelvo a la casa parroquial andando muy despacito. Creo que ya no volveré a ver las noticias en Antena 3 ni en ninguna otra televisión. Leeré resúmenes de prensa y oiré la radio. El ritmo de la tele se me antoja trepidante y no entiendo por qué tienen que dar las noticias con música como de cosa muy emocionante. 

Llego a la casa parroquial y dejo la cesta de Caperucita que me ha preparado doña Nati en la cocina. ¿Me pongo a trastear con mis Macs? No. Me pongo a emparejar doce calcetines mientras escucho Burnt Norton, recitado por el mismísimo Eliot. Luego East Coker. 

15:15

Termino de escuchar East Coker. Y voy al garaje. 

Hay un coche bloqueando la salida. Tiene encendidos los intermitentes de modo que imagino que el conductor no estará lejos. Toco el claxon y nada. Varias veces. Por fin llega una señora cargando un montón de paquetes, la pobre, y muy azorada. 

Salgo para Los Montesinos escuchando The Dry Salvages. 

16:00

Entierro de Rita en Los Montesinos. Rita se quedó viuda y con dos hijos muy joven. Los sacó adelante y uno de ellos es ahora una conocido abogado. Junto al féretro han erigido el estandarte de la cofradía del Cristo porque Rita era cofrade. La iglesia está llena, y la plaza también. 

16:45

Salgo para el hospital terminando de escuchar The Dry Salvages. 

17:15

Me pongo mi bata blanca y voy a llevar la comunión a FSL. Está despierto y sonriente. Tiene buenas noticias: el médico le ha dicho que no tiene por qué morirse inmediatamente y que será dentro de dos meses o más: cuando Dios quiera. Tiene muchas ganas de hablar. Han ido a verlo sus hijos. Tiene un hijo y una hija. Ella tiene algún retraso pero pinta muy bien. Cuando FSL se muera, la llevarán a una residencia. Al principio extrañará la casa, pero luego se acostumbrará. Recuerda sus años en Telefónica y a don Ángel García Dorronsoro y «muchas cosas buenas que ya no volverán». 

Rezamos, le doy la comunión, rezamos un poco más y luego nos quedamos en silencio, él con los ojos cerrados. Me voy silenciosamente. 

17:45

Me siento ante el sagrario. 

18:20

Me quito mi bata de capellán y me dirijo al aparcamiento. Encuentro a un doctor muy simpático que se llama Javier. El apellido no lo recuerdo. Charlamos. Me dice que no puede asistir a la misa del hospital porque tiene turno de tarde pero que, si celebramos una misa por Javier, procurará ir. 

Salgo para San Miguel. Misterios dolorosos. 

18:50

Llego a San Miguel. En la parroquia está ensayando la Coral Alcores. Veo que tienen nuevas voces. Suena muy bien.

Voy a la casa abadía y escribo esto. 



19:35

Treinta y siete mensajes de WhatsApp. Del vivero: que en dos días llegará el árbol de Navidad. Reenvío el mensaje a Heidi y Armin para que estén tranquilos. Arquilatría, en un lindo mensaje de voz, me anima a seguir escribiendo mis diarios aunque tenga sueño. 

Me llama Manolo. Que ya han terminado de ensayar y que si puedo ir a cerrar la puerta del coro para que no les birlen el órgano. 

19:52

Voy a la iglesia para cerrar la puerta del coro y la sacristía. 

Vísperas. 

Vuelvo y trasteo un poco en las RR SS. Miguel Ángel Quintana Paz hace un hilo comentando elogiosamente el discurso de Monseñor Argüello. Guardo el hilo para leer el discurso cuando tenga un rato. 

20:26

Me desenredo y caliento las patatas a lo pobre que me ha preparado doña Nati. Mientras me las zampo, sonrío al recordar a Samira que ya sabe hacer chistes en español y suele repetir: «No patatas a lo pobre. ¡Patatas a lo rico!». Y luego añade: «Pobres no comer ni patatas». Tiene razón. Por eso es gracioso. 

Busco el discurso de Monseñor Argüello y lo hallo. Son cuarenta y cuatro páginas. Demasiado para leerlo de un tirón a estas horas. No importa, empiezo a leerlo. Me detengo en la página 9 donde el obispo dice que, en realidad, los problemas y los asuntos humanos no tienen solución sino historia y que cada generación tendrá que afrontarlos velis nolis y que lo mejor sería que los afrontase en Cristo. 

Tomo nota: seguir leyendo el discurso mañana poco a poco.

21:10

Acabo de escribir esto. 



21:15

Vuelvo a la iglesia para rezar completas antes de cerrarla. 

Voy pensando que no es solo que cada generación tenga que volver a afrontar los problemas y los asuntos humanos sino que cada uno de nosotros tiene que volver afrontarlos día a día, minuto a minuto en un ahora y siempre por los siglos de los siglos amén porque vivir es eso: afrontar asuntos humanos que nos vuelven locos cuando no contamos con el Buen Jesús, Dios y Hombre verdadero. 

21:40

Ya he cerrado la iglesia. Vuelvo a la casa abadía y me pongo a terminar esta página de mi diario venciendo —otra vez— la obsesión compulsiva que me dice: «Déjate de diarios y de tonterías y ponte a trastear en tu viejo Mac tan lleno de tesoros». 

Me ayuda mucho el recuerdo del mensaje de voz que me ha mandado mi doña Arquilatría —¡tan amable!— animándome a seguir escribiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Es usted muy amable. No lo olvide.