San Miguel de Salinas
viernes, 8 de noviembre de 2024
6:15
La máquina de afeitar se ha quedado sin batería. La enchufo y me dice que, mientras se esté cargando no puedo usarla. Busco una cuchilla de afeitar. El afeitado queda regulín pero la sangre brota a raudales por los mil cortes que me he hecho en la cara y en el cuello.
¿Lloro mi desventura y sus conjuntos? No. Sigo con mi aseo.
7:00
Abro la iglesia, enciendo las luces y salgo para el hospital.
7:20
Preparo el altar para la misa. Hoy celebramos una de las «Misas por distintas necesidades» pidiendo el auxilio de Dios para los que andan sufriendo por la DANA.
Oficio de lectura y laudes.
8:00
Misa.
8:30
Recojo todo y preparo los libros para la misas del lunes. Me lleva exactamente quince minutos, como siempre.
8:45
Me siento para mirar fijamente al sagrario.
9:15
Subo a la azotea, bajo a la salida y me siento al volante de mi coche justo en el momento en que suena el teléfono. Me llaman del hospital para que vaya a ver a Dulce.
Vuelvo a la capilla, me pongo mi bata de capellán, cojo el portaviático y subo a ver a Dulce.
9:35
Llego a la habitación de Dulce, me presento y comenzamos a charlar. ¡Qué mujer! Llama a la puerta una enfermera, pide permiso para entrar, pide perdón por interrumpir, retira una bolsa de suero vacía, se despide y se va. Seguimos charlando y sigo pasmándome ante esta maravillosa Dulce. Entra una doctora sin pedir permiso ni perdón. Nosotros, los expeditivos, somos así. Salgo al pasillo para dejarlas a solas. Cuando sale, entro otra vez. Seguimos charlando y yo pasmándome. Llaman a la puerta. Es el marido de Dulce que ha venido a traerle un café. Pide permiso para entrar y perdón por interrumpir. Me saluda, deja el café y se va. Ya no hay más interrupciones. Dulce comulga.
10:20
Me despido de Dulce. Voy a anotar la visita en las «Notas» de mi iPhone pero han desaparecido. No importa. Encomiendo lo de mis notas a san Antonio y salgo pitando para San Miguel después de dejar mi bata de capellán en la sacristía.
10:50
Llego a San Miguel con el tiempo justo para revestirme.
11:00
Segunda misa. Votiva de la Santa Cruz porque es viernes.
11:30
Entran en la sacristía doña Nati con la colecta y Teresa con treinta euros para Cáritas Valencia.
Entra en la sacristía María Dolores que ha venido con los niños de la clase de Religión del instituto.
Joan se queda con ellos. Yo salgo con Carmen para rezar el rosario en el cementerio.
Allí nos encontramos con Rita y con Zvignev, el tenor polaco.
12:20
Después de hacer el servicio de taxi para llevar a Rita a Eurosalinas y a Carmen a su casa, aparco el coche y voy a la casa abadía.
Vuelvo a buscar en mi iPhone las notas. Allí tenía claves, anotaciones de visitas a enfermos y otras muchas cosas útiles. Han desaparecido de mi iPhone. Es un hecho inexplicable para mí pero cierto. No importa. Busco en mi Mc y las encuentro allí. No tengo tiempo para estudiar el fenómeno pero lo tengo para dar las gracias a san Antonio.
Apunto en las cuentas de la parroquia los treinta euros que me ha dado Teresa.
Sexta.
Pongo una lavadora y me entrego al aseo de la casa abadía mientras oigo la crítica al Estado de las Autonomías que hace Fortunata y Jacinta en su canal de YouTube.
Le dedico un tiempito a mi mesilla de noche que es de madera de pino y tiene tres cajones. Los vacío, los limpio y los ordeno. De paso limpio la pequeña pila de agua bendita que está junto al cabecero de mi cama y le dedico un pensamiento de gratitud a Wilder que hizo el cabecero de mi cama con quince baldosines blancos.
Vuelvo a pensar lo que siempre pienso —desde hace trece años— cuando estoy en mi dormitorio: que urge comprar unos faldones para el canapé.
13:30
Mando un mensaje a Damaris. ¿Podríamos vernos a las cuatro?
Lectura del capítulo 13 de San Mateo.
Lectura de «El Señor» de Romano Guardini.
13:55
Me aseo un poco y voy a casa de doña Nati.
Damaris responde a mi mensaje: Estará con Yasuel a las cuatro en la iglesia.
14:45
Me despido de doña Nati.
Visita al Santísimo.
15:00
Leo «MIl ojos esconde la noche» hasta que llegan las noticias.
Noticias en Antena 3.
15:35
Misterios gozosos.
16:00
Llegan Damaris y Yasuel. Charlamos. Lo más urgente es que arreglen sus papeles. Llamo a Inma. Les pido que limpien el patio y los locales.
16:50
Pago el servicio de limpieza y nos despedimos.
Voy a la iglesia. Llega Teresa y me siento para mirar fijamente al sagrario. Teresa hace lo mismo.
17:15
Empiezan a llegar los niños de catequesis. Teresa se levanta para recibirlos. Yo sigo a lo mío.
17:20
Va a empezar la catequesis. Hago algunas preguntas dificilísimas: ¿Cómo te llamas? ¿Dónde nació Jesús?
Uno de los niños se llama Moisés. Juzgo que ha llegado el momento de hablarles del faraón, de las parteras, de la hija del faraón y del niño a quien la hija del faraón crió como a un príncipe y llamó Moisés porque lo había sacado de las aguas y que fue el más humilde de los hombres.
17:35
Nos despedimos. Ellos se quedan con Teresa y yo voy a la casa abadía para hacer un esquemita de la homilía que predicaré, si Dios quiere, el sábado por la tarde en San Miguel a las 18:00 y en Guardamar a las 21.00.
La primera lectura y el Evangelio nos hablan de pobres que dan todo lo que tienen. La segunda lectura nos habla de Jesús, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza que, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Me acuerdo de esa señora a la que conocí hace unos meses en La Mata y que me regaló un colgante con bolitas y una cruz para el retrovisor del coche. Lo había hecho ella. Cuando le dije «que Dios te lo pague» me respondió: «Ya me lo ha pagado todo. Tengo un marido que me quiere; unos hijos que, con sus cosas, están encarrilados y, al final del mes, me sobran cinco euros». Jesús, que ya había reunido a sus discípulos para poner ante ellos a un niño como ejemplo, los reúne ahora para poner ante ellos a una viuda pobre como ejemplo. No les pone como ejemplo a los ricos que dan mucho ni a los pobres que piden mucho sino al pobre que lo ha dado todo. Porque exactamente eso es Jesús: Dios hecho pobre para enriquecernos con su pobreza.
18:00
Cojo dos fiambreras que son de doña Nati y que Samira me reclama con insistencia y voy a casa de doña Nati para devolvérselas. Pero ni doña Nati ni Samira están en casa.
Voy al garaje con las fiambreras y salgo para Los Montesinos.
18:30
Tercera misa. Por todos los difuntos porque estamos en noviembre.
19:10
Salgo para San Miguel.
19:25
Aparco en San Miguel y devuelvo las fiambreras a doña Nati. Samira se alegra mucho.
Voy a la casa abadía.
Me preparo una cena ligera y me siento ante mi Mc —ya un viejo amigo— para recapitular lo que va del día.
¿Lo que va de el día? Sí, lo que va del día. Porque el día no ha acabado. Ayer hice el firme propósito —ya veremos lo que dura— de no cerrar la iglesia hasta las nueve y media de la noche, hora de cierre de Más y Más y de la Farmacia de El Paseo. Si yo fuera hombre de fe me empeñaría en mantener abierta la iglesia las veinticuatro horas del día como una farmacia de aquí que me encanta y que me ha sacado de apuros más de una vez en medio de la noche.
20.40
Acabo de recapitular lo que va del día y de escribir lo anterior y trasteo un poco en las RR SS.
21:00
Voy a la iglesia. La farmacia de El Paseo ya está cerrada.
Delia está ensayando con el coro.
Voy a la sacristía, enciendo un velón y subo al coro. Veinticinco escalones. Pido permiso para entrar y perdón por interrumpir. Ponemos el velón a los pies del cuadro de la Virgen del Carmen que está sacando almas del purgatorio.
Charlamos un poco y los dejo ensayando.
Vuelvo a la sacristía y preparo el misal, el libro de la sede y el leccionario para la fiesta de la Dedicación de la basílica de Letrán de mañana. Tiene su prefacio en el común. Leccionario IV.
21:30
Me despido de los del coro felicitando a todos por lo bien que suena. Me despido de los santos que están en el altar de santa Rita. He cumplido mi propósito. Más y Más ya está cerrado y la iglesia sigue abierta porque el coro sigue ensayando.
Vuelvo a la casa abadía y vuelvo a sentarme ante mi Mc.
21:45
Acabo de escribir lo que quedaba del día en esta página de mi diario.
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