martes, 28 de abril de 2009

Javi

Es un misterio Javi, como todos los niños, como todos los hombres, como todos…
Es autista. Y yo –quien esto escribe- su padrino.
Si le cuentas un cuento se aburre, el pobre Javi, mortalmente y se impacienta.
Pero, en cambio, le gusta ver dibujos porque tiene memoria de elefante.
No entiende por qué lloran los niños, aunque también él llora -y tampoco lo entiende- si ve triste a su madre.
Si encuentra a alguien llorando, Javi busca en seguida a los mayores para que actúen pronto y cese el llanto incomprensible; el llanto, ese misterio… como todo.
Lucía me ha contado –es la madre de Javi- que empezamos a oír a partir de los veinte decibelios -medida del sonido que produce la brisa cuando mueve las hojas de los árboles-.
Pero el mundo de Javi está poblado de insoportables ruidos de sirenas, frenazos y chirridos… a él le basta con cinco decibelios, poco más que el silencio, para ponerse alerta. Por eso se despierta en medio de la noche y nadie sabe desde dónde ha llegado a sus oídos un rumor de pisadas… o un grito… otro misterio.
A Javi, como a todos, le viene bien salir de casa con su madre, pasear y ver cosas y aprender. Tiene tanto que aprender como todos. Por ejemplo, un ejemplo. Aún tiene que aprender que las personas no siempre son iguales a sí mismas, y que hay muchos caminos para llegar a un sitio y –pero esto es lo difícil para Javi, para todos- que somos un misterio indescifrable todos. Que somos un montón de misterios muy raros.
Más de uno, en la calle, habrá pensado al ver a Javi cuando lanza un berrido de protesta –un grito de tenor, dice Lucía-: ¡Qué niño más maleducado! No nos falta razón tampoco en eso. Con toda la razón hacemos juicios de cosas que ignoramos, de misterios.
A Javi, como a todos, le viene bien estar con gente de su altura. Lucía teme que, algún día, lo saquen de la escuela y lo lleven a algún sitio de lujo donde un grupo de expertos lo aísle para siempre de la vida. No faltarán razones, si eso ocurre. Por ahora, Javi juega, en la escuela, con niños de su altura que ya se han convertido en monitores –monitores inversos- facilísimamente. Tampoco ellos entenderán gran cosa y, sin embargo, saben.
Lucía puede interpretar los sueños y tiene, como todos, otras muchas rarezas y más habilidades. A veces sueña, como soñaban antes los profetas, con cosas que luego van y pasan, o han pasado. Por ejemplo, otro ejemplo: ha visto en sueños un bichito -un anticuerpo, dice- que bien podría ser el que andan buscando lo sabios en sus laboratorios.
¿Quién sabe? Seguro que algún día se descubre el bichito, se destapa el misterio y se cura el autismo. Pero, aún entonces, Javi… será un misterio.

4 comentarios:

  1. Desde que empecé a conocer a Lucia,empecé a querer a Javi,su madre lo sabe.Ahora conozco un poco más a este niño misterioso,distinto porque no quiere que nadie llore,porque oye más que nosotros y ,según supe,también ve más que las personas corrientes.Gracias,dJ,esto es lo más bonito que vd ha escrito,desde que está en marcha su maravilloso glob.Un abrazo muy fuerte Janusa.La nana tabién fue preciosa,no esperaba yo tanta ternura,estoy contentísima.

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  2. Y con todo, D. Javier, lo mejor de Lucía es lo que no cuenta.
    Un abrazo.
    Balbi.

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  3. A Jaimón y a mi ya sólo estas cosas nos emocionan.

    Qué Abbá nos lo bendiga... querido "Inquisidor"

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  4. Hola Don Javier, gran entrada, muy bien escrita y muy bien explicados los trastornos del autismo. Ciertamente los niños que viven cerca de una persona con autismo, son los mejores profesores. Creo que un niño con autismo siempre tiene que estar rodeado de otras personas, aunque nos les preste atención. Poco a poco se dará cuenta que están allí. Los demás solo tenemos que esperarle. Un abrazo. Fernando.

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Es usted muy amable. No lo olvide.