miércoles, 7 de agosto de 2024

Diario. Miércoles, 7 de agosto de 2024

San Miguel de Salinas

miércoles, 7 de agosto de 2024


4:30

Me despierto y miro el reloj. Son las 4:30. 

Oficio de lectura.

Mira, @emtascon  ha publicado su diario

Apago la luz y me queso frito.

6:00

Suena el despertador y el reloj de la iglesia da las seis. Son la seis. 

6:30

Café con leches, laudes y elogio de los santos. Cierro las ventanas, bajo las persianas y voy a la iglesia. 

6:55

23º C

Abro de par en par la iglesia y voy al garaje. Doña Nati ya está sentada en mi cohe gris, esperando para salir hacia el hospital. Salimos hacia el hospital y no podemos ver la salida del sol porque el horizonte está brumoso. Charlamos. Me cuenta que se ha despertado a las cuatro y media. Mira, igual que yo. 

7:20

Dejo a doña Nati en la sala de espera de los análisis y bajo a la capilla. Preparo la misa y me siento ante el sagrario. Un penitente pide confesión. Muy bien. 

7:45

Llega doña Nati.

8:00

Misa. 

8:40

Recojo todo e invito a doña Nati a un cortado. No le gusta mucho la leche. Yo me tomo un café  con leches, un montadito y zumo de naranja natural.

9:10

Volvemos a San Miguel. No he subido los ochenta y un escalones pero da igual, los subí ayer. 

9.30

Me despido de doña Nati y voy a la casa abadía. 

Recojo la ropa que tendí ayer.

Limpio el Ra y lo dejo en la base de carga. 

Vía Aurora Pimentel leo una columna de EGM: Nos quieren exaltados. 

Echo un vistazo a X y, en efecto, noto una cierta exaltación de ánimos: insultos, señalamientos… Carlos Irisarrri lamenta el abandono del hotel Claridge. Yo también. 

10:24

Vuelvo a la iglesia, me revisto y me siento en el confesonario: el mejor confesonario de la diócesis. y, probablemente, del mundo. Un penitente, muy bien. 

Tercia. 

Otro penitente. Muy bien. 

11:00

Segunda misa de san Sixto II y compañeros mártires. 

11:40

Me llaman del hospital. 

Llamo a Carmen. Quedamos en el hospital para esta tarde a las seis y media. 

Me despido de Joan y de María Cristina y vuelvo a la casa abadía. 

12:00

Ángelus. Me cambio de camisa. 

Termino el segundo volumen de los Sermones Parroquiales de Newman. Copio del último sermón: «En todas las mejores cualidades de la excelencia humana fuimos superados ampliamente por hombres que vivieron hace siglos. Entonces se establecieron unos modelos de verdad y santidad que es poco probable que lleguemos a alcanzar nosotros. Pensar en convertirnos en seres más inteligentes y mejores, o más aceptables ante los ojos de Dios de lo que fueron aquellos, no es más que un mero sueño». 

Lectura de Las Moradas.

Lectura de La Nueva Jerusalén.

Caigo en la cuenta de que hoy, a las seis, tengo entierro en San Miguel. Mensaje a Carmen: que si podemos vernos a las cuatro y media. 

Borro veintitantos correos. 

Pongo a trabajar el Ra en mi dormitorio.

14:00

Voy a comer a casa de doña Nati. 

14:45

Visita al Santísimo. 

15:00

Noticias en Antena 3. Todo el mundo pendiente del —anunciado para mañana— regreso a Españita de Puigdemont. Siete españoles detenidos en París por protestar contra la mamarrachada de los JJOO. El fiscal ha dicho que el arresto no estaba motivado y los han dejado en libertad. Plantaciones de marihuana en Sevilla. Turismofobia en Mallorca. 

15:35

Misterios gloriosos. 

16:00

Salgo para el hospital. Atascazo en Torrevieja. Mando un mensaje al archidiácono preguntándole si, por ventura, podría hacer el funeral de las seis. 

16:31

Llego al hospital y mando un mensaje a Carmen: que ya he llegado y que, en cinco minutos, estaré en la habitación de su madre. Mensaje de  Carmen: que  su madre aún no está en la habitación. 

16:38

Subo a la habitación con mi bata blanca de capellán. Saludo a una joven: «Buenas tardes ¿Carmen?». La joven sonríe y llama a Carmen. Entonces aparece otra joven más joven y se presenta: «Yo soy Carmen». Quiere hablar conmigo. Encontramos una especie de pecera amplia, vacía y fresca y nos colamos en ella y empezamos a charlar. Al principio así como «a qué te dedicas» y eso. Luego por los codos. 

17:05

Estamos charlando por los codos cuando un joven —que, a juzgar por su estatura, podría jugar en la NBA— se planta delante de la pecera y se queda mirándonos. Carmen dice que es su novio y me levanto para abrirle la puerta auqnue podría haberla abierto él si hubiera querido. Nos presentamos. Se llama José María. No tarda en unirse a nuestra animada charla. Nos hacemos amigos. Dos cosas me gustan de ellos: son listos y son valientes. 

17:20

Consulto mi WhatsApp y suspiro aliviado. El archidiácono dice que irá a hacer el funeral. De otro modo yo tendría que haber salido pitando para San Miguel con bata y todo. Seguimos con nuestra charla. 

17:45

Nos despedimos. Salgo para San Miguel y voy a Más y Más. 

18:45

El funeral ha terminado. La iglesia huele a incienso. Apago un ventilador que ha quedado encendido y voy a la casa abadía. 

Me pongo el termómetro. No tengo fiebre. Colijo que la sensación de cansancio se debe a una bajada de tensión y que el dolor de articulaciones se debe a la artritis. Me zampo un gazpacho fresquito y un bocata de jamón y queso. Me siento para escribir todo esto. 

19:28

Limpio el Ra y lo devuelvo a la base de carga. Luego me bebo un vaso de agua —para hidratarme y para tragarme un paracetamol— y voy a la iglesia para hacer la oración de la tarde. 

«Viene el agua de su mismo nacimiento, que es Dios, desde la profundidad del alma que no conocemos». (Santa Teresa de Jesús tuneada)


20:07 

Vísperas. 

20:29

Cierro la iglesia y voy a la casa abadía. Treinta y siet mensajes de  WhatsApp. Ana Isabel y Wilder me invitan a cenar. Se lo agradezco y les explico que me he tomado una merienda cena con paracetamol y que me quiero ir a la cama prontito. 

Me avisan de que JZ habla a las 9 en la COPE. 

Abro en mi Mc el fresco de Sandro Botticelli intitulado Tentaciones de Cristo para observarlo como un curioso florentino. El diablo va disfrazado de fraile, con su rosario y todo. Después de la tercera tentación queda al descubierto: «Y vinieron los ángeles y le servían». 

21:10

Vienen Ana Isabel y Wilder para traerme una galleta recién horneada. ¡Qué buenos! Y ¡que buena la galleta! En la COPE están retransmitiendo un combate de patadas y puñetazos. Parece ser que el tunecino da más patadas y puñetazos que el español.  

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