lunes, 15 de enero de 2024

Diario. Lunes, 15 de enero de 2024

 lunes, 15 de enero de 2024

7:00

Abro la iglesia. Algo pasa con las luces del camarín de san Miguel. No se encienden. 

Oficio de lectura y laudes. 

Meditación con el evangelio de san Marcos. 

8:10

Apago las velas del sagrario. Entra una señora y se arrodillla. Trasteo otra vez intentando encender las luces del camarín de san Miguel, y nada. Voy a la casa abadía. 

Hay que limpiar: el aseo, la cocina, el despacho, el cuarto de estar, el dormitorio. Ya está. 

9:00

Me aplico a la lectura de El hombre eterno. 

10:00

Vuelvo a la iglesia. Ha llegado Joan. Las luces del camarín de san Miguel están encendidas. Le pregunto que cómo las ha encendido y me dice que ha hecho lo mismo que todos los días. 

Muy bien. 

Voy al confesonario. 

Tercia. 

Sigo con la lectura de El hombre eterno. 

Un penitente. Muy bien. 

11:00

Misa. 

11:45

Llevo al banco las colectas del fin de semana. 

12:00

Ángelus. 

Llamo al archidiácono para interesarme por su salud. Contesta Yoli. Propongo comprar un solomillo e ir a cocinarlo allí. Se aprueba la propuesta. 

Reanudo la lectura de El hombre eterno. 

Wasap de don Aurelio: que si puedo celebrar la misa en su parroquia el domingo por la tarde. Que sí. 

13:00

Voy a Más y Más para comprar un solomillo. 

Voy a Torremendo. 

El archidiácono ha preparado unas caraotas para acompañar el solomillo. Mientras prepara el solomillo descargo una bolsa de naranjas de La Torre. 

Comemos y charlamos. 

15:15

Nos despedimos. 

15:30

Visita al Santísimo en San Miguel. 

Voy a la casa parroquial y echo un vistazo a los resúmenes de prensa que me llegan. 

16.00

Misterios gozosos.

16:30

Reanudo la lectura de El hombre eterno.

17:45

Voy a la iglesia y enciendo  las seis velas del sagrario. 

Me envuelvo en una manta y me siento en un rincón oscuro del presbiterio. Hay que mirar fijamente al sagrario considerando las impresionantes imágenes del discurso escatológico en el capítulo 13 de san Marcos. 

Vísperas.

18:40

Inspecciono la sacristía. Hay que tirar algunos papeles. Registro el misal para la misa de  mañana: votiva de los ángeles, porque es martes. 

Voy a la panadería. 

Paso a saludar a dN&P. Los encuentro muy bien acompañados. 

Paso por la tienda de Isabel. 

19:15

Vuelvo a la casa abadía. 

Encuentro algunas llamadas perdidas y envío wasaps interesándome por  el fenómeno. Me entero, por WhatsApp de que hay oytro doctor en la familia. Me uno al coro de felicitaciones. 

Preparo unos guisantes con jamón. Sí, claro, me pongo un delantal para prepararlos y, aunque no hace falta, mientras se sofríen la cebolla y el ajo, voy removiendo el mejunje con una cuchara de palo para dármelas de Arguiñano. 

20:00

Recojo la cocina y me acojo al calor de la estufa, en el despacho, para entregarme a la lectura de El hombre eterno. 

Leo: Cualquiera «que en su niñez haya conocido la auténtica Navidad, tendrá siempre (…) en su mente una asociación entre dos ideas (…): la idea de un recién nacido y la idea de una fuerza desconocida que sostiene las estrellas».

Interrumpo la lectura para buscar en YouTube el poema de EGM El llanto de mi hija sostiene las constelaciones

Creo que no pueden asociarse de un modo más lindo ambas ideas. 

Interrumpo la lectura porque Andrés me llama por teléfono. Que tiene que presentar una especie de liquidación en la Agencia Tributaria. 

21:00

Vuelvo a la iglesia.

Completas. 

Apago las luces y cierro la iglesia. La abrí a las siete de la mañana. Son las nueve y cuarto dela noche. Ha estado abierta durante catorce horas. Me parece poco. 

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