domingo, 1 de septiembre de 2024

Diario. Domingo, 1 de septiembre de 2024

 San Miguel de Salinas

domingo, 1 de septiembre de 2024


8:00

Oficio de lectura y laudes.

8:20

Voy a la iglesia y la hallo abierta. La sacristía también está abierta. No me lo explico. Cierro la sacristía, enciendo las luces y salgo para La Mata. 

8:50

Aparco en La Mata. Tengo que caminar durante ocho minutos hasta la parroquia.

9:00

Llego a La Mata. Observo que el sagrario está abierto y que, dentro, hay una pequeña custodia con el Santísimo expuesto. Me arrodillo para comenzar mi oración de la mañana pero sale Mateo y me dice que hay un penitente que quiere confesar. Me revisto y confieso al penitente en un banco porque no puede arrodillarse. Ya se ha formado una pequeña cola en el confesonario. Voy al confesonario. Tres penitentes más. Muy bien. 

9:30

Primera misa del día. Homilía de cinco minutos buscando la respuesta a esta pregunta del salmista: «Señor ¿quién puede hospedarse en tu tienda?». 

10:12

Tengo que caminar durante ocho minutos hasta el aparcamiento y conducir durante diez minutos hasta la parroquia de El Salvador. 

10:28

Aparco en la puerta del El Salvador. Me da la bienvenida un ser humano grandísimo y sonriente que se presenta con su nombre y oficio: Pau, sacristán. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

Un penitente pide confesión. Lo atiendo y vuelvo a sentarme ante el sagrario. 

10:55

Me estoy revistiendo cuando otro penitente pide confesión. Muy bien. 

11:01

Empieza, con un minuto de retraso, la misa de once. En la homilía de cinco minutos, respondiendo a la pregunta del salmista, insisto en que no es el mundo —que ha sido creado por Dios, y que es my bueno— sino la mentalidad mundana lo que corrompe el corazón del hombre. 

11:40

Charlo con Pau, el sacristán enorme. Es croata y propietario de una empresa inmobiliaria. La sacrsitía se llena de solicitantes. Felicito a dos que viene con un bebé para bautizarlo y los dejo a todos en las manos del bondadoso sacristán. 

Salgo para San Miguel. 

12:10

En la casa abadía, recojo la ropa que tendí anoche y me cambio de camisa.

Voy a la iglesia. Está celebrabdo el arcipreste. La congregación escucha atentamente su homilía. La primera palabra que oigo es «serrucho». Avanzo discretamente por la galería de altares para no distraer a los oyentes. Mientras me revisto oigo una parte de la homilía. El arcipreste está hablando de «aferrararse». Voy al confesonario por el mismo camino que he recorrido para ir a la sacristía. Dos penitentes. Muy bien. Tercia.

Salgo del confesonario para ayudar a repartir la comunión. 

Después de misa Joan me muestra unos grabados del Misteri de Elx que ha regalado Cristina. Propone que los enmarquemos y lo pongamos en la iglesia. Prometo estudiar el asunto. 

Me quedo con el arcipreste para organizar las sustituciones de esta semana. ¿Formamos un equipo? Si, formamos un equipo. Pero, en honor a la verdad, hay que reconcer que el equipo no funcionaría si él no se ocupase de la organización. 

Lo acompaño hasta el coche. Al pasar por delante de la casa de doña Nati, el Arcipreste me anuncia: «hoy vais a comer lentejas». Antes de despedirnos me habla de algunos graves asuntos. Muy bien. 

Voy a la casa abadía y me cambio de camisa. 

Voy a casa de doña Nati. Hay lentejas. Evangelina bendice la mesa y reanuda el cuento de su vida. Su primera hija creció y se fue a trabajar a Suiza. Luego nacieron tres chicos y, finalmente, otra hija. Uno de los niños murió a los once meses. Ya sabía andar. Evangelina lloró y lloró hasta que fue a una iglesia, se puso ante un crucifijo y le dijo a la Virgen: «Ahora entiendo tu dolor. Si yo estoy llorando por un hijo del pecado ¿qué no sufrirías tú por un Hijo tan santo? Lo pongo en tus manos y ya no lloraré más». Y ya no lloró más. 

De los otros dos hijos, uno vive en Alicante y el otro en Francia. Evangelina dejó Colombia en el año 2000 y fue con su hija menor —que tenía entonces ocho años— a Suiza, donde vivía la mayor. Y la mayor le dijo: «Este clima no es bueno para tus huesos. Conozco a unas personas muy buenas en España. Vete allí». Y Evangelina se vino a San Pedro del Pinatar con su hija de ocho años y empezó a cuidar ancianos. Le pasaron muchas cosas y luego conoció a doña Nati y empezó a cuidar de Basilia. Una vez, Basilia amaneció con el abdomen amoratado. Evangelina llamó a doña Nati y la llevaron al hospital. Nada más ver a Basilia, alguien sugirió a doña Nati que el moratón podía deberse a una paliza que le hubiera dado Evangelina pero doña Nati, sacando pecho, dijo: «¡No! Me fio de ella». Esto lo cuenta Evangelina mirando a doña Nati que asiente. Luego, el médico que recnoció a Basilia hizo un diagnóstico, pero ni Evangelina ni doña Nati recuerdan el nombre que el médico le dio al fenómeno. Basilia y Evagelina se querían mucho. Otro día Evangelina llamó a Carmen y a doña Nati y les dijo: «Vuestra hermana respira con dificultad». Carmen y Basilia fueron a ver a su hermana. A los cinco minutos, Basilia moría. 

Los recuerdos de Evangelina nos llevan a hablar de serpientes porque cuenta que, cuando era niña, una anaconda, o algo así, estuvo a punto de zampársela. 

El tiempo se pasa volando con Evangelina. 

14:00

Noticias en Antena 3. 

14:45

Escribo esto. 

15:10

Trois Nocturnes de Debussy. 

15:40

Misterios gloriosos. 

16:00

Veo El alma existe (y no tengo que demostrarlo)

Leo Undefeated dualism de Tomas Bogardus. 

18:07

Cuarenta y nueve mensajes de WhatsApp. 

Me preparo un café con leches y unas galletas. 

Lectura del Evabgelio de San Lucas y de Las Moradas: «el alma desfallece    y sentimiento de amor siente». 

18:30

Voy a la farmacia a comprar pastillas amarillas pequeñitas. 

A la vuelta de la farmacia paso por casa de doña Nati para despedirme de Evangelina que se va mañana. Charlamos un rato y, luego, muac muac y todo eso. 

19:00

Ya en la casa abadía me tomo las tres pastillas amarillas pqueñitas. 

Anoto en las cuentas parroquiales los cincuenta y cinco euros que me ha dado Teresa de la colecta de hoy. 

Voy a la iglesia y me siento ante el sagrario. 

19:45

Salgo para La Mata. 

20:15

Llego a la parroquia y me revisto. 

20:30

Tercera misa y tercera homilía de cinco minutos a vueltas con la pregunta del salmista, y con lo del mundo y recordando que cualquiera puede entrar en la tienda del Señor si entra para pedir perdón, por muchos que sean sus pecados. 

21:12

Entra en la sacristía un chico polaco y me pide un autógrafo. Después de él entra un penitente pidiendo confesión. Nos hacemos amigos y lo invito a venir un día a San Miguel con su novia. 

Me despido de Mateo y vuelvo a San Miguel. 

21:50

Completas. Cierro la iglesia. 

Me preparo una cena ligera, la bendigo y me la zampo. 

Escribo esto.

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