domingo, 29 de septiembre de 2024

Diario. Domingo, 29 de septiembre de 2024

 San Miguel de Salinas

domingo, 29 de septiembre de 2024


¿Eran las ocho y media o eran las nueve menos cuarto cuando salí de La Torre? Da igual. Voy oyendo la conferencia de  Juan Miguel Zunzunegui «Al día siguiente de la conquista» y mi espíritu patriótico está enardecido. 

A las nueve y media comienza, puntualmente, la misa en Nuestra Señora del Rosario. Me ayudan Marcos y Pablo, dos hermanos que viven en Alicante y pasan los fines de semana con su padres en La Mata. Muy bien. Después, anuncio que a las ocho de la tarde, Dios mediante, será la toma de posesión del nuevo párroco. 

A las diez y media llego a la parroquia de El Salvador y saludo a Pau, el sacristán croata. Charlamos un rato y llega un penitente. Muy bien. La misa de once empieza puntualmente y, otra vez, anuncio a la congregación la llegada del nuevo párroco. 

Vuelvo a San Miguel, que está en fiestas. La iglesia está repleta de flores y los de la floristería están adornando los pasos para procesión de la tarde. Entran y salen muchos forasteros que han venido a pasar el día. Unos encienden velitas, otros se sientan para mirar fijamente al sagrario y todos hacen fotos. 

En El Paseo está preparada ya la mascletá. 

Deshago mi maleta y me pongo a asear la casa abadía. Empiezo por recoger y guardar la ropa que dejé tendida ayer. Cierro las ventanas para que el humo de la mascletá, cuando la enciendan, no entre en la casa abadía. 

Heidi y Armin me han ivitado a comer y me piden que lleve una barra de pan. Voy a comprarla. Hay un camión de bomberos aparcado en la puerta del garaje. La panadería está cerrada. Doña Nati me da una barra de pan de ayer. 

A la una y diez, con diez minutos de retraso, empieza la mascletá. No hay que lamentar víctimas. Al final todos aplauden y se van. En el paseo quedan solo los del equipo de limpieza del ayuntamiento y yo me voy a casa de Heidi y Armin. 

Brindamos, charlamos, hacemos preparativos para el concierto de Adviento, nos reímos mucho y nos despedimos. 

A las siete de la tarde empieza, puntualmente, la misa de la solemnidad de San Miguel. Ayudan el archidiácono y Samael, concelebra don José María. 

Problemas con la liturgia de la Palabra. Teresa proclama la primera lectura. Muy bien. Recita el salmo. Muy bien. Baja del presbiterio y se sienta como diciendo: misión cumplida. Esperamos que alguien salga a proclamar la segunda lectura. Nada. Hago una seña al archidiácono para que  proclame la segunda lectura y el archidiácono se levanta y se dirige al ambón. Aurelio ve que el archidiácono se dirige al ambón y, con toda lógica, colige que va a proclamar el Evangelio y hace una seña al coro para que cante el Aleluya. Toda la asamblea se pone de pie. Entonces juzgo que debo intervenir para poner orden. Me levanto de la sede, me acerco a Aurelio y le digo que  vamos a hacer la segunda lectura. Cesa el canto del Aleluya, me siento y toda la congregación hace lo mismo. El Archidiácono anuncia: «Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo…». Esa no es la segunda lectura de la solemnidad deSan Miguel. Juzgo que debo intervenir de nuevo. Me levanto, voy al ambón y veo que el leccionario está abierto por la memoria de san Wenceslao, o algo así. Creo que en Guatemala dicen «ya que salió negra, hagámosla trompuda». Ocupo  el puesto del archidiácono y, en vez de leer la segunda lectura, vuelvo a leer la primera. Me he equivocado  pero lo he hecho con gran aplomo. A continuación cantamos el aleluya. Juzgo que volver a la sede para dar la bendición al archidiácono y que él proclame el evangelio solo servirá para aumentar la confusión, de modo que  yo mismo proclamo el evangelio mientras imagino la perplejidad del archidiácono y de don  José María que están a mis espaldas.

La homilía empieza así: «Querido alcalde, autoridades, comisión y reinas de las fiestas, amigos de la Coral Alcores, queridos todos…» Y acaba así: «Que Dios nos bendiga a todos. ¡Felicidades!». Y la misa acaba así: «Podéis ir en paz».

El comandante del puesto de la Guardia Civil entra en la sacristía y —sorpresa— me dice que lee mis diarios. Me siento muy honrado.  

Entonces empieza la procesión con las imágenes de San Miguel y de Nuestra Señora del Rosario. 

A las nueve y media ha terminado la procesión, el castillo de fuegos artificiales, la Marcha Real y todo. Voy a casa, me cambio de camisa y voy a ver a doña Nati que está con Carmen y con Tomás. Me invitan a un vermú. 

Vuelvo a casa y escribo esto. Son las 22:40. 

2 comentarios:

  1. Yo también leo sus diarios y me reclamo.Y he celebrado la fiesta a mi manera.Ayer hubiese cumplido.el capitán 94 años.

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Es usted muy amable. No lo olvide.