San Miguel de Salinas
viernes, 6 de septiembre de 2024
Hasta hoy, cuando salía por la mañana, el cielo estaba ya iluminado por la luz crepuscular. Hoy, cuando salgo, aún es de noche. Son las 6:50. Abro la iglesia preguntándome si podré arranacar mi Lamborghini.
No puedo. La batería auxiliar también está agotada porque anoche no encontré, entre los cien mil cargadores que almaceno en casa, ninguno con un cable compatible con ella.
¿Habrá vuelto Wilder de sus vacaciones? Lo llamo. Me responde con una voz que deja ver que acabo de despertarlo. Le pido disculpas, le hablo de mi apuro y me dice que viene volando.
¿Cómo consigue levantarse y llegar, fresco somo una lechuga y sonriente, en quince minutos? Mientras lo espero miro el WhatsApp: cincuenta mensajes. Uno es de anoche: el archidiácono me pedía que fuera a Torremendo para dar la unción a un moribundo. Le mando un mensaje interesándome por esa persona.
Wilder me lleva al hospital. Llegó de Burgos con su familia anoche, a la una. Cuando se acostó debió de pensar: «Estoy de vacaciones, mañana no tengo que madrugar». Llevaba durmiendo cinco horas cuando lo he despertado pero no me odia por ello. En Burgos pasaron mucho frío porque no llevaban ropa de abrigo.
Me ayuda a prepara el altar y luego nos sentamos para mirar fijamente al sagrario.
Después de la misa, Wilder me ayuda a recogerlo todo y me espera mientras voy a la UCI para preguntar por Antonio. Murió anoche, poco después de recibir la unción y la absolución. Descanse en paz.
Al salir de la sacristía con Wilder, nos tropezamos con una auxiliar que va charlando con un joven. Ellá le dice: «Mira, aquí está la capilla, por si quieres venir a rezar». Y los dos se echan a reír como si lo de entrar a rezar en una capilla fuera una idea loquísima. ¡Pobriños! Parecen buenos chicos.
Vuelvo con Wilder a San Miguel. Vamos al taller de Bruno y llevamos a Bruno a mi garaje. Él lleva una aparato estupendo para arrancar Lamborghinis. Me propone que lo acompañe al taller porque, dice, va a tardar solamente unos minutos en arreglar el coche. Pero a nosotros, los profetas, nos es dado adivinar el futuro: durante esos minutos recibiré llamadas y mensajes y solicitudes de solicitantes y el día —que está empezando y que ya va muy deprisa— se acelerará y, de pronto, me daré cuenta de que no he rezado el oficio de lectura ni las laudes. Ayer mismo, en el Círculo, nos animaron a mantener vivo ese espíritu profético que se anticipa a los acontecimientos y defiende nuestros tiempos de oración. Le digo a Bruno que prefiero quedarme en la iglesia e ir a buscar el coche cuando esté listo.
Ofcio de lectura y laudes. Ya está.
9:34
Ya tengo tres llamadas perdidas de Luisa. Dos son de anoche. La llamo. Quiere que ofrezcamos una misa por su madre el domingo quince en Torremendo.
El archidiácono me ha dejado un mensaje. Anoche pasó a ver al moribundo. Todavía vive. Le digo que, en cuanto recoja mi Lamborguini iré a Torremendo.
Mensaje de Bruno. El coche está listo. Son ciento sesenta y cinco dólares con veinte centavos. Me perdona los veinte centavos. Dios se lo pague. Voy a recogerlo. Paso por el cajero, recojo el coche, pago y agardezco a Bruno su trabajo y voy a Torremendo. Recojo al archidiácono y vamos a casa del moribundo. Lo encontramos bastante bien. Se llama Jesús.
Dejo al archidiácono en su casa y vuelvo a San Miguel a tiempo para la misa.
11:00
Segunda misa. Votiva de la Santa Cruz porque es viernes.
Después de misa, un penitente pide confesión, muy bien. Cuando termina la confesión, me están esperando dos solicitantes: Damaris y Yusael. Necesitan arreglar sus pappeles y están sin blanca. Quedo con ellos para hacer una compra en Más y Más a la una y media, y les prometo que llamaré a la gestoría para ver si nos pueden atender esta tarde.
12:00
Ángelus.
Teresa me ha dado un donativo de unos novios. Lo apunto en las cuentas.
Tercia.
Concepción B: que si podemos tener el retiro el martes 17. Que sí. Apunto la fecha en mi agenda.
Luisa: que no olvide mandarle las lecturas del día 15. Las busco en la App de la Conferencia Episcopal y se las mando.
Mensaje al archidiácono: que el domigo 15 ofreceremos la misa por Luisa Sebastian y que las lecturas las harán su parientes.
Tengo tres llamadas perdidas y varios mensajes antiguos sin contestar de Nelson, el hermano de Sergio, nuestro maestro relojero chileno que en paz descanse. Contesto por WhatsApp.
AZV me pide el contacto de de JCRR. Se lo mando.
Hay más mensajes, pero también hay más cosas que hacer. Por ejemplo, hay que estudiar y, entre unas cosas y otras, llevo tiempo sin hacerlo. Ayer mismo nos recordaban en el Círculo que conviene priorizar lo importante y que, para eso, a veces hay que fumarse un puro con lo urgente. Bueno, creo que el que lo dijo lo dijo mejor.
12:36
Me aplico al estudio de mi librito de Patrología que lleva más de dos meses muerto de risa debajo de un montón de libros.
13:20
Recojo todo, me aseo un poco y voy al garaje para hacer una compra con Damaris y Yusael.
14:10
Dejo a Damaris y a Yusael en su casa con la compra.
14:15
Llego con quince minutos de retraso a casa de doña Nati. Está con Samira, con Joan y con Matthew. Comemos y charlamos.
15:45
Nos despedimos.
Visita al Santísimo.
16:00
Leo un resumen de prensa.
Misterios dolorosos.
Veo en YouTube un comentario exegético a las lecturas del domingo. ¿Tomo notas? Sí. Leo el comentario de Vanhoye.
17:10
Reviso el correo. La comisión de obras pide que envíe una facutar de luz reciente de cada inmueble parroquial. Busco las de San Miguel.
Me mandan el NODI. Lo leo. Mira, trae un breve comentario de las lecturas del próximo domingo.
Leo en Omnes una crónica del viaje del Papa a Indonesia. Ya puestos, leo la entrevista a Lia Beltrami.
Vísperas.
Lectura de Las Moradas.
Lectura del Evangelio de San Lucas.
Leo El Critón.
18:45
Doy un repaso al despacho parroquial y voy a la iglesia.
19:00
Me siento para mirar fijamente al sagrario. Poco después, entran Mavi y Henar y también se sientan a mirar fijamente al sagrario.
19:30
Salgo para Los Montesinos contento de ver que Mavi y Henar se quedan acompañando al Señor.
20:00
Tercera misa. Por el Papa y los frutos de su viaje apostólico. Me ayuda Dani.
Al terminar la misa vuelvo a San Miguel entre huertos de naranjos y limoneros bañados por la luz crepuscular. ¿Bajo un palio sonrosado? No.
Paso por Más y Más y allí me encuentro con Ana Isabel. Charlamos de su viaje a Madrid y a Burgos. Le pregunto que si la he despertado también a ella esta mañana cuando he llamado a Wilder. Me dice qu sí. Le pregunto que si me odia por ello. e dice que no.
Al salir me encuentro con Wilder. Charlamos y nos despedimos.
Y es de noche.
No cierro la iglesia porque está ensayando el coro. Suena muy bien.
Vuelvo a casa, me preparo una cena ligera y escribo esto.
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Es usted muy amable. No lo olvide.