martes, 10 de septiembre de 2024

Diario.Martes, 10 de septiembre de 2024

 San Miguel de Salinas

martes, 10 de septiembre de 2024


6:00

Suena el despertador en La Torre. 

¡Albricias! Mis huesos parecen haberse recompuesto. Noto solamente un dolorcillo de 2 sobre diez en mi pie izquierdo. 

6:30

Oficio de lectura y laudes. 

7:00

Salgo para San Miguel. Paro en el área de servicio de Elche para desayunar. 

8:10

Llego a San Miguel y abro la iglesia. Hay un empleado del ayuntamiento rascando la pintura de la entada. Ha sido una señora que ha venido hace poco a San Miguel la que se ha movido para conseguir que el ayuntamiento le haga un cariño a la iglesia antes de las fiestas patronales. Muy bien. 

Voy a la casa abadía y deshago mi maletita. Ayer olvidé sacar la ropa de la lavadora. Lo hago ahora y me tomo un paracetamol. 

Treinta y tres mensajes de WhatsApp no leídos. Leo quince, contesto a uno y dejo los otros dieciocho porque hay que ir a mirar fijamente al sagrario. 

8:45

El empleado del ayuntamiento sigue rascando la pintura de la entrada. Como no soy supersticioso, entro la iglesia pasando por debajo de su escalera. 

Me siento para mirar fijamente el sagrario. Nada mejor para disponerse a rezar que ponerse en modo «comunión de los santos» y unirse a la oración de todos los solicitantes y adoradores que están ahora mismo —en el Cielo y en la tierra— con sus ojos puestos en Dios. Muchos se encomiendan a mi oración a diario y yo me encomiendo a la oración de muchos. 

9:20

Entre tanto ha llegado Joan y ha preparado el altar. La saludo y registro el misal y el libro de la sede para la misa votiva de los santos ángeles porque es martes. 

Voy al banco para ver si ha llegado a Torremendo un ingreso que espero y poder pagar una deuda que tiene la parroquia.

No ha llegado. Pero ha llegado un ingreso que no esperaba a la parroquia de San Miguel y he podido pagar una deuda de la parroquia de San Miguel. 

Al salir del banco, la benefactora de la parroquia que ha hecho la gestión ante el ayuntamiento me informa: es decoradora y ha pensado que —como la fachada es amarilla— será lindo pintar el arco de la entrada de color azul cielo. Ya ha comprado la pintura. también ha encargado dos macetas enormes con sendos cipreses para colocarlas flanqueando las puertas. Ardo en deseos de ver cómo acaba este experimento psicodélico. 

Abro la cartelera para que puedan quitarla antes de ponerse a pintar. Siguen rascando la pintura que era de color gris humo y se había vuelto violácea.

Vuelvo a la casa abadía y anoto los movimientos de la cuenta de San Miguel. 

Trasteo en X. Leo trece mensajes nuevos de WhatsApp. Contesto a uno. 

Voy a la iglesia con mi Mac y con «Una escala humana» para sentarme en el confesonario. En la sacristía comento con Joan y con Teresa las últimas novedades acerca de la pintura de la puerta. 

En el capítulo «Muertos de soledad» recuerda Carlos M-B el experimento de ingeniería social que hizo el gobierno de Olof Palme en los setenta. Se trataba de fomentar la emancipación de los jóvenes facilitándoles por todos los medios (económicos) una vida independiente. Ya no hacía falta —esto es de mi cosecha— decirle al padre «dame la parte de la herencia que me corresponde». El Estado Providente se encargaría en adelante de repartir entre los jóvenes inquietos las riquezas de sus mayores. Como en la parábola, muchos de esos jóvenes no tardaron en descubrir que corrían el riesgo de morir, si no de hambre, de soledad.  

Tercia. 

11:00

Misa votiva de los santos ángeles. 

Después de misa enciendo el incensario y lo dejo humeando porque están  estercolando los campos y todo el pueblo huele a campo estercolado. 

En la puerta se ha reunido un nutrido grupo de curisosos para comentar la renovación de la fachada. 

11:55

Vuelvo a la casa abadía y doy un repaso a mi librito de patrología. Leo la catequesis que dedicó Benedicto XVI a san Atanasio. En el siglo XVI, san Pío V lo declaró gran doctor de la iglesia junto con los otros tres padres orientales: san Basilio, san Gregorio Nacianceno y san Juan Crisósotomo. 

12:45

Estoy discutiendo ásperamente con los arrianos cuando suena el teléfono. Es Mateo, el sacristán de La Mata, que si voy a tardar mucho. Entonces recuerdo que el arcipreste me llamó ayer para pedirme que oficiara el funeral de Julián a las doce uy media. Le digo a Mateo que se me había olvidado —no le digo lo de los arrianos— y que llego en veinte minutos. Tardo treinta. Voy pensando en me va a caer la del pulpo —con razón— por hacer esperar tres cuartos de hora a la familia del difunto, a los de la funeraria, a Mateo y a todos los demás. También voy —hay que decirlo— muy atento al tráfico que, a esas horas, es muy denso. 

13:15

Aparco en la puerta de la iglesia y encuentro a los deudos de Julián rezando tranquilamente, muy serenos y dándome muestras de una paciencia y de una comprensión maravillosas. 

Funeral de Julián. Empiezo pidiendo disculpas por el retraso.

Después de asperjar el féretro y de besar la cruz me acerco a la viuda de Julián. Una señora muy anciana que me presenta a los ocho nietos que la rodean. Se ve que está orgullosa de ellos. Todos han participado en la ceremonia con gran recogimiento y unción. 

Ya en la sacristía compruebo que tenía apuntado el funeral en mi agenda y que, a más a más, el arcipreste me había mandado un wasap de rcordatorio a las doce. Tenemos un arcipreste muy atento. 

14:30

Estoy aparcando en San Miguel cuando suena el teléfono. No contesto porque es doña Nati. Cruzo la calle, entro en casa de doña Nati, pido disculpas por el retraso y le explico lo del funeral. También ella se muestra muy comprensiva. Ha preparado huevos fritos, patatas fritas, pimientos fritos,y berenjenas a la plancha. 

15:00

Voy a la casa abadía para ver las noticias en Antena 3. Antes me tomo un paracetamol. 

15:35

Misteros dolorosos. 

16:00

Leo el «Ion» de Platón. 

16:45

Actualizo el libro de misas. 

17:00

Me aplico a la lectura de «Palabra e imagen en la literatura infantil». 

17:30

Voy a la iglesia. 

Me siento entre dos ventiladores para mirar fijamente al sagrario. 

18:09

Me instalo en el confesonario.

Vísperas. 

Entro a trastear en La casa romana

19:00

Vuelvo a la casa abadía. 

Ha llegado el momento de poner orden en el patio de los locales parroquiales. 

En primer lugar hay que desescombrar porque se ha convertido en almacén de cubos, fregonas, escobas, recogedores y productos de limpieza. Lo levo todo a la puerta de Iván, el belga, para que lo guarde en su sitio. 

Luego hay que hacerle un cariño al tronco de brasil. Le quito las hojas secas y lo trasplanto a una maceta más grande. 

Subo a la cocina y trituro en la Thermomix unas cáscaras de limón y de huevo con pieles de cebolla secas. Lo mezclo bien con agua en el mismo aparato y bajo a regar el tronco y el ficus que anda, el pobre, más seco que la mojama. 

Luego barro el patio y lleno el sumidero de ambientador Asevi concentrado. 

Por último, subo a la casa abadía, me doy una ducha, me cambio de ropa y pongo una lavadora. 

20:00

Ya fresco… ¿Como una lechuga? Sí, como una lechuga… Ya fresco, me preparo unos guisantes con jamón y me los zampo con una copa de Entrechuelos. Es un vino color rojo ciruela, poderoso, más buen tánico y un pelín ácido. Notable. 

Recojo todo y trasteo en las RRSS oyendo Tales of Mystery and Imagination, full album.

21:33

Acaban la música y el día. Hay que rezar completas después de escribir esto. 

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