San Miguel de Salinas
jueves, 12 de septiembre de 2024
9:00
Oficio de lectura y laudes.
Desayuno con tostada pero sin paracetamol.
Hoy no han venido los pintores.
9:45
Tengo tres llamadas perdidas —de ayer— del arcipreste. Llamo al arcipreste. No contesta. Llamo al presidente de la Junta de Cofradías, me dice que me llama en diez minutos, le digo que trataré de hablar con él después de misa.
Bernardo entra en la iglesia y me dice que la puerta está quedando muy bonita, y me da un abrazo.
10:00
Saludo a Joan y a Laura y voy al confesonario.
Joan me dice que dos señoras desean verme. Salgo del confesonario. Son X1 y X2. Las conozco pero he olvidado sus nombres por mis pecados. Se trata de dos artistas locales que ya pintaron el altar de la Virgen del Carmen hace años. Muy simpáticas y cariñosas. Ambas me besan. Vienen a ofrecer una ingeniosa solución para el arco de la puerta de la iglesia. Les agradezco su interés y les ruego que me den un poco de tiempo porque ahora hay multitud de personas buenas, como ellas, que arden en deseos de arreglar la entrada y presentan diferentes proyectos. Me informan de que un grupo de seres humanos ha convocado una reunión en el ayuntamiento para tratar el asunto. Esto supone una escalada de la crisis hasta la esfera de la política.
10:30
Exposición con el Santísimo. Al órgano, el organista.
Paz.
11:00
Primera misa del Dulce Nombre de María. Al terminar la misa, Andrés canta «Al Cielo a verla iré». Muy bien.
Luego, en la sacristía, me pregunta que si el arco se va a quedar de ese color azul cielo. Le digo que solo Dios lo sabe.
11:45
Voy a la casa abadía. Estoy cambiándome de camisa cuando suena el timbre. Vuelvo a abrocharme la camisa y abro la puerta. Es Teresa que viene a ofrecerse para lo que haga falta.
Me cambio de camisa. Teresa ya se ha ido, claro.
Llamo a JM: que hoy no podré ir a Alicante.
LLamo a María. La felicito por su santo y le digo que no podré ir a comer con ella a La Torre.
Mando un mensaje al presidente de la Junta de cofradías: que ya estoy libre y pendiente de su llamada.
A fuerza de priorizar lo importante sobre lo urgente, se me ha amontonado un importante número de asuntos urgentes.
Hay que hacer la comunicación para el juzgado de la última boda. Empiezo y suena el teléfono. Es el arcipreste, que está por aquí y que viene a verme.
12:32
Llega el arcipreste. Nos sentamos en el rincón de San Miguel y charlamos. Ha visto los amables comentarios que están poniendo en Fbk los detractores del color azul cielo y ha venido solamente para interesarse por mí. Charlamos largamente. Me da el número del arquitecto del obispado y me aconseja que me ponga en contacto con él. Tomo nota. Entonces llega Mari Carmen. Llega hecha un mar de lágrimas pero guapa y elegante, como siempre. Y perfumada con un perfume delicioso.
Hago las presentanciones: «Mari Carmen, el Arcipreste. Don Paco, Mari Carmen es la señora de la que te hablaba. Es la que ha estado trabajando para reparar la entrada de la iglesia». Y Mari Carmen, llorando con mucha pena, nos ha contado que hoy la han convocado al ayuntamiento. Y que ella ha ido con mucha ilusión pero que ha encontrado reunido un sanedrín de doce mujeres con el alcalde. Y que las mujeres han empezado a interrogarla.
«¿Quién eres tú para pintar la puerta de la iglesia de color azul pitufo?» Y ella: «Yo solamente quería ayudar y he contado con don Javier». Y ellas: «Y ¿por qué te ha dado el cura permiso a ti, que no eres del pueblo, y no a nosotras?». Y ella: «Yo solamente quería ayudar. Si el color no les gusta podemos elegir otro». Y ellas: «No, el color lo vamos a elegir nosotras».
Por eso ha venido Mari Carmen llorando y, por eso, ha añadido: «Ahora me da vergüenza salir por el pueblo, como si hubiera hecho algo malo».
El arcipreste ha tratado de consolarla con palabras dulce y tiernas: «No es usted quien tiene que avergonzarse de nada. Usted ha obrado generosa y noblemente». También yo he aportado mi granito de arena prometiéndole que voy a invitarla a ella y a su marido —que es italiano— a una pizzería muy buena. Y ha sonreído un poco. Luego, el arcipreste y yo la hemos acompañado hasta la puerta donde esperaba su marido muy sonriente. Allí nos hemos despedido los cuatro.
Iba yo a empezar, otra vez, con la comunicación al juzgado cuando he visto venir a Iván, el belga, con mala cara. ¿La razón? A su madre, de ochenta años, le han inducido un coma. Su padre tiene la misma edad. Ambos viven en Bélgica y él no puede ir a verlos porque no tiene dinero. Hemos charlado un rato.
Iba yo a empezar, otra vez, con la comunicación al juzgado, cuando me ha llamado el presidente de la Junta de Cofradías que es también gerente de una empresa familiar de materiales de construcción. Había leído los amables comentarios que están poniendo en Fbk y ha decidido poner su empresa al servicio de la parroquia, no solamente para pintar la entrada sino para sanear el arco de tal modo y manera que la pintura dure más. Y de gratis. Después de agradecérselo mucho le he dicho que le pasaría el contacto del arquitecto del obispado.
Llamo al arquitecto del obispado y charlamos. Un señor muy cordial y atento que, enseguida, se ha hecho cargo de la situación. Le digo que le pasaré el contacto del presidente de la Junta de Cofradías.
Paso a cada uno el contacto del otro. Lo de la comunicación para el juzgado tendrá que hacerse esta tarde.
14:00
Voy a casa de doña Nati. Samira ha hecho cuscús. Muy bueno, por cierto. Están también Eva, Miguel, Raúl y Pablo. Raúl me dice que hay cierto alboroto en Fbk con lo de la pintura de la puerta y que los clientes de su peluquería no hablan de otra cosa. Pablo muestra interés por saber que diablos pasa. Les relato el cuento de Mari Carmen, desde que llegó al pueblo y, muy ilusionada, se puso a hacer gestiones para arreglar la puerta hasta que ha llegado hoy llorando y muy humillada por el sanedrín. Alguien pronuncia una frase con la que, según se cuenta, inició su discurso un alcade de aquí: «Pueblo cerril y cafre». Miguel y yo —que no somos de aquí— salimos inmediatamente en defensa del pueblo. Miguel dice que él se ha sentido siempre muy querido en San Miguel. Y es verdad que lo quieren mucho. Yo digo que este es un pueblo fenomenal, que estoy muy feliz aquí y que animalicos hay en todas partes. Luego todos, unánimemente, felicitamos a Samira por el cuscús.
15:00
Visita al Santísimo.
Noticias en Antena 3.
Misterios luminosos del santo rosario. Como no se me va de la cabeza la imagen de Mari Carmen, tan elegante y tan buena y tan maltratada, al terminar los luminosos empiezo con los dolorosos pidiendo a Dios que la bendiga mucho y que —en cumplimiento del evangelio de hoy— no juzguemos ni condenemos a nadie. Pobriños.
16:30
Ahora sí, toca hacer esa comunicación. Hay que mandársela a Teresa por wasap para que la revisen los novios antes de imprimirla.
Hay que mandar un mensaje al arcipreste.
Setenta y siete mensajes de wasap.
El obispado pide que actualicemos la página de los horarios parroquiales. Hay que mandar los datos de San Miguel y Torremendo.
Zakaría pide —en un wasap que lleva días en mi teléfono— ayuda de Cáritas. Paso su contacto a Teresa.
Quedo con unos novios para el sábado.
Lectura del Evangelio de San Lucas.
Lectura de Las Moradas.
Hay que corregir una fecha de la comunicación al juzgado. Ya está. Ahora hay que mandársela a Ana Isabel para que la imprima, por favor.
Hay que revisar el correo electrónico. Hay que leer el Boletín del Obispado. Se nos convoca a la presentación del Plan de Pastoral el 4 de octubre a las 20:30 en el Colegio de Santo Domingo. Lo comunico al Consejo de Pastoral.
18:00
Salgo para La Mata.
Desde el aparcamiento hasta la iglesia, camino gravemente, a paso de canónigo, recitando vísperas.
El sagrario está abierto y, dentro, expuesto en una pequeña custodia, el Santísimo. Me siento y hago mi oración arrullado por las Avemarías de los que rezan el rosario.
19:00
Segunda misa del Dulce Corazón de María. Me ayuda Mateo.
Al terminar la misa, una señora entra en la sacristía para despedirse de Mateo porque, por lo visto, ella ha terminado sus vacaciones y regresa a Catral. Volviéndose hacia mí y señalando a Mateo, dice: «Este es un hombre santo. La Iglesia necesita muchos como él». No seré yo quien lo discuta.
Vuelvo al coche leyendo el capítulo de «Una escala humana» intitulado «El fin de la era de los grandes libros». Supongo que la lectura me deja muy pensativo porque no recuerdo haberme fijado en el sol de poniente ni otra cosa. Espero no haber atropellado a nadie en mi abstracción.
20:15
Cierro la iglesia, voy a la casa abadía, me preparo una cena ligera y escribo esto.
Ardo en deseos de ver como termina el episodio de la puerta.
ResponderEliminarYo también. Porque sé que acabará gloriosamente. (Javier V)
ResponderEliminarDe eso no me cabe la menor de las dudas, lo que se hace con el corazón, siempre acaba bien. Recuerde que “No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.
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