Jesús reprende duramente a Pedro no por alguna falta particular de la que cualquiera de nosotros podría acusarse —«he mentido, no he ido a misa un domingo, he hablado más de la cuenta»— sino por algo de lo que nunca nos acusamos: nuestra falta de visión sobrenatural.
Pero resulta que la falta de visión sobrenatural —«piensas como los hombres, no como Dios»— es peor para un cristiano que cualquiera de esas faltas particulares.
Podemos vivir como animales sin más —sin pensar en nada— y devorarnos unos a otros.
Con un poco de esfuerzo podemos vivir como animales racionales y, aunque sigamos peleándonos, lo haremos conforme a alguna leyes que prohiben algunas cosas horribles.
Con la gracia de Dios podemos vivir como hombres, como hijos de Dios capaces de amar y no solamente de pensar.
Tener visión sobrenatural es comprender esto: que no somos solamente animales, ni solamente animales racionales sino que, creados a imagen y semenjanza de Dios, podemos amar hasta el punto de dar la vida y vivir como hijos de Dios.
El animal nos dice: «Antes de que te peguen, pega tú y, si ya te han golpeado, devuelve el golpe con más fuerza y acaba con tu enemigo, con su mujer y con sus hijos».
El animal racional nos dice: «Deja en paz a su mujer y a sus hijos pero, al que te ha golpeado, muéstrale tu fuerza».
El Hijo de Dios nos dice que seremos invencibles y que los poderes del infierno no prevalecerán contra la Iglesia si confiamos en Dios y, con visión sobrenatural, mostramos al que nos ha golpeado el amor de Dios.
Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar es un medio estupendo para adquirír esa visión sobrenatural. Hay un medio mejor: ir a misa todos los días y acabar la misa mirando a la Virgen María y cantándole la Salve en latín o cualquier otro canto de esos que enamoran.
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