sábado, 16 de septiembre de 2023
9:30
Oficio de Lecturas y Laudes.
Meditaciones sobre la misa, de Theodor Schnitzler.
10:30
Voy a la iglesia. Saludo a Teresa. Que si he dormido bien. Que no, que no he pegado ojo hasta las cuatro de la madrugada por las fiestas. No le cuento que a las cinco me picó un mosquito. ¿Y ella? Que ella como un tronco.
11:00
Misa. Santos mártires Cornelio y Cipriano. Por la pronta recuperación de A.
11:30
Tengo que ir a Torremendo para solucionar un asunto del cementerio parroquial pero me llaman diciéndome que la encargada del despacho no ha ido. No voy a Torremendo. En cambio hago, como me ha pedido Teresa, un cartelito nuevo con los horarios de misas.
Tal como se anunciaba en el programa de fiestas, hay una exhibición en la plaza. Un ser humano está tallando un búho en un tronco —debajo de mi ventana— con una motosierra. Cierro la ventana.
Ángelus.
Como pienso ir a Madrid dentro de unos días, abro la aplicación de RENFE para comprar billetes. Como mi tarjeta dorada caducó el día 5, la renuevo. Compro los billetes de ida y vuelta: 85,50 euros.
Mando algunos wasaps comunicando mi viaje a Madrid para quedar con amigos.
Lectura del libro de Oseas.
Entro en la aplicación de la Conferencia Episcopal para leer las lecturas de esta tarde, víspera del domingo XXIV.
Sexta.
Veo y oigo en YouTube el comentario exegético de un sabio.
Preparo un esquemita para la homilía.
14:00
Voy a comer a casa de doña Naty. Saludo a Paco, a doña Naty y a Roberto. Me saludan. Antes de despedirns, doña Naty me dice que tiene una sorpresa para mí. Es la factura de San Jorge. Debo a doña Naty 136 euros con 87 centavos.
15:00
En la plaza me encuentro con S. Me dice que Francisco es su tío. Tomo nota. Me encuentro con M., ucraniana, y le pregunto: «¿sabes algo de tus hijos?». Se echa a reír y sé que está pensando: «Vaya pregunta más tonta. ¡Claro! Lo sé todo de ellos». Empiezo de nuevo: «¿Qué hacen?». Me cuenta que están en Valencia estudiando y trabajando.
Visita al Santísimo.
30 meditaciones con el evangelio, de Javier Mira. Meditación décima sexta. Lc 6, 43-49.
16:00
Apunto en las cuentas de San Miguel 136, 87 centavos y saco el dinero de caja para pagar a doña Naty. Se me descuadran las cuentas. Lo repaso todo. Nada. Lo repaso todo. Nada. A la tercera veo que he apuntado los 136,87 en «ingresos». Lo corrijo. Muy bien.
Vuelve el artista de la motosierra para tallar otro búho. Vuelvo a cerrar la ventana y me aplico a la lectura de Apuntes del subsuelo.
17:00
Misterios gozosos.
Limpio el despacho parroquial. Sale una cucaracha.
Me aplico a la lectura de la revista La Antorcha, nº 3. Dice Jaume Vives, director de La Antorcha, que «el trabajo es un castigo». En cambio el libro del Génesis dice que Dios puso a Adán en el paraíso «para que lo trabajara». El resto de su artículo está muy bien. En la página 6 hay una reproducción preciosa de San José Carpitntero (Georges de La Tour).
Paso a la página 102 para leer los aforimos de Enrique García-Máiquez: Vocación Vs. Vacación. Precisamente el primero recuerda el versículo del Génesis al que me he referido. Me quedo con su elogio de la siesta.
18:00
Vísperas.
Mensaje de don Paco. Que si puedo celebrar en su parroquia el jueves que viene y, la semana siguiente, de martes a sábado. Que sí.
Voy a la farmacia para comprar metotrexato. Apunto en mis cuentas 0,19 euros. El artista de la motosierra sigue haciendo búhos sin desmayo.
Preparo una maletita porque estamos de fiestas y no se puede dormir en el pueblo. Pongo en la maletita tres pastillas de metotrexato y una de Acfol para el desayuno de mañana. Preparo la bolsa de la basura para sacarla al contenedor. Pongo en marcha el robot aspirador. Cierro todas las ventanas y me voy a la iglesia. De paso, tiro la basura.
19:00
Pongo en la cartelera el nuevo cartelito de horarios. Preparo los libros para la misa. Llegan dos caballeros que, según me cuentan, son amigos de Antonio y pensaban que la misa era a las 19:00. Me revisto y voy al confesonario. Un penitente. Bien.
20:00
Misa. La ofrecemos por Antonio y Carmen a quienes, antes de morir, administré la unción de enfermos y di el perdón apostólico.
Los hijos de Antonio entran en la sacristía después de la misa. Charlamos un rato y me entregan un sobre que contiene un donativo muy generoso y un tarjetón con expresiones de agradecimiento y cariño que me apabullan un poco.
Teresa me recuerda que debemos trescientos y pico euros a la floristería. Le doy el sobre con eldonativo, le ruego que pague la deuda cuanto antes y me quedo con el tarjetón. Antes de despedirnos, Teresa dice algo muy sabio sobre la divina providencia.
Voy con mi maletita hacia el garaje y me cruzo con un grupo de festeros entre los que reconozco a Miguel, a su hijo y a la novia de su hijo. Miguel me grita desde la otra acera: «¡Cobarde! ¡Estás huyendo!». Lo dice porque sabe que estoy huyendo del artista de la motosierra y de los artistas nocturnos que no me dejan dormir porque estamos en fiestas. Agito la mano izquierda —en la derecha llevo mi maletita— en señal de saludo mientras pienso para mí: «Mañana a las seis, cuando me levante en Alicante más fresco que una lechuga, te llamaré por teléfono para preguntarte que si has dormido bien». Me felicito por mi maldad y, ya en el coche, voy a Más y Más. Están a punto de cerrar. En la caja me encuentro con Caridad y Mariano que han comprado casi todo lo que se vende allí. Mientras van pasando por la caja sus compras, tenemos tiempo para hablar de todo y nos apagan las luces.
10:30
Llego a La Torre. Me encuentro aquí a Isabel y Antón que están cenando en el jardín con otros cinco matrimonios. Han venido a pasar el fin de semana con diez niños. A los niños no los veo porque están en la casa viendo una película. Isabel y Antón, después de saludarme y de ser saludados por mí, me presentan a sus diez amigos. Besos, apretones de manos: «Encantado». «Igualmente». Muac, muac. Conforme me van diciendo los nombres los voy olvidando porque me deslumbran sus sonrisas y me conmueve su simpatía. Me invitan a cenar. Que me he traído mi cena y que quiero irme pronto a la cama. Me invitan a tomar un vino. Lo acepto encantado. Es un Ribera del Duero excelente que saboreo mientras charlamos animadamente. Apuro la copa sin apuros y me despido para rezar Completas y escribir esto antes de entregarme al sueño. Son las 23:45.
Un excelente día Padre, nada de monotonía. Buenas noches
ResponderEliminarRodrigo
ResponderEliminar(Javier) Un abrazo, Rodrigo.
ResponderEliminarHe padecido ferias sin escapatoria.
ResponderEliminar(Javier) ¡Viva la feria!
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