miércoles, 10 de julio de 2024

Diario. Miércoles, 10 de julio de 2024

 San Miguel de Salinas

miércoles, 10 de julio de 2024


6:40

Oficio de lectura.

7:05

Abro la iglesia y salgo para el hospital. 

7:25

Preparo el altar y me siento para mirar fijamente al sagrario. Hace frío aunque el aire acondicionado está a 24º C. 

8:00

Misa votiva de San José porque es miércoles. El doctor S me ha pedido que la ofrezcamos por el alma de Antonio. En el ofertorio estornudo y me doy cuenta de que me he puesto la casulla morada en vezde la blanca que es la propia de la votiva de san José. Mal. 

8:20

Acción de gracias. 

8:30

Recojo todo y me pongo mi bata blanca porque hace un frío polar. Laudes.

8:50

Mi estómago me recuerda que no he desayunado porque no quedaba leche en la casa abadía. Subo a la cafetería para tomarme un café con leches y un montadito de jamón. Tres dólares. 

9:15

Salgo para San  Miguel. 

9:45

Hay que fregar la casa abadía que está llena de tierra del Sáhara. Me pongo mi bata de trajinar. Los dromedarios y los camellos huyen al paso de la fregona. En la radio hablan de la detención de Nacho Cano. Parece un caso de venganza política. Yo qué sé. Ya se verá. También hablan de la victoria de  la selección española. Al parecer tenemos un nuevo héroe: un muchacho de dieciséis años que metió un gol. Muy bien. Pongo una lavadora. 

10:25

Suena el primer toque de misa. Colijo que ha llegado  Joan. Me quito la bata, me aseo un poco y voy al confesonario con los Sermones parroquiales de Newman. 

11:00

Segunda misa votiva de San José. 

11:40

Registro el misal y el libro de la sede para la fiesta de mañana: San Benito. 

Joan me cuenta  las maravillas que obra cierta dieta para combatir la artritis. Cuando termina, añade sonriendo: Fr, you are not listening to me. Es muy lista. 

Nos despedimos. 

12:00

Ángelus. 

El archidiácono me pide la factura de la luz de la parroquia y mi DNI para gestionar una tarifa  mejor. 

Anne Purdone me envía un saludo desde Glasgow.

Leo el comentario de Vanhoye a las lecturas del domingo. 

Escribo mi comentario a cada una de las lecturas. Ya tengo material para la oración de la tarde. 

13:10

Sexta. 

Lectura del Evangelio de San Mateo. 

Tiendo la ropa. 

13:50

Me cambio de camisa y voy a casa de doña Nati. 

Ha hecho migas. ¿Con melón, sandía, cerezas y rábanos? Sí. 

14:45

Nos despedimos. 

Visita al Santísimo. 

15:00

Noticias en Antena 3. 

15:35

¿Misterios gloriosos? Sí. 

16:00

Recojo la ropa tendida. Emparejar los calcetines no es la cosa más emocionante del mundo, pero tiene su gracia. Todo tiene su gracia. 

16:30

Hay que revisar unos expedientes matrimoniales y dejárselos a Teresa en el despacho. 

Hay que desinsectar la sala de los locales y ponerse a buscar partidas de bautismo de mil ochocientos y pico. 

17:30

Salgo para el hospital de Torrevieja. 

En la puerta del hospital oigo una voz que dice a mis espaldas: «¡Satorre! ¡Satorre!». Sigo mi camino y, cuando voy a entrar en la zona en la que está Sergio, un hombre me aborda y me dice: «Te he confundido con Satorre». Me presento como el cura de San Miguel y él se presenta como el hermano de don Ginés. Sacudimos nuestras manos. ¡Feliz encuentro!

Hallo a Sergio algo triste porque no le dan el alta como esperaba. Tratamos de hablar con su hermana de Chile pero resulta que también ella está en el hospital y no hay buena cobertura. 

Charlo con Sergio. Me pregunta por Ana Isabel, Wilder y las niñas. Le pregunto que si quiere que le lleve algo mañana. «Si acaso no fuera una molestia, quizá un yogur líquido de fresa». Señala hacia un bote de yogur líquido de fresa —vacío— que le ha llevado su hija esta  mañana. Colijo que su hija se lo ha llevado lleno y que él se ha zampado el contenido  antes de llegar yo. 

Nos despedimos y voy a la capilla del hospital. Es un horror aunque el espacio está bien, el presbiterio está iluminado con la luz cenital que viene de un patio situado en el piso de arriba y tiene un sagrario muy digno. Me siento para mirar fijamente al sagrario procurando no ver los floreros, los manteles, los tapetitos, los cuadros y las imágenes. Entra una enfermera, se santigua, me sonríe y se va. Me alegra esa visita que no es para mí. 

18:45

Salgo para San Miguel. 

Me da tiempo a tomarme un vaso de agua —porque no hay leche— y una galleta. También me da tiempo a cambiarme de camisa y a revisar el correo y los wasaps. Quince wasaps. 

19:30

Salgo para Los Montesinos. 

19:50

Me va a ayudar a misa José Antonio. Preparo el misal y el libro de la sede con la misa Por el Papa. 

20:00

Tercera misa. 

20:30

Ya en la sacristía, aprovechando que no están ni Fina ni el párroco, José Antonio y yo nos llenamos los bolsillos de caramelos antes de despedirnos sacudiendo nuestras manos. 

Vuelvo a San Miguel y paso por Más y Más. ¿Para comprar leche? Sí. ¿Y yogur líquido de fresas para Sergio? Sí. ¿Qué más? Mortadela con aceitunas, por ejemplo, y otras cosas. En total, treinta dólares con veintiséis centavos. ¡Caray! ¿Qué modo de hablar es ese? Perdón. 

21:00

Dejo el coche en el garaje, subo a la iglesia con mi bolsa de Más y Más, rezo completas y cierro la iglesia.

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