San Miguel de Salinas
martes, 2 de julio de 2024
7:00
Oficio de lectura y laudes.
Meditación.
8:00
Voy a desayunar y me encuentro con Jaime y con Urraquita. Nos saludamos.
Voy a preparar el altar. Wasap del arcipreste: que recuerde que hoy celebra él en San Miguel a las once. Wasap a Teresa: que hoy celebrará en San Miguel el arcipreste y que si ella puede abrir la iglesia. Que sí.
Aparece Rosario y la informo de las novedades: puedo celebrar la misa más tarde y quedarme a comer.
Aparecen Pupé, Pablo y Ana con Lucía. Empiezan a hacer planes. pablo tiene una reunión a las once. Pupé y Jaime van a comprar víveres. Ana se va a quedar con las niñas. La misa será a las doce.
Rezo la hora tercia y aprovecho la mañana para ordenar mi biblioteca y para tirar papeles viejos. Aparecen dos ejemplares de Delante de los ángeles.
Dedico uno:
«Para Pupé una nana.
Para Jaime una hormiguita.
Para la dulce Urraquita
pinto un gato y una rana».
Dedico otro:
«A Pablo, que es un gigante
le pintaré un elefante.
A Lucía, que es su hija
Le pinto una lagartija.
Ana , que es intelectual,
Elegirá su animal».
Muy satisfecho, con el resultado, me concentro en la lectura del Evangelio de San Mateo.
Llaman del tanatorio: entierro mañana en Torremendo a las 12:00. Mando la esquela al grupo de la parroquia de Nuestra Señora de Monserrate.
12:00
Misa.
Después me pngo a limpiar una patena con una bayeta suave. El resultado no me convence. La lavo con agua y jabón de leche y miel y el resultado es muy bueno por lo que aplico el mismo tratamiento a otra patena y a la bandeja de la comunión.
12:50
Me acomodo en el cuarto de estar para leer La humana cosa. A todo el que se pasa por allí y se deja, le recito una poesía. Celebran mucho las que se titulan MI HORA y LA ISLA ES EL TESORO.
Wasap del arcipreste. Que mañana no podrá celebrar en San Miguel por la mañana.
Reanudo mi labor de desescombro. Hay papeles que van directamente a la basura y otros que me empeño en guardar para revisar más adelante. Aparecen cartas de feligrese de antiguas parroquias, felicitaciones, tarjetones de Navidad… Y la nota, cariñosísima, que me envió un poeta a quien regalé Delante de los ángeles.
Como no llevo reloj y estoy de asueto, pierdo la noción del tiempo hasta que algo me dice que debe de ser la hora de comer o algo así.
Serán las dos y pico cuando me aseo un poco y voy a La Torre justo a tiempo para ayudar a poner la mesa, esta vez en el comedor por expreso deseo de Jaime. Bajo a la bodega y descorcho una de las botellas que trajeron los amigos suizos de Armin y Heidy para el concierto.
A eso de las cuatro ya hemos tomado el café —y tres chocolates After Eight— en el cuarto de estar y hemos charlado largamente. Anuncio mi deseo de desvaneverme un rato antes de volver a San Miguel pero cambio de idea. Pongo mis cosas en mi maletita y vuelvo a San Miguel con los misterios dolorosos dirigidos por BXVI.
No sé a qué hora llego a San Miguel pero sé que estoy entrando en los locales parroquiales cuando me cruzo con Teresa que sale. Ella fresca y sonriente, yo medio dormido.
Me doy una ducha para despejarme y me cambio de camisa.
Veinte wasaps. Respondo a uno de Juana María —que no quiere que la llamen Juana a secas— y mando otro a Teresa.
Lectura de los Sermones Parroquiales de Newman.
Meditación.
Leo las lecturas del próximo domingo.
19:30
Salgo para Los Montesinos. Hay muchos sitios para aparcar, pero ninguno cerca de la iglesia. No importa, tengo piernas (dos).
20:00
Misa en Los Montesinos. Me ayudan José Antonio y Luis. Predico una homilía de minuto y medio o dos.
Como en la homilía he dicho que no hay que tener miedo a las tempestades, antes del «podéis ir en paz» ruego a la congregación que rece por mí porque soy muy miedoso y no sé nadar.
Luego propongo a los monaguillos que mañana, después de misa, vengan conmigo a San Miguel para cenar. Piden permiso a sus padres, lo obtienen, estrechamos nuestras manos y vuelvo a San Miguel.
20:50
Cierro la iglesia —no sé por qué— y voy a la casa abadía.
Llego a la casa abadía, me preparo una cena ligera, escribo esto y voy a casa de doña Nati. Em pezamos a ver «Carros de fuego», película producida por Didi Fayed, el ser humano que murió con Lady Diana Spencer en un accidente de tráfico en París. La dejamos justo después de la escena en la que Harold Abrahams se entrevista con los heads de Cambridge. Ellos lo acusan de haber traicionado el espíritu amateur de la institución por tener un entrenador profesional que, además, es medio italiano y medio turco. Abrahams se levanta muy digno y les devuelve el golpe: «Ustedes, señores, están tan interesados en ganar como yo. Pero ustedes pretenden ganar con la aparecte faltadeesfuerzo de los dioses».
23:10
Abro la iglesia —no sé por qué la cerré antes— para entrar, y entro, y rezo completas. Luego salgo y la cierro por fuera, claro.
Vuelvo a la casa abadía y pongo una lavadora con mil camisas o así. Luego escribo esto y termino, así, la página de mi diario de hoy.
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