San Miguel de Salinas
domingo, 21 de julio de 2024
8:00
Oficio de lectura y laudes.
8:30
Meditación.
9:10
En la casa abadía, aseo el aseo, friego la cocina y pongo en marcha el Ra.
9:30
Me aseo un poco y salgo para Torremendo.
10:00
Primera misa con homilía de ocho minutos.
Ayuda el archidiácono. Muy bien.
10:35
Salgo para Los Montesinos.
10:55
Consigo aparcar no lejos de la parroquia de Nuestra Señora del Pilar.
11:05
Empieza, con cinco minutos de retraso, la misa de once. La iglesia está llena. En el presbiterio, asistiendo al presbítero, un diácono y dos acólitos: José Antonio y David. Homilía de ocho minutos y treinta y tres segundos.
11:40
Salgo para San Miguel.
12:00
Voy a la casa abadía para cambiarme de camisa. Ángelus.
12:25
Voy a la iglesia y me revisto para la tercera misa.
Después de la misa, me cambio de camisa y salgo para La Torre. Desde ese momento dejo de mirar el reloj aunque el de mi coche —que no puedo dear de ver— me dice que son las 14:30 cuando llego.
Pablo está haciendo el arroz, Ignacio está viendo una competición de Fórmula 1, o algo así.
Alguien ha puesto una linda mesa redonda, para seis, en la almazara.
Patricia está sacando agua de la nevera y, miemtras bajo a la bodega para ocuparme del vino —mi misión— Rosario y Pilar llegan de la Piscina. Iciar y Juan se han vuelto a Madrid.
Llega el arroz. Sirvo vino blanco helado para las chicas y tinto para mí. Pablo e Ignacio beben agua.
La tarde transcurre plácida y tranquilamente. ¿Una siestecilla? Sí. Y la lectura de Las Moradas y del Evangelio de San Lucas. Y un rato de oración antes de la misa de siete.
Luego vuelvo a San Miguel rezando los misterios gloriosos con BXVI.
20:30
Vísperas.
Voy a cerrar la iglesia cuando llegan una señora y dos niños. Les doy la bienvenida, enciendo las luces y, como se sientan a mirar fijamente el sagrario, vuelvo a encender las luces de la iglesia y los imito.
Al cabo de diez minutos se levantan, me sonríen, me dan las gracias y me hacen una reverencia a la que respondo con otra reverencia. Entonces apago las luces, cierro la iglesia e invito a Ana Isabel, a Wilder, a Luciana y a Camila a tomar un sandwich en el Collie. Me doy una ducha, y me dispongo a salir para el Collie pero, antes, termino de escribir esta página de mi diario.
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