San Miguel de Salinas
domingo, 14 de julio de 2024
7:00
Abro la iglesia.
Oficio de lectura y laudes.
Meditación.
8:00
Joaquín está preparando la terraza del JJ. ¿Qué tal si me tomo un café con leches? El JJ está cerrado. Voy a la panadería y me encuentro con Francisco. Pido un café con leches, me regalan un bizcocho maravilloso, invito a Francisco que también ha pedido un café. Francisco me dice que se alegra mucho por Iván, el Belga, que ya tiene trabajo y coche. Dice que está seguro de que Dios le va a hacer justicia, porque es un Dios defensor de los pobres. Yo le ofrezco un poco del bizcocho que me han regalado pero no puede probarlo porque tiene azúcar en la sangre. Mientras me tomo el café, Francisco me cuenta que, cada día, cuando se levanta, se encomienda a Dios. Como no puedo comerme todo el bizcocho que me han regalado, envuelvo en una servilleta lo que sobra, para llevárselo a Iván, el belga. Francisco que me cuenta que, hace muchos años, una monja le dijo que tirar la comida es pecado. Me dice que esa enseñanza se le quedó grabada. Nos despedimos.
Dejo el convoluto con el bizcocho en una silla de los locales. Cuando Iván salga, no podrá dejar de encontrarlo.
Vuelvo a la iglesia porque hay que poner orden. Por allí siguen, en los rincones, las sillas de las primeras comuniones. Las apilo en la puerta para que Iván las lleve a los locales.
Hay que poner orden también en la sacristía.
9.15
Salgo para Torremendo.
9:30
Saludo al archidiácono y voy al confesonario. Una señora inglesa pide permiso para acercarse y me cuenta que la han operado de un cáncer en los labios. Me muestra una pequeña cicatriz. Pide una bendición. Pido la bendición de Dios para los dos.
10:00
Primera misa. Al final salgo a la puerta para despedirme de la congregación. El archidiácono sale pitando porque tiene un entierro en Torrevieja. Juan Pedro me pide el contacto de Mavi.
11:00
Vuelvo a San Miguel.
11:15
Tercia.
Lectutra de los Sermones Parroquiales de Newman.
Pongo una lavadora.
Voy a la iglesia, saludo a Joan y me siento en el confesonario.
Lectura del Evangelio de San Mateo.
Veintitantos wasaps. Rosario: que no olvide las velas cuando vaya a La torre. Leo y comparto un artículo de AZV.
Un penitente. Muy bien.
12:30
Segunda misa. Me ayuda Samael y, al final, salimos a despedirmos de la congregación. Invito a Maribel —la hija de Mariana— a acompañarme a la sacristía y le regalo una bolsa de ositos de Haribo.
Invito a Joan a comer conmigo. Acepta. Llamo a El cucharón: que si tienen una mesa para dos a las dos y cuarto. Que sí. Que me la reserven.
14:15
Joan y yo comemos en El Curachón. Me da noticias de Nick, que está en Colorado Springs. Me da noticias de Matt, que está en Coventry. Me da noticias de Laura, que está en Madrid.
16:00
Volvemos a San Miguel. Dejo a Joan en su coche. De debajo de su coche salen cuatro gatos —se diría que la estaban esperando— y Joan los acaricia. Luego saca del maletero de su coche algo que no puedo ver y les da de comer.
Yo voy a la iglesia, aparco el coche y hago la visita al Santísimo.
Pongo una lavadora.
Me llama Silvia J desde Chile. Quier saber algo de su hermano. Yo solo sé que ha vuelto a casa. Estoy esperando que me llame.
Me entrego a la lectura de los poemas de Fernando López de Artieta. Son un poco goliárdicos, o algo así.
17.30
Tiendo la ropa.
Voy a la iglesia para mirar fijamente al sagrario.
Vísperas.
18:45
Me tomo una loncha de queso con mermelada. ¿Sin pan? Sin pan. Recojo todo y salgo para Torrevieja.
19:25
Después de dar bastantes vueltas, consigo aparcar no le jos de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Me revisto para ir al confesonario pero no voy al confesonario porque… no hay confesonario. Un penitente pide confesión y lo confieso en la sacristía.
20:00
Tercera misa. El evangelio, breve y precioso, narra un milagro que comenzó hace dos mil años y dura hasta hoy. Doce hombres —cinco pescadores, un recaudador de impuestos y otros seis sin oficio conocido— son enviados por Cristo para expulsar espíritus inmundos y llamar a la conversión. Se les permite llevar un bastón, una túnica y un par de sandalias. También pueden usar aceite de oliva para curar a los enfermos: ahí están prefigurados los sacramentos. El milagro es que con unos medios tan evidentemente pobres, los enviados cumplen su misión: expulsan a los espíritus inmundos, curan a los enfermos y mueven a los hombres a la penitencia. La enseñanza me parece clara y esperanzadora. El secreto y la fuerza de la Iglesia está en la obediencia a Cristo. Es él quien sigue haciendo este milagro.
21:00
De vuelta a San Miguel encuentro un mensaje de Wilder. Me invita a ver el partido con ellos. Contesto que iré pero que, antes, voy a cambiarme de camisa.
21:29
Salgo para la casa de Ana Isabel, Wilder, Luciana y Camila. Han preparado un picoteo de champiñones al ajillo, jamón y queso con tinto de verano. Ganamos, lo celebramos y vuelvo a la casa abadía para terminar esta página de mi diario. Ellos se quedan y van a trasnochar para ver la final de la copa de América: Argentina-Colombia. En la calle, cohetes, juerga y bocinazos. Muy bien.
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