San Miguel de Salinas
jueves, 25 de julio de 2024
Hoy, a eso de las nueve y cuarto, salía de San Miguel para Torremendo y quince minutos después estaba en la sacristía de Nuestra Señora de Monserrate dándole al botón «volteo de campanas 1, 2 y 3».
Poco después llegana el archidiácono y, tras los saludos de rigor, nos revestíamos y yo me iba al confesonario.
A las diez hemos celebrado, con toda solemnidad y una reducidísima congregación, la fiesta del apóstol Santiago.
Pensaba salir de Torremendo para La Lloseta pero, al terminar la misa, mi camisa estaba empepada de sudor así que he vuelto a San Miguel justo a tiempo para ver como el arcipreste aparcaba su coche en mi garaje. He aparcado el mío en la calle, nos hemos saludado, lo he dejado celebrando la misa y he ido a la casa abadía para asearme un poco.
Salgo para la Lloseta. Ya he registrado en el diario que el año pasado atendí en el hospital a un paciente y que este año he atendido a su mujer. Tienen diez hijos. El séptimo se llama Agustín y vive en Mexico. También lo conocí el año pasado. Esta mañana me ha mandado una entrevista que le hicieron en un programa mexicano que da voz a empresarios con buenos principios. He ido a Alicante oyendo la entrevista. Al llegar a La Lloseta se la he mandado al obispo.
Ya en mi destino he saludado a los sacerdotes que habían llegado antes que yo y he reparado en uno nuevo, negro como un guineano. Poco después alguien se ha dirigido a él llamámdolo «Marcelo». Entonces me he levantado de un salto y le he preguntado. «¿Eres Marcelo Ndongo?». Y él, levantándose de un salto: «¿Eres Javier?». Y nos hemos abrazado. Nos ordenó de diáconos en Elche don Pablo Barrachina. Hace de eso treinta y siete años. Luego él y otro diácono mexicano asistieron al obispo en la ceremonia de mi ordenación. Desde esnotonces no nos habíamos vuelto a ver. Ha sido un lindo encuentro.
Terminado el asunto que nos reunía, he ido a La Torre. Otros dos encuentros. Había llegado Jacobo. Nos hemos abrazado, lo he felicitado y le he servido una copa de vino tinto. También había llegado Fátima: nos hemos besado, muac, muac y todo eso. A Fátima Jr y a Rosario les he servido vino blanco helado.
Hemos comido en el comedor. Ocho niños y cinco adultos. Todo muy confuso.
Café, tertulia y dispersión. Jacobo ha ido echarse una siestecita. Otros se han puesto a jugar a las cartas. Yo me he ido a leer otro capítulo de Capitanes intrépidos y a rezar un poco. También he leído un artículo estupendo de IGG. La temperatura era de 29º C. Bastante baja para un mes de julio en Alicante.
A las seis, misa con homilía larguísima.
A las siete me nos diez he salido para Los Montesinos. Un penitente. Muy bien. Y luego misa, la tercera.
El obispo ha contestado a mi mensaje mandándome su bendición y diciéndome que conoce a Agustín. He mandado un mensaje a Agustín diciéndole que le había mandado su entrevista al obispo. Agustín me ha mandado un mensaje de voz muy cariñoso.
Cuando he vuelto a San Miguel el termómetro marcaba 27 grados.
Me he preparado una cena ligera y me he puesto a escribir esto. Entonces me ha llamado doña Nati: que ya ha vuelto de Mojacar. Le he dicho que pasaré a verla cuando acabe de escribir esto. Acabo de escribir esto. 26º C. ¡Maravilloso mes de julio en San Miguel!
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