San Miguel de Salinas
jueves, 4 de julio de 2024
22:35
Veamos, ya es tarde. ¿Qué debo consignar aquí?
La exposición del Santísimo en San Miguel con Andrés al órgano y la misa de la memoria de santa Isabel de Portugal que reconcilia a los enemigos, desde luego.
Qué más.
Teresa me ha hecho el favor de ir al cajero —mientras yo iba a cambiarme de camisa— para sacar los 600 euros que quedan para saldar la deuda con el maestro que ha hecho el nuevo sagrario de torremendo. ¡Qué amable!
Hay que recordar, también, la llamada del tanatorio: funeral esta tarde, cuanto antes. Y la amable disposición del archidiácono que se ha ocupado de todo y me ha permitido ir a La Lloseta. (Y aquí recuerdo que Rosario —lectora del diario— me ha hecho caer en la cuenta de que, a veces, escribo «La Lloma» cuando quiero escribir «La Lloseta». Estos errores son normales en los que poseemos muchos predios. Incluso la reina de Inglaterra quedó alguna vez con el Primer Ministro en Balmoral cuando, en realidad, quería verse con él en el castillo de Windsor).
Qué más.
No puedo dejar de consignar la comida en Torrellano con Antonio Bañón —el maestro que ha hecho el nuevo sagrario de Torremendo— y con su ayudante. Han llegado un poco tarde —cinco minutos de retraso— porque venían de Torremendo. El sagrario había quedado precioso pero no fijo. Han ido a fijarlo bien y han vuelto a tiempo para comer conmigo.
¿Qué más?
Mi breve paso por La Torre para dejar algunos libros, saludar a Pupé, a Urraquita y a Pablo y ducharme antes de volver a San Miguel.
¿Qué más?
La boda del año en San Miguel: G&C. La ha bendecido don José María que es amigo de los novios. Todos nos hemos alegrado.
¿Qué más?
¡Carros de fuego con doña Nati! Estamos a punto de terminar la peli. La hemos dejado después de uno de los momentos más dramáticos y profundos en el que se plantea un problema de conciencia: ¿Qué es antes, Dios o el rey de una nación?
Si la respuesta es —como solía ser en Inglaterra— primero el rey, entonces el rey se convierte en un tirano.
Si la respuesta es —como suele ser hoy en todas partes— primero el pueblo, entonces el pueblo se convierte en un tirano.
Si la respuesta es la de Lope de Vega con todo el pueblo de Fuenteovejuna —«el alma solo es de Dios»— entonces hay esperanza de que los reyes escuchen la voz de un pueblo que solamente se arrodilla ante Dios.
¿Qué más?
¡Ah sí! Los wasaps con Juana María que no quiere que la llamemos Juana y un twit de Javier Gomá que dice que quien opina sin conocer la complejidad del asunto solamente revela su ideología y un poema maravilloso de Jaime García-Máiquez titulado ROPA TENDIDA.
Seguramente se me olvida algo, pero ya es muy tarde y mañana, a las ocho, tengo que estar en el ambulatorio para hacerme unos análisis. Aunque el médico suele felicitarme cuando los estudia, siempre temo que algún día se ponga serio y me diga que debo ponerme a dieta o, peor, que debo hacer deporte.
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Es usted muy amable. No lo olvide.