San Miguel de Salinas
martes, 17 de diciembre de 2024
7:30
Abro la iglesia.
Oficio de lectura y laudes.
Meditación con La bendición de la Navidad.
8:30
Salgo para Los Montesinos. Tengo que hacer una gestión en el BS.
10:15
De vuelta a San Miguel, voy a aparcar —marcha atrás— en el garaje. Bernardo, que quiere ayudarme, se pone detrás del coche y hace señas diciendo: «dele, dele». Tengo que elegir entre obedecer sus órdenes y atropellarlo o desobedecer y evitarle una sórdida y dolorosa muerte. Opto por lo segundo.
Preparo el misal, enciendo las estufas de seta y me siento en el confesonario.
11:00
Misa de la primera feria mayor de Adviento. Aviso de que haré una breve homilía, si Dios quiere, durante las ocho ferias mayores. Predico una breve homilía.
11:40
Con la ayuda de de Joan y de Anne saco del altillo el nacimiento que regaló una señora inglesa hace año y lo llevo al altar de la Inmaculada. Luego nos dedicamos a recortar las estrellas y los lazos de los palmones del Domingo de Ramos. Luego Anne y Joan se van y yo me quedo montando un belén entre naíf y barroco.
Distribuyo las figuras —que están hechas de lana— a los lados de la corona de Adviento. Con las estrellas y los lazos de palma ilicitana cubro el portal. Lo lleno todo de tarjetones navideños y hago unos bosquecillos de velas con sus candelabros y todo.
Estoy en ello cuando llega una señora cuya cara me suena mucho. Me dice que nos conocemos del peaje de la autopista y la reconozco. Charlamos bastante. Es muy simpática. Se llama Mari Ángeles. Luego ella se sienta para mirar fijamente al sagrario y yo sigo acarreando candelabros para el altar de la Inmaculada.
Me despido de Mari Ángeles. Me dice que pasará la Nochebuena trabajando en peaje y me desea una feliz Navidad. Le ruego que tome nota de mi teléfono.
12:45
Voy a la casa abadía y pongo una lavadora.
Rezo el Ángelus con una hora de retraso.
Sexta.
Me meto en el despacho parroquial para hacer labores de despacho parroquial.
13:55
Me aseo un poco y voy a casa de doña Nati.
15:00
Nos despedimos.
Visita al Santísimo.
Me siento ante el sagrario para rezar escuchando una piadosa meditación. Por ese fenómeno que doña Ana RdA llama «feliz coincidencia de lecturas» resulta que la parte mollar de la meditación está tomada de La bendición de la Navidad.
15:45
Vuelvo a las tareas del despacho.
16:15
MIsterios dolorosos.
16:35
Vuelvo a las tareas del despacho y me llaman del hospital.
17:00
Salgo para el hospital.
17:20
Me pongo mi bata blanca, cojo los óleos y el portaviático y voy —subiendo por las escaleras— a ver a Nieves.
Charlamos, rezamos, le doy la absolución, la unción y la comunión. Luego seguimos rezando un rato. Cuando ya me voy a despedir me dice que ella va a seguir rezando a la Virgen. Entonces le ruego que me deje unirme a esa oración. Me concede esa gracia, rezamos juntos un Avemaría y me voy.
18:15
Esto saliendo del aparcamiento del hospital cuando recibo una llamada del hospital. Es la enfermera de la planta de Nieves. Al parecer, me he dejado los óleos en la habitación de Nieves pero los van a custodiar hasta que vuelva, mañana, para recogerlos.
Salgo para La Mata porque tengo que llevar la comunión a Ana.
18:35
Me abre la puerta la Valquiria que cuida de ella cuando no está Tatiana.
Ana está bastante sorda pero no importa. Sabe que no he venido a tomar el té sino a darle la comunión. Conoce el ritual al dedillo. Vamos al grano. En menos de diez minutos ya ha comulgado y ha recibido la bendición. Luego dedicamos diez minutos a la acción de gracias. Primero con las aspiraciones de san Ignacio y luego en silencio los dos y la mar de contentos los dos.
19:00
Salgo para San Miguel.
19:30
Estoy en Más y Más cuando me llama Wilder. Que me esperan a las ocho en su casa para el segundo día de la novena al Niño.
19:50
Llego al castillo encantado de Ana Isabel y Wilder.
Abre la puerta la Infanta Camila y el perro —Óliver— huye al verme llegar.
Para cenar hay arepas con queso latino y unas empanadillas de carne con ají.
Wilder lleva en la cabeza una sencilla diadema de rubíes. Ana Isabel lleva un lindo tocado del tipo Sinterklaas. La princesa Luciana y su hermana —la Infanta Camila— han decidido tocarse con graciosos gorritos de gnomo navideño.
Tomo nota: cuando vuelva a visitar este castillo he de traer sobre mi cabeza un solideo.
20:30
Termina la cena y empieza lo bueno: la novena colombiana.
21:15
Nos despedimos. Es de ver la alegría de las niñas reflejada en las risas de sus padres y del cura.
21:40
Cierro la iglesia y voy a la casa abadía.
22:00
Me dispongo a escribir esto pero recuerdo que hay que sacar la ropa de la lavadora y me aplico a sacarla y a tenderla.
22:20
Me dispongo a escribir esto pero cometo el error de mirar el WhatsApp.
22:45
Me pongo a escribir al hilo de mis recuerdos de hoy.
Me llama Wilder.
Vuelvo a escribir al hilo de mis recuerdos de hoy.
Me llama Analía.
23:00
Acabo de escribir esta página. La reviso y suspiro: «¡Qué pena!». Ahora que lo pienso, todas las bobadas que he escrito ni siquiera cuentan una décima parte de la alegría de hoy.
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