domingo, 15 de diciembre de 2024

Diario. Domingo, 15 de diciembre de 2024

 San Miguel de Salinas

domingo, 15 de diciembre de 2024


7:30

Abro la iglesia. 

Oficio de lectura y laudes. 

Me siento ante el sagrario. Recuerdo que cierto profesor de literatura nacido en mayo me ha pedido que encomiende a un su hijo. Un recuerdo lleva a otro y se arraciman las intenciones: cosas de familia, de salud, de trabajo… uno que está enfadado y no quiere entrar a la fiesta, otro que se cuela en la fiesta sin el traje de boda… Y, por encima de todo, como un clamor de trompetas y una perentoria exigencia del Cielo: «Estad siempre alegres». 


8:35

Escribo el diario de ayer. 

9:10

Salgo para Torremendo. Hay una carrera de corredores y han cortado todas las calles. Un policía me indica un camino secreto para salir del pueblo. 

Las chicas de la cofradía le están cambiando el manto a la Virgen. Hay una nube de moscas revoloteando ante el altar. Desinsecto la zona. 

Entonces empiezan a llegar los músicos de Orihuela porque hay concierto después de misa. 

10:00

Primera misa. Homilía con estas o semejante palabras. 

Estad siempre alegres. 

Vemos a alguien que está sonriente y le preguntamos: «¿Por qué estás contento?». Quizá nos diga: «Estoy contento porque es domingo, no hay cole, el día está precioso, he dormido bien y han venido los músicos de Orihuela». No hay misterio en eso, ¿verdad? 

Pero vemos sonreír a una persona que está enferma, que es pobre y está sola. Ahí sí que hay un misterio. Le preguntamos: «¿Por qué estás contento?». Nos responde: «Estoy contento porque soy hijo de Dios. Aunque tengo algunos achaques, y soy pobre y estoy solo, sé que esto pasará y estaré con Dios para siempre». Entonces comprendemos que estamos ante el misterio de una alegría que viene de Dios y que no depende de que el día esté más o menos nublado, de que me duela o no me duela algo o de que tenga o no tenga hambre o sed. 

Esa alegría es sobrenatural, es un don de Dios y hay que pedirlo y hay que disponerse a recibirlo. ¿Cómo?

San Juan Bautista nos da tres consejos: 

1. Pon al servicio de los demás todo lo bueno que tienes. 

2. No seas exigente con  los demás. 

3. Aprende a vivir agradecido y contento con lo que tienes y con lo que eres. 

Muchas penas se pasan cuando dejamos de pensar en nosotros mismos y empezamos a preocuparnos por los demás. Entonces podemos decirle a Dios: «No te pedimos que nos toque la lotería, aunque nos vendría muy bien para arreglar la iglesia. No te pedimos que nos libres de todas las penas y de todas las dificultades de la vida. Te pedimos que nos libres del pecado y que nos des la alegría sobrenatural de la Virgen María, de san José y de los santos que solamente querían una cosa: tenerte a ti». Amén. 

11:00

Salgo para san Miguel. 

11:15

Vuelvo a San Miguel. Las calles siguen cortadas. Por caminos secretos llego hasta la farmacia, aparco allí y entro en el JJ donde pido un café con leche y un sandwich. Me saluda José Manuel T, lo invito a tomar un café y charlamos. Me habla del huerto solar que quiere poner el Gobierno en los limonares de San Miguel. 

12:10

Voy a la iglesia. Las puertas grandes están abiertas de par en par. Colijo que han venido los de Cádiz. Colijo bien. Joan me dice, señalando a caballero legionario de Cádiz que ha aparcado su silla cabe el comulgatorio: «Ese caballero quiere confesarse». Me acerco a él. Le ofrezco ir a un sitio más discreto pero me dice que allí mismo está bien. Un penitente. Muy bien. 

12:30

Segunda misa. No ha venido el coro. Ataco el canto de entrada y suena un vals en un teléfono móvil. Dejo de cantar. 

A media homilía se produce un tumulto: al caballero legionario de Cádiz se le ha caído una de las patillas de las gafas y Wilder y Camila han acudido en su auxilio mientras él hacía evoluciones y piruetas con su silla cabe el comulgatorio. Los niños —como es natural— están mucho más interesados en ese espectáculo que en la homilía. Estoy a punto de retomar el hilo argumental cuando empieza a sonar un rap en un teléfono. Ahora sí que los niños pierden todo interés por la homilía y yo pierdo el hilo argumental y acabo exabrupto con un Amén. 

En el ofertorio, empiezo a cantar justo cuando, en un teléfono móvil, suenan unas cornetas. Interrumpo el canto. 

En la comunión empiezo a cantar cuando vuelven a sonar el vals y las cornetas. Interrumpo el canto. 

13:15

En la puerta de la iglesia saludo a Cristian y le presento a Delia. Luego voy a la casa abadía y escribo esto. 



14:00

Voy a comer con doña Nati y con Irene, pero Irene no come. 

14:45

Nos despedimos. Visita al Santísimo. 

Me siento ante el sagrario.

15:25

De vuelta a casa echo en falta el teléfono. No está en la sacristía, ni en el coche. Aparece en el plumífero que llevé esta mañana a Torremendo. Quiere decir que he podido vivir durante casi siete horas sin teléfono. Me felicito. 

Hay setenta y nueve mensajes de WhatsApp no leídos. Trasteo en las RR SS en busca de noticias. 

Pongo a trabajar el Ra. 

Me entrego a la lectura de Mil ojos esconde la noche. 

16:20

Me despierto. No sé a qué hora me he dormido. Voy por la página 276. Creo que he dormido más de lo que he leído. Pongo el Ra en la base de carga y voy a la iglesia para rezar los misterios gloriosos paseando. 

17:00

Vuelvo a la casa abadía y me preparo un café con leches y una galleta. Luego me bebo el café con leches y me como la galleta. 

Entonces me pregunto. ¿Acaso no es hoy un domingo gaudete? ¿Por qué no me doy un capricho? A ver ¿qué es lo que más me apetece? Y, lleno de contento, me pongo mi bata de faena, y me entrego a la limpieza de la cocina mientras oigo el Rorate Coeli, de Palestrina. 

17:30

Vuelvo a la iglesia para sentarme ante el sagrario con «La bendición de la Navidad». 

18:05

De vuelta a la casa abadía retomo la lectura de Teresianum. No es fácil. No es fácil porque la letra es pequeña y, a veces, está escrita sobre una página de color oscuro. No es fácil porque pertenece a un género literario, el de el análisis de formas, que no domino. No es fácil porque habla de moradas misteriosas. 

No es una lectura fácil. Pero es linda. Por cada página de texto hay otra, u otras dos, de dibujos impresionantes y todo evoca una experiencia que sí me es conocida y hasta familiar: la de entrar en un templo y descubrir, de repente, que uno anda envuelto en otra luz. 

18:45

Vuelvo a las RR SS. Leo a Carlos MB, a EGM —El ojo morado— a Arquilatría…

19:15

Voy al Collie para tomar una cena ligera con Cristian. 

Charlamos. Estando allí me llama MGC que está con MVH. Van a mandarme pasteles de carne para la comida de Navidad con el obispo. ¡Qué buenas!

20:30

Nos despedimos. Como no he rezado vísperas, voy a la iglesia y rezo vísperas. 

Luego voy a la casa abadía, mando a Cristian un enlace al audiolibro de El diablo en la botella, de R.L. Stevenson, y escribo esto.

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