lunes, 30 de diciembre de 2024

Diario. Lunes, 30 de diciembre de 2024

 San Miguel de Salinas

lunes, 30 de diciembre de 2024


7:59

Primer mensaje del día. Del Tanatorio. Ha muerto Carmen. Descanse en paz. 


8:41

Segundo mensaje del día. Del arcipreste. Me recuerda que hoy celebra él en San Miguel por la mañana y yo en Los Montesinos por la tarde. 


11:30

Primera llamada del día. De doña Nati. Que yo dije el otro día que la misa del día 1 la celebraría el arcipreste a las doce y media pero que el arcipreste dice que me equivoqué. Tiene razón el arcipreste. Debo comunicar cuanto antes a la sufrida feligresía que el día 1 de enero celebraré la misa yo a las 19:30. 


18:30

Misa en Los Montesinos. La ofrezco por César.


20:00

Última cena del año en San Miguel y en casa de Ana Isabel y Wilder. Luciana está con sus amigas en el parque. Hablamos de tragedias espantosas hasta que Camila sugiere que podríamos hablar de algo más alegre. Entonces, de una caja que me ha llegado por Amazon, saco tres batas con capucha: una para Ana Isabel, otra para Wilder y otra para Luciana que aún no ha llegado. Encargué otra para Camila. Consulto la aplicación de Amazon. Llegará el domingo. Ana Isabel se pone su bata, Wilder la suya y Camila la de Luciana. 


21:15

Completas.

Cierro la iglesia. 


Ayer se me olvidó consignar en el diario que leí una columna estupenda de EGM en la que contaba cómo han recuperado la costumbre de bendecir el vino en la fiesta de san Juan Evangelista: Dragoncitos.

Diario. Domingo, 29 de diciembre de 2024

 La Torre

domingo, 29 de diciembre de 2024


Oficio de lectura y laudes.

Oración con La bendición de la Navidad. 

Desayuno con Fátima, con Jorge y con Borja. Los demás siguen durmiendo. Muy bien. 

Salgo para Torremendo. 


A las once, en Torremendo, la primera misa del día. Yoli y el archidiácono han preparado unos dulces para celebrar el día de la Sagrada Familia con la congregación. Un penitente pide confesión. Muy bien. 

Dejo a la congregación endulzándose y salgo para San Miguel. 


En la puerta de la iglesia hay una gran agitación. Me intereso por el fenómeno. Me informan de que el caballero legionario ha llegado con su silla de ruedas y, hallando los portones cerradas y no pudiendo entrar, ha empezado a gritar: «Abridme canallas, asesinos. Me halago en to, hijos de fruta». Me informan también de que, alguien le ha abierto el portón y ha entrado en la iglesia dando alaridos. Un par de hombres lo han animado a salir y después de derribar  con gran violencia una de las lindas macetas que puso Carmen, se ha marchado jurando que quemará la iglesia y profiriendo otras jaculatorias navideñas. 

En el interior de la iglesia hay ambiente de paz y amor. Teresa y Carmen —primero— y luego Joan y doña Nati confirman el relato y añaden otros sabrosos detalles. 

A las 12:35 —con cinco minutos de retraso— comienza la segunda misa del día. Canta el coro. 

Después de la misa salgo con Cristian para Torremendo. Recogemos los óleos y el archidiácono nos conduce hasta la casa de Carmen. Tiene 95 años y está agonizando. Rezamos juntos. Le doy la absolución y la unción. 

A las dos y media llegamos a comer a casa de doña Nati. 


Cristián me ha regalado una botella de sidra El gaitero, una colección de monedas colombianas y un billete de diez mil pesos. Es muy bueno. 


Llamo al ambulatorio. Me dan cita para el jueves quince. Llamo a Íñigo. No coge el teléfono. Llamo a Antonio S. No coge el teléfono. ¿Estarán enfadados conmigo?

A las seis y cuarto salgo para La Torre. 


A eso de las ocho y media, en La Torre, tercera Misa. La ofrecemos por los abuelos de todos los presentes. Asisten Fátima y Fátima Jr, Alejandra, Jacobo, Bea, Jorge, Borja, Ignacio, Carlota, Cristina, Toño, Javier, Carla y Gonzalo que me ayuda. Predico la cuarta homilía de la fiesta y esta vez le doy vueltas a la caridad de Jesús, José y María. Los tres son obedientes: primero a Dios, luego a los demás. Y concluyo que al fina, al final y de verdad de la buena, querer es olvidarse de los caprichos de uno y dejar de preguntarse «qué deseo» para preguntar al amado: «¿Que quieres?». 


Al terminar recibo la triste noticia de la muerte de César en Mejorada. Mientras cenan los niños, llamo a Prado para darle el pésame. 


Luego cenamos los mayores: Fátima y Fátima Jr, Cristina y Toño, Alejandra y Jacobo y Javier y yo. Hablamos de sueños, de pesadillas y eso. 


Son las once, o así, cuando me despido. 


Mañana ofreceré la misa por César. Nos conocimos en mis años   de párroco en Mejorada del Campo. Aquella era una feligresía heroica que vivía su fe alegremente en un ambiente muy hostil. Un día la iglesia amaneció con una gran pintada que representaba a un tipo encapuchado arrojando una bomba con la siguiente leyenda: «esta es nuestra ofrenda». Otro día amaneció con todas las ventanas rotas. En el buzón de la casa parroquial, de vez en cuando, aparecían revistas pornográficas… y así. Había que arrimarse al sagrario y a los amigos: Paco y Maribel y sus hijos; Carlos y Lucía y sus hijos; Prado y César y sus hijos… Había más amigos, claro, pero César era el líder de esa banda de hermanos. Un hombre íntegro, director del coro y catequista, menudo, pequeño por fuera pero inabarcable por dentro. Había estudiado en un seminario donde, entre otras cosas, aprendió música latín. Amaba la poesía pero no le gustaba el cine porque, decía, era incapaz de creerse las cosas que se cuentan en las pelis. Jamás olvidaré las larguísimas tertulias en su casa, su paciencia, su humor socarrón, la delicadeza de su trato y su elegancia —incluso en el vestido— que contrastaban con el ambiente asilvestrado del barrio y que, a sus amigos, nos animaban a resistir. 

Escribo estos recuerdos conmovido y cada recuerdo trae detrás una catarata de imágenes. 

Nuestro primer encuentro no fue muy afortunado. O quizá fue el más afortunado de todos. Era la primera vez que me invitaban a cenar a su casa. Todo iba bien hasta que, por mis pecados, hice un comentario nada amable sobre una persona a la que, sin yo saberlo, César llamaba «amiga». Su rostro, de ordinario amable, se demudó. Habló durante un buen rato acerca de la amistad, de la caridad y de la lealtad. Cuando terminó me levanté de la mesa, pedí disculpas y me fui sin tomarme el postre. Al día siguiente vino a buscarme muy de mañana para decirme que lamentaba mucho haberme sermoneado y que tanto él como Prado se sentirían muy honrados en el caso de que yo quisiera seguir frecuentando su amistad. Nos dimos un abrazo muy fuerte. Fue el primer y el último abrazo que nos dimos. Seguí frecuentando su amistad y su casa pero nos saludábamos y nos despedíamos sacudiendo nuestras manos. 

No se lo dije entonces pero lo pensé: alguien que defiende a sus amigos y que no permite que se hable mal de ellos y que está dispuesto a sermonear al cura —o al obispo— y madrugar al día siguiente para ofrecerle su amistad y la de su amable esposa y la de sus hijos, alguien así es un regalo de Dios. Y así fue. 

Ha muerto en los brazos de Prado a eso de las doce de la mañana. Nunca habló mal de nadie, defendió a sus amigos, sermoneó vehemente y eficazmente a un cura estúpido, pasó haciendo el bien y cuando el Alzheimer se apoderó de él, él se entregó dócilmente a los cuidados de su amable esposa que me ha dicho por teléfono: «Era muy fácil estar con César. Hace doce días vino el párroco, le dio la unción y le preguntó que qué quería que le pidiera a la Virgen de su parte. Y César le respondió: «Que seamos buenos».

Desde los quince o los dieciséis años hasta lo del Alzheimer, César rezó el rosario todos los días de su vida. Quizá por eso la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Mejorada del Campo no solamente ha resistido a los amables orcos sino que ha convertido a no pocos de ellos a la fe católica que andan hoy dolidos por su muerte y alegres por haberlo conocido.

sábado, 28 de diciembre de 2024

Diario. Sábado, 28 de diciembre de 2024

 La Torre

sábado, 28 de diciembre de 2024


La exposición del Santísimo que no hicimos el jueves pasado en la parroquia, la hemos hecho hoy. Andrés, como siempre, al órgano. 

Luego la misa de once y luego despacho parroquial hasta la una o así.

En La Torre me esperaban para comer Fátima y Fátima Jr que celebra su cumpleaños. 

Durante el café han llegado de Madrid Alejandra, Jacobo y sus churumbeles. He preguntado a los niños que si ya habían comido. Me han dicho que no lo sabían e, inmediatamente, le han dicho a su madre que tenían hambre. 

A las cuatro y media he vuelto a San Miguel para celebrar la misa de seis. 

Después me esperaban Carmen y José María que se casan en Febrero. Hemos tenido nuestra penúltima sesión de catequesis prematrimonial. 

A eso de las ocho y media he vuelto a La Torre. Ya habían llegado Toño y Cristina con sus churumbeles. Nada mejor que celebrar en familia la fiesta de hoy. 

Durante la cena han llegado las fotos de Enea con las manos y los  brazos vendados. Al parecer estaban comiendo en un restaurante, los niños han salido a jugar por el jardín y Enea se ha caído sobre unas brasas. ¡Pobre!

Tengo que llamarles mañana sin falta. También tengo que llamar mañana sin falta al ambulatorio para confirmar mi cita del lunes. Y también tengo que llamar mañana sin falta a Antonio S que me ha dejado un mensaje muy triste: «No sé si es que estás enfadado conmigo. Si te he hecho algo malo, te pido perdón». No me ha hecho nada malo. Lo que pasa es que me ha llamado varias veces y no le he devuelto la llamada. Culpa mía. 

Son las once y media. Todavía no he rezado vísperas. Me muero de sueño.

viernes, 27 de diciembre de 2024

Diario. Viernes, 27 de diciembre de 2024

San Miguel de Salinas

viernes, 27 de diciembre de 2024


Ayer olvidé anotar en el diario la llamada del hospital comunicándome la muerte de Nieves. Lo he recordado esta mañana mientras hacía oración con La bendición de la Navidad y leía las palabras de Ratzinger sobre santa Isabel de Hungría: «Cuando llegó la hora de su muerte, Isabel hizo su entrada en el silencio de la Nochebuena». Descanse en paz. 


A las nueve y cuarto he ido a la iglesia para preparar las exequias —sin misa— de Manuel. 

Primero he retirado el comulgatorio para dejar espacio libre al féretro. Luego he colocado el cirio pascual en el centro de las gradas. Acto seguido he puesto sobre la pila bautismal el acetre y el hisopo y, cabe la pila, el incensario con la naveta. He cambiado el velo rojo que cubría el sagrario desde ayer —fiesta de san Esteban Protomártir— por el morado. En la sede he puesto el ritual de exequias y el apagavelas que lleva incorporado el mechero. En el ambón he puesto el leccionario V que es el de las misas rituales y de difuntos. 

Entonces he encendido una vela a cada lado del sagrario, he sacado una foto de todo y he dado el primer aviso con las campanas. 


A eso de las diez menos cuarto han llegado Anne, Joan y e archidiácono que iba a oficiar la ceremonia de exequias sin misa. 


A las once empezaba la misa navideña de san Juan Apóstol y hemos acabado adorando al Niño y cantando villancicos. 

Denise —francesa— ha entrado en la sacristía para despedirse porque mañana se vuelve a Holanda con Tom, su esposo holandés. Ha dejado en el cestillo un sobre morado con un generoso donativo y nos ha contado, a doña Nati y a mí, que Tom es católico, que estudió durante cuatro años en el seminario menor, que luego se casó con ella y que ofició la ceremonia un sacerdote, primo de Tom. También nos ha contado que, más tarde, Tom dejó de ir a misa y que ella no se lo explica porque es muy bueno, que conoce la Biblia de cabo a rabo y que, como ella no conduce, él la lleva a la iglesia todos los días, estén donde estén. Por último nos ha contado que mañana salen en coche para Holanda y que no volverán hasta abril, que son diez horas de viaje y que a ella le da un poco de miedo. Y nos ha pedido que recemos por Tom. Yo le he dado la bendición para el viaje y le he prometido que rezaré por Tom, el holandés. En su testamento han dispuesto que su casa de Torrevieja la hereden, a medias, cierta sociedad protectora de animales y la parroquia de San Miguel. ¡Dios los bendiga! 

Doña Nati me ha recordado que hoy comemos solos, ella y yo, porque Samira no volverá hasta la tarde. 


A la una y diez he terminado de leer El corazón y el mar, de Carlos Javier Morales. Treinta y nueve poemas sobre un hombre que va a curarse al mar cuando le duele el corazón. 

El libro, dedicado a Carmen por el autor, me lo prestó Carmen tras la cena de Nochebuena. Tengo que devolvérselo. 


A las dos he terminado la lectura de A través del pasado dibujado Deslumbrante viaje por Italia —y por la vida— bajo la guía de José Antonio Ramos.

Aprender de la Torre de Babel y de la de Tatlin y de la Torre del Millenium y del cúmulo de torres que, abandonado el intento de ascender hacia la luz, se convirtieron «en apilados sin cambio de cualidad». Luego emprender el ascenso aprendiendo del Panteón lo que él puede enseñar «acerca de la luz del inicio». Bramante, la Iglesia de La Consolazione de Todi. Brunelleschi, la Capilla Pazi. Bernini, Sant’ Andrea del Quirinal. Borromini: San Carlo alle Quatro Fontane

La Villa Farnesio: «¿qué inmensa necesidad pudo crear esto?» Y, en el otro extremo, la Porciúncula «mínima iglesia de precaria construcción» 

La túnica de san Francisco y la piel de Miguel Ángel en el Juicio final: «el que ha dominado el cuerpo subiéndolo hasta su más alta cumbre, con confianza ilimitada en el poder de la materia, al final lo entrega». 

He ido a visitar a Camila y me han invitado a cenar arepa con carne mechada y ají. Camila, Luciana y Ana Isabel han pasado el día en casa. Camila y Luciana en la cama y Ana Isabel haciéndoles mimitos. Camila está mucho mejor. Tanto que se ha zampado una arepa con carne mechada pero sin ají. Luciana está con gripe. 

jueves, 26 de diciembre de 2024

Diario. Jueves, 26 de diciembre de 2024

 San Miguel de Salinas

jueves, 26 de diciembre de 2024


Había quedado con Ana Isabel a las nueve de la mañana en Más y Más para terminar de hacer las compras para la comida de Navidad con los sacerdotes. Primer inconveniente: Más y Más estaba cerrado. He ido a casa de Ana Isabel Segundo —y más serio— inconveniente: Camila, que ayer ya no se encontraba bien, ha pasado una noche malísima y tiene dolor de estómago. 

A pesar de todo, Ana Isabel —valiente— ha decidido seguir adelante con el plan: ir a La Torre con las niñas para prepararnos la comida. Yo me he adelantado para hacer las compras que faltaban. 

Hemos llegado a La Torre al mismo tiempo: eran las diez. 

Ana Isabel ha acostado a Camila y —con la ayuda de Luciana— nos hemos puesto manos a la obra para prepararlo todo. 

A las once Camila estaba peor y el dolor de estómago arreciaba. Ana ha llamado a Wilder y una después ha llegado Wilder y se ha llevado a Camila al hospital de San Vicente. Ana Isabel —que estaba preparando una deliciosa crema de calabaza— ha decidido seguir adelante con el plan. 

A eso de las doce llegaban las primeras noticias del hospital: apendicitis. Ana estaba preparando el aperitivo en la almazara y ha decidido seguir adelante con el plan. 

A eso de las doce y media han empezado a llegar los sacerdotes. 

A la una ha llegado el obispo y ha empezado en la ermita la exposición del Santísimo y la meditación dirigida por don AFM. 

A la una y media hemos pasado a la almazara para el aperitivo. A Camila le estaban haciendo más análisis en san Vicente. 

A las dos empezábamos a comer: crema de calabaza o auyama, salmón con una salsa deliciosa que ha preparado Ana Isabel con naranjas de La Torre y —de postre— pastel de carne, regalo de MGC. 

A las tres menos cuarto volvíamos a la ermita para hacer la visita al Santísimo y, a continuación nos reuníamos en el zaguán para tomar café y para un rato de tertulia con cuentos y villancicos. 

A eso de las cuatro se ha levantado la sesión. El obispo se ha quedado aún un buen rato para hablar con unos y con otros. 

Había que recogerlo todo. Ana Isabel —valiente— seguía adelante con el plan. Del hospital llegaban más noticias. A Camila le habían hecho un TAC y descartaban el diagnóstico de apendicitis. Al parecer le había notado una inflamación gastrointestinal, o algo así. 

A las cinco y media me he despedido de Ana Isabel y de Luciana que seguían —valientes e infatigables— recogiéndolo todo y he salido para Los Montesinos.

A las siete y cuarto he llamado a Ana Isabel. Seguía en La Torre esperando a Wilder y a Camila. Ya le habían dado de alta pero seguían con papeleos. 

A las nueve, Ana Isabel me ha mandado un mensaje: que estaban saliendo de La Torre. 

Cuando termine de escribir esto saldré a cerrar la iglesia y a visitar a Camila. 

Son las diez.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

Diario. Miércoles, 25 de diciembre de 2024

 San Miguel de Salinas

miércoles, 25 de diciembre de 2024


8:25

Abro la iglesia.

Oficio de lectura y laudes.

Me siento ante el sagrario con La bendición de la Navidad. 

Preparo una brevísima homilía para la misa del día. 

9:30

Salgo para Torremendo escuchando, primero The Cultivation of Christmas Trees y el Concierto de Navidad de Corelli

Nada más llegar a Torremendo recuerdo que hoy la misa no es a las diez, sino a las once. Sin bajarme del coche, vuelvo a San Miguel con el Concierto de Navidad de Corelli. 

10:00

Tiendo la ropa que puse ayer en la lavadora, aseo un poco la casa abadía y trasteo en las RR SS. 

10:30

Vuelvo a Torremendo. 

11:00

Primera misa del día de Navidad. Canon Romano y todo —Gloria, Credo, Sanctus y Padrenuestro— cantado. Muy bien. Luego adoración del Niño —lo presenta el archidiácono y yo hago el oficio de cantor— y villancicos. 

Dos hermanos se presentan en la sacristía. Quieren ser monaguillos. El archidiácono y yo los felicitamos y nos felicitamos. 

12:00

Salgo para San Miguel escuchando The Cultivation of Christmas Trees. 

12:20

Un penitente. Muy bien. 

Segunda misa del día de la Navidad. Ayuda Samael y canta el coro. Muy bien. 

Después, igual que ayer, Samael presenta al Niño, la congregación adora al Niño y besa a Samael y yo apoyo al coro como cantor. 

Luego los del coro bajan del coro alto, rodean al Niño que está debajo del árbol de Navidad y seguimos cantando villancicos durante un buen rato. El coro ha incorporado al repertorio el villancico venezolano Niño lindo. 

Despedimos a la congregación. 

Joan, Laura y yo lo recogemos todo. Abro el regalo que me entregó ayer Anne con el encargo de que no lo abriera hasta la noche. Son dos jerséis negros y maravillosos. 

Joan, Laura y yo nos reunimos en El Paseo con Ana Isabel, Wilder y las niñas. 

14:00

Salimos en dos coches para comer en El cucharón. 

17:00

Joan y Laura me dejan en la iglesia. Me siento ante el sagrario. 

17:30

Recojo la ropa que tendí está mañana (la que ya se ha secado) y me siento y me quedo frito. 

18:00

Salgo para el hospital. 

18:25

Vísperas en la capilla del hospital. 

Subo por las escaleras a ver a Nieves. Está con Margarita que me informa de que ha tenido un ictus. Se la ve muy desmejorada e incómoda. No habla. Canto un villancico y me mira fijamente. Rezo un Padrenuestro en voz alta, muy despacito, con los ojos cerrados. Luego le digo que le voy a a dar la absolución y rezo en voz alta el Confiteor y le doy la absolución. 

Salgo al pasillo con Margarita y charlamos un poco. 

Bajo por las escaleras a la capilla, dejo el portaviático en el sagrario.

Misterios gozosos porque estamos en Navidad.

19:15

Salgo para San Miguel con el Te Deum de Mozart. 

19:45

Escribo esto.